El programa de Barea

La edición de «El Nazareno» con sus fotos de Salazar y Bajuelo, su imagen del Gran Poder en la portada y su antología de pregones, me ha recordado a esas arriesgadas cofradías que en días de amenaza de lluvia y con los pronósticos de la agencia de Meteorología en contra, se atreven a poner la cruz de guía en la calle. Calle en la que, aunque este año tampoco hay cofradías, no podía dejar Manuel Barea sin la tradición de la casa, que lo es ya de la ciudad. «El Nazareno» del año pasado es una joya: el programa de las cofradías que no pudieron salir. Manuel Barea Velasco, el gran empresario de la distribución de alimentación, Medalla de Andalucía, el gran especialista en el pescado sevillanísimo de la Cuaresma y la Semana Santa: el bacalao. No, la Cuesta del Bacalao no se llama así por Manolo Barea Velasco, ni por su padre, Manuel Barea Ginés, el que emprendió en los años 40 en la calle Imagen, antes de su derribo, un pequeño negocio de comestibles que ha sido, con el trabajo y el esfuerzo, el germen del emporio actual de sus 50.000 metros cuadrados de almacén, que se reparten entre cuatro «cash and carry» (Sevilla, Palomares del Río, Huelva y Almendralejo), una distribuidora, supermercados y diferentes puntos de venta en Mercasevilla, Mercamálaga, Mercacórdoba y Mercajerez. (No, al estandarte de las cofradías no le llaman «el bacalao» por el que nos vende Barea por estas fechas).

En «El Nazareno» se le ha ocurrido a Barea ofrecer lo que nadie ha pensado en esta Semana Santa «sin»: reseñar de cada hermandad, ya que no su horario e itinerario, el resumen de su obra social y asistencial, la callada labor de las hermandades en lo que antes se llamaba «Bolsa de Caridad», en cuyo ejercicio realizan una tarea de ayuda que no sólo se desconoce muchas veces, sino que ni siquiera se nombra. El programa de Barea es, pues, este año la más cristiana exposición: la de las obras asistenciales de las hermandades de Sevilla. A esto le llamo yo cortar el bacalao de las cosas más nuestras.