Obama y Medvédev firman el nuevo START para el desarme nuclear
El presidente norteamericano, Barack Obama, y su colega ruso, Dmitri Medvédev, firmaron ayer con toda la pompa y el protocolo que la ocasión requería, en el Salón Español del castillo de Praga, sede de la presidencia checa, el Nuevo START, el tratado de reducción de ... arsenales nucleares estratégicos que viene a reemplazar al suscrito en Moscú en 2002, que expiró el pasado diciembre.
Para Obama, que calificó de «histórico» el nuevo acuerdo, éste pone de relieve que su país y Rusia «han abierto un nuevo capítulo en sus relaciones bilaterales», y han cerrado la incierta deriva que tomaron en los últimos meses. Medvédev, por su parte, también habló de «nuevo capítulo» y se felicitó por la rapidez con que se ha cerrado el acuerdo. En este sentido, subrayó el inquilino del Kremlin la «importancia de que el proceso de ratificación sea simultáneo en los dos países».
Ratificación
Y es que el Nuevo START, para entrar en vigor, necesita de la aprobación por parte de las dos Cámaras legislativas de Rusia y del Senado de Estados Unidos. El acuerdo fija que las dos súper-potencias poseedoras del 90% de todo el arsenal atómico en el mundo se limiten a 1.550 cabezas nucleares por bando, por debajo de las 2.200 permitidas por el firmado en Moscú.
Ambas partes se comprometen a un límite de 800 vectores lanzadores desde tierra, mar o aire: misiles balísticos intercontinentales en tierra o en submarinos, y en los bombarderos. Se comprometen también a mantener desplegados un máximo de 700, en comparación con los 1.600 del Tratado START de 1991.
Estos números no suponen la eliminación de grandes cantidades de armas nucleares, gracias a un peculiar sistema de contabilidad creativa y a diversas reducciones unilaterales de sistemas obsoletos. Además, categorías enteras como las cargas nucleares tácticas, aún desplegadas en Europa, no entran en este acuerdo.
Como ejemplo de las alegrías contables que permite el Nuevo START, veamos los bombarderos B-52. Un sólo avión es capaz de transportar veinte cabezas en 14 misiles de crucero, cuatro bombas de gravedad B61-7 y dos bombas adicionales B83. Pero de acuerdo al nuevo tratado, todo ese arsenal es contabilizado como una cabeza nuclear.
La Administración Obama piensa que el Nuevo START es un «trampolín» en el que lo importante no es tanto la reducción de armas, sino resucitar el régimen de verificación, inspección y control que existía hasta el pasado diciembre, cuando expiró la vigencia del START de 1991.
El escudo antimisiles
En cuanto a la posibilidad de futuras reducciones, es complicada ya que supondría bajar del listón de mil cabezas nucleares por bando y abordar cuestiones donde no hay equidistancia. Por ejemplo, la ventaja rusa en cabezas nucleares tácticas de corto alcance (2.000 contra 500), y las mayores reservas en EE.UU. de ojivas almacenadas, que no cuentan pero funcionan. Para ir más lejos, Moscú exige abordar el escudo antimisiles, «made in USA».
Otro factor de fricción es la búsqueda de alternativas convencionales a la reducción de arsenales nucleares. El Pentágono ha empezado a trabajar en un nuevo misil balístico armado con cargas no nucleares de muy alta capacidad destructiva, capaz de llegar a cualquier parte del globo terrestre en menos de una hora.
El programa, conocido como «Prompt Global Strike», con una factura de 2.000 millones de dólares y resultados a partir de 2015, podría abrir una carrera de armas convencionales con Rusia y China. Y plantea el apocalíptico riesgo de que el lanzamiento de uno de estos misiles intercontinentales con carga convencional se confunda con el inicio de un ataque nuclear.
La alternativa rusa para afrontar la reducción pasa por modificar su misil balístico intercontinental RS-24, la joya de la corona del sistema de armas ofensivas del Kremlin. Están siendo dotados de cabeza múltiple. El Nuevo START permite a las partes diseñar con toda libertad la composición y estructura de sus arsenales atómicos, dentro de los límites señalados.
El comandante en jefe de las Fuerzas Estratégicas de Misiles de Rusia (RSS), Andréi Shvaichenko, dijo hace unos meses que los RS-24 sustituirán a los RS-18 (SS-19 «Estilete»,en la clasificación de la OTAN) y a los RS-20 (SS-18 Satán). Éstos últimos son los más potentes del mundo, pero su vida útil está a punto de expirar. En cuanto a los nuevos RS-24, Shvaichenko sostiene que son capaces de burlar cualquier escudo y de portar hasta 10 cabezas nucleares de 550 kilotones cada una. Es decir, un poder destructor equivalente a 275 «Hiroshimas» con un solo misil.
Según Shvaichenko, la modernización del potencial atómico ruso deberá culminar en 2016, cuando el 80% de los ingenios en servicio serán nuevos. La industria militar rusa trabaja en ello a toda máquina. El otro misil con el que Rusia se propone mantener la paridad con EE.UU. es el «Bulava», emplazado en submarinos, pero se halla aún en fase de ensayos, y al parecer no muy adelantados. El proyecto ha costado a las arcas rusas miles de millones de dólares y ya se han levantado voces sobre su idoneidad.
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