diario de un optimista
Un benefactor de la humanidad
«Swaminathan, conocido como el padre de la 'revolución verde', no fue solo un agrónomo. Fue también un hombre de acción que hizo campaña sobre el terreno. También fue un pensador de la modernidad. Seguidor de Gandhi, adoptó su definición de progreso. Para él, el progreso en sí mismo carecía de sentido a menos que pueda medirse»
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Iniciar sesiónM . S. Swaminathan, de 98 años, acaba de fallecer en su ciudad natal de Chennai, en el sur de India. Esta información seguramente se les habrá escapado y supongo que el nombre Swaminathan les será desconocido. Es una pena. La prensa dedica necrológicas interminables a ... jefes de Estado neurópatas y a multimillonarios cuestionables, mientras que la categoría de benefactor de la humanidad rara vez está representada. Es cierto que son pocos los que pertenecen a ella, sobre todo porque estos benefactores se dedican a su trabajo más que a su promoción personal. Swaminathan, agrónomo de formación, junto con su mentor Norman Borlaugh, un tejano que ganó el Nobel de la Paz en 1970, cambió para mejor el mundo en que vivimos. Conozco a pocos hombres de su talla que puedan presumir de haber hecho tanto y tan bien.
El punto de partida de esta aventura es Teotihuacan, en México, donde Borlaugh tenía su laboratorio, financiado por la Fundación Rockefeller. Allí se le unió Swaminathan, venido desde India. Los dos se centraron en la gran tragedia de la década de 1960, la hambruna masiva. El mundo estaba la mitad de poblado que hoy, pero cada año, en África, Asia y Latinoamérica, varios millones de personas morían literalmente de hambre. La población crecía, pero la producción agrícola no mantenía el ritmo. Tenía que haber por fuerza una solución.
Reflexionando sobre los orígenes de las civilizaciones, Borlaugh y Swaminathan recordaron que todas se basaron en la domesticación de plantas silvestres: trigo en Oriente Próximo, maíz y patatas en Sudamérica, arroz en Asia, mijo en África. Nuestros antepasados lejanos supieron seleccionar las plantas más productivas entre la enorme biodiversidad de plantas comestibles. Luego, a partir del siglo XIX, consiguieron combinar metódicamente estas plantas mediante la técnica de la hibridación, lo que dio lugar a especies más productivas y resistentes a las enfermedades. Partiendo de ese punto, Borlaugh (para el trigo) y Swaminathan (para el arroz) tuvieron una idea sencilla que cambiaría el mundo: si fuera posible obtener mediante la hibridación un trigo o un arroz de tallo corto y espiga gruesa, sería posible duplicar su rendimiento. A fuerza de experimentos, aislaron nuevas semillas cuya producción seguiría el ritmo del crecimiento demográfico, o incluso lo superaría.
Swaminathan me contaba que, en 1966, cuando una hambruna estaba destruyendo a la población más pobre de India, se fue rápidamente a Nueva Delhi con Borlaugh y una pequeña maleta de semillas de trigo, que confiaron a la primera ministra, Indira Gandhi. Estas semillas, una vez plantadas y regadas, demostraron inmediatamente su eficacia. Toda India se convirtió a esta nueva forma científica de agricultura. Swaminathan reprodujo el mismo experimento en su laboratorio de Filipinas, esta vez aplicado al arroz y a los países del sudeste de Asia y China. Una vez más, esta innovación eliminó las hambrunas en Asia. Hoy ya no se habla de hambrunas masivas; solo reaparecen en regiones afectadas por conflictos bélicos, como Sudán.
Swaminathan, conocido en la comunidad científica como el padre de la 'revolución verde', no fue solo un agrónomo. Fue también un hombre de acción que hizo campaña sobre el terreno, dialogando con los agricultores, para garantizar que las nuevas semillas fueran efectivamente aceptadas por los agricultores y apoyadas por los gobiernos.
También fue un pensador de la modernidad. Seguidor de Mahatma Gandhi, adoptó su definición de progreso. Para él, como para Gandhi, el progreso en sí mismo carecía de sentido a menos que pudiera medirse. Su vara de medir personal era el destino de la mujer más pobre de India: el progreso solo merecía llamarse así si la mujer más pobre de India se beneficiaba realmente de él. Cualquier otra cosa era una ilusión. Cuando apareció Internet en la década de 1990, Swaminathan se preguntó cómo podrían sacar partido de él las mujeres más necesitadas de India. Creó una fundación donde instaló un servidor de Internet conectado a los pueblos de la provincia, una zona de pescadores. Hasta entonces, estos pescadores, que desconocían el precio del pescado en el mercado, solían ser engañados por los intermediarios. Al conectar las aldeas a Internet, hizo posible que a los pescadores no pudieran estafarles más.
Lógicamente, pregunté a Swaminathan si estaba a favor de la introducción de organismos modificados genéticamente (OMG) que proponían productores como Monsanto y otras empresas agroalimentarias, muy presentes en India. No tenía ninguna posición ideológica al respecto. Si los OMG podían mejorar la producción y el destino de las naciones, estaba a favor. Simplemente quería asegurarse de que aportaban beneficios reales superiores a los que aportaban las técnicas tradicionales de hibridación.
¿Fue Swaminathan un ecologista adelantado a su tiempo? Desde luego que no. Consideraba que el verdadero progreso no requería el culto a la naturaleza, sino su domesticación inteligente. El agrónomo estaba en desacuerdo con los ecologistas, que tenían influencia en los medios y en las universidades indias, pero brillaban por su ausencia en el campo, y les hizo saber lo mal informados que estaban. También los marxistas, todavía influyentes en India, eran adversarios de Swaminathan. Criticaban la 'revolución verde' porque había creado una nueva clase de agricultores prósperos, mientras que antes reinaba la igualdad en la pobreza. La estupidez misma. El progreso, según Swaminathan, exige que más agricultores abandonen el campo para incorporarse a actividades industriales más productivas y permitir que los más dinámicos aprovechen al máximo los beneficios de la 'revolución verde'; esa es la ley de hierro del desarrollo económico.
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