en clave de tron
Javier Lambán
Pérez Rubalcaba lo clavó: «Los españoles somos gente que enterramos muy bien»
Un trabajo de fontanería
Puigdemont... un año después
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Iniciar sesiónLa ceremonia civil de despedida a Javier Lambán se desarrolló en la sala del crematorio del cementerio municipal de Ejea de los Caballeros, su pueblo. Por deseo de su viuda e hija, tan solo han asistido familiares, los amigos más cercanos de la familia ... y tan solo dos políticos como representantes institucionales: La alcaldesa de Ejea, Teresa Ladrero, y Jorge Azcón, presidente del Gobierno de Aragón. La ceremonia fue tal cual quiso Lambán: Austera, breve y bajo un retrato suyo obra de sor Isabel Guerra, 'la monja pintora'. Durante la presentación del cuadro, Lambán le dijo a la hermana Isabel: «Hermana... eres la mejor. Por eso quise que hicieras mi cuadro. Lo que ha salido de tus pinceles mejora todas mis expectativas. ¡Ojalá la oncología fuera tan eficaz conmigo como lo son tus pinceles!... No sabes lo que me gustaría y lo feliz que me harías si fueras capaz de ese milagro».
Hace tan solo un mes tuve ocasión de entrevistar a Javier Lambán en 'La Linterna'. Lo primero que le dije fue si le podía preguntar por lo importante: «¿Qué tal está, Javier, cómo se encuentra?». Me respondió que estaba luchando contra el cáncer de colón, agradecido a los médicos y rodeado de su familia. Y lo hizo con total lucidez, frialdad y hombría a pesar de que, a buen seguro, ya debía saber que la enfermedad había llegado a un punto irreversible. Se estaba muriendo. Y es que el presidente de Aragón durante dos legislaturas (y otra dos antes alcaldes de su pueblo) era como parecía: Aragonés por los cuatro costados, sin pelos en la lengua, directo y leal. Precisamente por esa lealtad se enfrentó al líder supremo ¡Oh! Amado líder. Sin miedo y sin dependencias. Estaba muy por encima. Prueba evidente es que el susodicho no ha tenido la dignidad siquiera de ir a su despedida. Estaba demasiado ocupado tostándose en Lanzarote, blindado hasta la exageración, en el palacio de La Mareta.
Durante aquella entrevista, hace un mes, Javier Lambán lo dejó muy, pero que muy clarito: «El Gobierno de Pedro Sánchez carece de ningún recorrido más allá de la única salida honrosa: convocar elecciones». También dejó claro lo que todo el mundo sabe pero nadie se atreve a decirlo: «Pese al discurso oficial de unidad, hay militantes que, en privado, respaldan esta tesis... A espaldas de la dirección, 'sotto voce', algunos no dejan de decirnos que están de acuerdo con nosotros». Y concluyó, sin que supiéramos que era una despedida: «Este no es el partido en el que yo entré a militar, el que contribuyó a la Transición y a los mejores años de gobernanza del país. Me trae sin cuidado que me tachen de facha. Mi mensaje a los militantes es que se den cuenta de lo que está pasando».
PD: Alfredo Pérez Rubalcaba lo clavó cuatro años antes de marcharse definitivamente: «Los españoles somos gente que enterramos muy bien». Se refería a la multitud de elogios que recibió al poco de anunciar su despedida de la política activa.
Cinco años después, Pérez Rubalcaba falleció y fue despedido con honores, casi, de jefe de Estado en un acto rebosante de cinismo.
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