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el retranqueo

Los ojos de esos niños

Los imagino perdidos, tratando de sortear golpes, o correazos, o cualquier otro castigo para acallar llantos

Miércoles Santo (5/3/23)

¡Eh, el despertador! (28/3/23)

Manuel Marín

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Vivimos demasiado rápido y no dejamos tiempo para que la conmoción nos empape. Nuestras convulsiones son de quita y pon, de olvido rápido, y la tragedia es solo eso, algo ajeno y distante. El olvido es corrosivo y las desgracias de los otros se nos ... disuelven con los días. Dejan de afectarnos, y nuestra capacidad de ternura, nuestro poso de empatía, se pierden con la ligereza del tiempo allí donde la triste cotidianidad nos dice que la vida sigue y que todo, por criminal que sea, siempre queda atrás, arrumbado en la memoria, sin más. La monstruosidad, para quien no la comete, solo es un ejercicio de imaginación, un relato desasosegante que perdura lo que tardas en pasar de página y embeberte de otra noticia. Cuesta que se nos hiele el corazón, cuesta que las entrañas te destrocen, y nuestra capacidad de asombro ante la crueldad cotiza tan a la baja como la deshumanización despreocupada.

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