lente de aumento
Que le den a Eurovisión
Igual, entre boicot y boicot, nos libramos de la turra eurotelevisiva. Ese hortera esperpento que algunos siguen llamando, generosos ellos, certamen musical
Se nos va la pinza
Una Vuelta a lo peor de nosotros
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Iniciar sesiónUno, de natural cenizo, tiende a ver siempre el vaso casi vacío del todo. Ni un brote verde, oigan. Donde unos se solazan con el pueblo que avanza, yo constato puritito retroceso. Si hay que celebrar la pacífica algarada callejera, a mí se me vienen ... encima los policías heridos por la turba selectivamente indignada. Si me señalan el lado bueno de la historia, pues oye, yo vislumbro muros y caigo en zanjas. Como para cruzarse uno al otro lado. Imposible: que no te quieren a su vera. Jamás de los jamases, un apestado en la España que avanza.
Que se embarcan la Greta Turra, la Colau y una Barbie que parece puesta hasta las cejas de tripis rumbo a Gaza en misión humanitaria, un servidor no ve nada de humano y sí de muy patética batucada naval: un meme al fresco de lo peor de nuestros tiempos, con la esperanza de que una galerna divina los haga naufragar. Ya veo al Open Arms virando para acudir raudo al rescate de la flotilla, a cuya pirotécnica tripulación no echarán de menos ni en sus trabajos. Una cosa: ¿habrán pedido una excedencia para enrolarse en tan magna gesta o se lo descontarán a cuenta de las próximas vacaciones? Cosas que se le vienen a uno a la sesera. Por cenizo, claro.
Un amigo, siempre al quite para sacudirme de mi perpetuo ensimismamiento, me ha escrito que sí, que aprenda de una santa vez a mirar el lado bueno que yo no veo. «Lo tiene, empanao… Lo tiene, hazme caso».
—¿Cuál? –le puse yo.
Así, sin emoticonos ni emojis de esos. A pelo.
—Mira si ahora, con suerte, nos libramos de Eurovisión; de ver y hacer el ridículo, por una vez.
Porque mi amigo no es cenizo como yo, pero padece de vergüenza ajena aguda en grado extremo. Es de esos que no soporta no ya perder en ese certamen que se empecinan en apellidar musical, sino caer a la fosa Mariana de las votaciones. Que luego el público te insulte masivamente por una canción que es un berreo y una coreografía de epilépticos poseídos, de una ordinariez que haría sonrojar a las Supremas de Móstoles. Ellas, al menos, se lo toman todo a cachondeo. A ellas, las primeras. No van de intensitas, con mensaje de galleta china de la suerte, ni celebran la unión de los pueblos sordos de Europa.
Ya sé que para las cifras de tráfico de las webs patrias no les va bien que se suspenda lo que sea eso, pero cáspita, será por una buena causa. Sí: la del buen gusto, que no es cosa pequeña para estos tiempos de vociferio asincopado, que hacen añorar a la gran –esta sí– Remedios Amaya, preguntándose «quién maneja mi barca», quién, que a la deriva la lleva, quién. Que le pregunten a Greta y sus filibusteros.
Lo dicho: un cenizo. Un cenizo sin remedio. Ni ganas, oigan.
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