PÁSALO
De la Torre y la dosis de recuerdo
De la Torre, desde su santo oficio, le ha vuelto a meter el dedo en el ojo a Sevilla
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Iniciar sesiónLo del eje Sevilla-Málaga y viceversa, da igual el orden de los sumandos, se ha roto por su fragilidad natural, por defecto de fábrica. Es una utopía plantearse siquiera que la buena voluntad de las partes se impusiera a la cultura pequeñita y ramplona ... que alimenta la acidez estomacal del cainismo andaluz. Espadas y de la Torre escenificaron es su día la creación de ese eje de buen rollito que acabaría con los desaires y enfrentamientos impúdicos entre dos pujantes territorios de la comunidad. Pero se ha demostrado, una vez más, que los celos siguen encendidos y que de la Torre es el alcalde liebre, que duerme con el ojo malagueño cerrado y el sevillano siempre despierto, alerta, en vigilia constante. No es fácil el trabajo que se autoimpone el veterano y eficaz alcalde. Pero aburrido debe ser lo suyo. Vivir mirando al vecino y corrigiéndole el paso cada vez que sus razones se lo aconsejen, lo convierten en el nuevo inquisidor de la política municipal autonómica.
De la Torre, desde su santo oficio, ha vuelto a meterle el dedo en el ojo a otro alcalde sevillano. Antes lo hizo con Monteseirín y con un compañero de partido, Zoido, con quien se fajó en duras diatribas interprovinciales exentas todas de un mínimo de gusto y clase. No hay pipa de la paz que sea capaz de calmar los celos interprovinciales. Que suelen ser siempre los mismos. Tensiones políticas injustificadas o solo justificadas por el enorme cariño que desde el Guadalhorce se le tiene al Guadalquivir. He llegado a pensar, no sé si con algo de razón, que, a modo de dosis de recuerdo, el alcalde de Málaga necesita vacunarse contra el virus del centralismo sevillano, mantra al que le cuento los días para que aparezca en labios de algún iracundo transformado en un Sevilla nos roba. Esta vez le ha tocado el turno al alcalde Antonio Muñoz, qué se habrá creído, reclamando para Sevilla lo que Sevilla es: una ley de capitalidad que la defienda de gastos que, por circunstancias propias y ajenas, están por encima de las posibilidades municipales. Sevilla tiene una corona metropolitana, por ejemplo, donde viven más de quinientos mil habitantes del que un cuarenta por ciento trabaja en la capital; solo tiene una línea de metro para desplazarse y carga con su presencia los servicios municipales propios. También es verdad que las incontables citas obreras procedentes de toda Andalucía para reivindicar lo que toque en San Telmo, deja en la capital sus lógicas plusvalías. Pero si el alcalde de Málaga entiende que los manifestantes no deben dejar dinero en los bares locales, se llega a un acuerdo político y se les prohíbe comer en Sevilla. Que coman en Torremolinos…
Sevilla necesita esa ley de capitalidad diga el santo oficio malacitano lo que diga y lo que piense. Sevilla es, por estatuto, la capital de Andalucía, la delegación del gobierno tiene su sede en la capital y, a mi torpe entender, llega tarde a esta más que razonable petición de Muñoz. Yo le sigo deseando a Málaga lo mejor porque también será bueno para Andalucía, de hecho, es bueno para Andalucía. Pero no acabo de entender las dosis de recuerdo que se inyecta de la Torre cada vez que Sevilla toma una iniciativa…
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