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TRIBUNA ABIERTA

El gran histrión

Sólo una abrumadora desigualdad en los medios militares a favor del invasor podría aconsejar, para evitar una carnicería, la renuncia transitoria a una defensa con las armas

Vladimir Putin Reuters

Rogelio Reyes

El baño de masas que Putin acaba de darse en un moderno estadio moscovita no es sólo la expresión de una egolatría que para sobrevivir necesita ser alimentada de continuo. Es también el epítome de un modo secular de entender la política en los regímenes ... tiránicos o autoritarios, sustentado en la relación teatral que el gobernante suele establecer con los gobernados, una variante del antiguo 'panem et circenses' con la que el príncipe, a la vez que abona su narcisismo, satisface las ansias de unos súbditos necesitados de diversiones. Y sin reparar en posibles ridículos, llegará él mismo a convertirse en el actor principal de esa representación, ya que, al decir de Maquiavelo , «haga el príncipe cuanto debe por dominar y conservar el Estado, que los medios siempre serán considerados justos y benéficos por todos, pues al vulgo lo convencen las apariencias». Tales escenificaciones, auténticos trampantojos cuando son vistos desde la distancia emocional, siguen fascinando a las multitudes de hoy de igual modo que la culta Alemania de los años treinta del pasado siglo oía embelesada la relampagueante retórica de Hitler en los grandes fastos del nacionalsocialismo o la refinada Italia asistía entregada al histrionismo de Mussolini desde el balcón de la romana Piazza Venezia. Y lo mismo puede decirse de los regímenes comunistas, en los que la supresión de toda discrepancia se resuelve en el culto al líder, elevado a los altares laicos por obra del adoctrinamiento totalitario.

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