¿Por qué es un desastre que España juegue con dos agendas contradictorias en política exterior?
El Gobierno de coalición lleva tiempo combinando 'realpolitik' nivel Kissinger con un chirriante postureo idealista
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Como reprochaba Alfonso Guerra a Adolfo Suárez, hay que ser muy tahúr del Mississippi para jugar con dos barajas políticas al mismo tiempo. No es fácil ya que tanta contradicción suele conducir de forma irremediable al desastre. En el terreno de la política exterior ... de España –con impacto directo en nuestra seguridad y prosperidad– el Gobierno de coalición lleva tiempo combinando 'realpolitik' nivel Kissinger con un chirriante postureo idealista, tan alejado de nuestros aliados y de nuestros intereses.
Las actuaciones y declaraciones con respecto a la guerra de Gaza ya han supuesto un significativo nivel de incongruencia culminado con la felicitación de Hamás al Lawrence de Ifema por una «postura clara y audaz». No hace tanto tiempo, este mismo Gobierno en base a intereses nunca explicados debidamente reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental. Sin mayor consideración a la humanidad de los saharauis, su derecho a la autodeterminación, la legalidad internacional de Naciones Unidas y la responsabilidad de España como antigua potencia colonizadora.
Ante la redoblada amenaza en el mar Rojo de los hutíes, tan palmeros de Irán como Hamás e Hizbolá, se ha reproducido de nuevo esta esquizofrenia diplomática. España ha optado por romper el consenso de la Unión Europea y ponerse de perfil en los esfuerzos liderados por Estados Unidos contra la escalada de ataques que ha conseguido reducir en un 90% el tráfico de contenedores por el canal de Suez. Poco ha importado el gravísimo impacto económico de estas agresiones para los bolsillos de los consumidores y la actividad de muchas empresas españolas.
En 2018, este mismo Gobierno no dudó en rectificar su impulso inicial y vender 400 bombas GBU-10 para que la coalición encabezada por Arabia Saudí pudiera seguir bombardeando a los rebeldes hutíes en Yemen. Entonces importó salvar el contrato de las corbetas firmado por los saudíes con Navantia por valor de 1.800 millones de euros. Eso sí, la entonces ministra portavoz Isabel Celaá se inventó toda una nueva categoría de bombas «las que no se van a equivocar».