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bala perdida

Robar la intimidad

Nos estamos ventilando el secreto, que es alhaja de las mejores biografías

A propósito de la ebriedad

Jennifer con vistas

Ángel Antonio Herrera

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Vivimos acorralados por las alegrías de los demás. Ahí tenemos a los dos tórtolos del verano, que han sido pillados por la cámara de los besos de un concierto de Coldplay. Igual también pueden cazarte cualquier día, o noche, en adulterio o aventura, con ... un móvil de un particular que pasaba por allí, haciendo un cinexín de ambiente para el propio Instagram. Yo ya les digo que detesto salir en cualquier artefacto ajeno, y que me parece infame, atentatorio, delictivo incluso, que la gente vaya por ahí grabándolo todo, incluidos los particulares, con lo que la intimidad no existe, que es como decir que la intimidad propia ya la gobierna la intimidad ajena. Nos vamos superando, porque la hemeroteca de nuestra vida ya no es nuestra, sino de la tontiloca multitud del momento, que reúne en sus redes a los amantes de los demás. De arranque, con estos alegrones, nos estamos ventilando el secreto, que es alhaja de las mejores biografías, y por supuesto el carácter clandestino de algunas horas de la vida, que son las horas de las mayores lejanías de la emoción. Nos están haciendo a cada rato un reportaje de nuestra sagrada deshora. No voy a decir ahora que en la noticia de los amantes pillados del momento sobra el concierto, por riesgo populoso, o bien sobran los desprevenidos enamorados, que estaban casados, pero casados con otros. Lo que sí sobra es la cámara, que se aúpa y se pasea por las gradas, hasta que pilla a unos besucones al azar, como quien ha puesto a trabajar a un fotógrafo en una boda. Luis Eduardo Aute, nunca olvidado, arriesgaba que el matrimonio es cosa de tres, como la propia palabra indica, y esto lo ha avalado la cámara invasiva del concierto de Coldplay, que ha acreditado un matrimonio donde no hay matrimonio ninguno. Si nos ponemos serios, estamos construyendo una época de difícil provecho y peor pronóstico. La IA nos va a hacer imbéciles, porque trabaja para ir asegurando nuestra ignorancia, y los retratos de intimidad nos los roban para el álbum de los ajenos.

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