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LA TERCERA

Escuela 'woke' de la 'izquierditud'

«Embriagada de proclamas 'woke', la izquierda convierte el progreso en tabla rasa del pasado. La izquierda 'woke' abona el infantilismo de unos adeptos que 'presumen' de traumas»

Alhucemas en el olvido

La autoridad del docente en el aula

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Sergi Doria

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Nuestros educandos vuelven a las escuelas de lo 'woke'. La epidemia comenzó en Estados Unidos, perseveró en el orbe anglosajón (Canadá, Australia y Nueva Zelanda) y ha contaminado la Vieja Europa: «Se trata de un mundo en el que se considera peor sufrir una ... ofensa lingüística –por un error de género, una microagresión o un libro escrito en 1823 porque no presenta las mismas actitudes que los de 2023– que sufrir privaciones materiales», advierte David Rieff en 'Deseo y destino' (Debate), imprescindible ensayo sobre lo 'woke', el ocaso de la cultura y la victoria del 'kitsch' con prólogo de John Banville y traducción de Aurelio Major. A falta de paraísos proletarios, la izquierda redirigió sus esfuerzos hacia el ecologismo más apocalíptico y las políticas inclusivas. Para formar parte del sistema 'progresista', lo primero que hay que hacer es presentar el carné de 'víctima'. A partir de ahí se obra el prodigio: la peripecia individualista se integra en la comunidad identitaria; esta simbiosis, que hace décadas podía sonar chocante, se hace posible en el universo 'woke': «Sentirse ofendido por algo no solo está dotado del aura noble de la victimización y el martirio, sino además enteramente determinado por los sentimientos de quienes se sienten ofendidos», apunta Rieff.

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