café con neurosis
Sociedades al servicio de las ideologías
La ideología ha determinado que la energía nuclear es mala
Inquietantes detalles
El maniqueísmo como salvavidas
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Iniciar sesiónLa situación de la central nuclear de Almaraz es una clara demostración de cómo los gobiernos, al servicio de las ideologías que representan, son capaces de destrozar una comarca. Decía Raymond Aron que la ideología viene a ser una especie de religión secular, y ... yo añadiría que, en algunos casos, sus intérpretes la convierten en una religión rígida y fundamentalista.
Mientras la Unión Europea, con gran sentido común, ha ido relajando la enemistad hacia la energía nuclear, España se muestra como si viviéramos en la ideología feroz del siglo pasado. Nadie niega el cambio climático, pero tampoco nadie informa de que es un cambio cósmico, como los que se han producido en el planeta hace miles de años, y que, aunque dejáramos de utilizar el automóvil y nos trasladáramos en carro y pasáramos frío en invierno y calor en verano, el calentamiento no se interrumpiría, como no se han interrumpido los ciclos de los agujeros de ozono, que se agrandan y se achican sin que el menor uso de los aerosoles les haga ningún impacto.
La ideología ha determinado que la energía nuclear es mala y el coche eléctrico es bueno, pero nadie habla de los incendios espontáneos que se producirán en los garajes –cuando el porcentaje de los automóviles eléctricos llegue al 40 por ciento– ni se informa de que cualquiera de esas baterías tarda medio milenio en dejar de ser contaminante: ¡quinientos años! Asimismo, nadie ha comentado que si en las inundaciones de Paiporta el 40 por ciento de los automóviles hubieran sido eléctricos, las tierras agrícolas habrían quedado contaminadas para varias generaciones.
Los seis Estados fundadores de la UE crearon la Comunidad Europea de la Energía Atómica para no ser dependientes. Y, naturalmente, reglamentaron severamente sus usos, desde hace lustros y, hoy, la Unión Europea considera tanto al gas natural como a la nuclear energías verdes. España, no. En España la ideología de la izquierda ecológica se interpreta de manera inquisitorial, y están dispuestos a arruinar una comarca de Extremadura, mientras en Europa se prolonga la vida de las centrales nucleares, lo que permite a esos países de la Unión –que no esclavizan a sus ciudadanos con ideología– a ser menos dependientes, y a lograr fuentes energéticas baratas que no castiguen el bolsillo de sus ciudadanos. Decían en el despotismo ilustrado aquello de «todo para el pueblo, pero sin el pueblo». El socialcomunismo hace lo mismo en cuanto llega al poder: todo lo que hace es para el pueblo, aunque a millones de personas las desalojen de donde han vivido toda la vida, y las manden a repoblar el paraíso de Siberia, como hizo Stalin. El gobernante socialcomunista busca el bien del pueblo, aunque lo joda, porque él sabe lo que hay que hacer y no necesita la opinión de técnicos ateos, ajenos a la religión ideológica.
A los extremeños no les harán ni caso. Protestan, porque son unos analfabetos que no saben lo que sabe el ideólogo inquisitorial.
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