José M. de Areilza - MONNET & CO.

Homilía para una América rota

Biden se encuentra con una sociedad en la que la confianza en las instituciones está bajo mínimos

José M. de Areilza

El discurso de Joe Biden tras jurar el cargo de presidente ha estado cargado de esperanza y de promesas de unir a un país polarizado y dividido, que sufre una «cascada de crisis», en palabras del presidente número 46. El Capitolio, testigo de un ataque ... espeluznante a la democracia hace pocos días, ha sido el escenario del relevo, en medio de fuertes medidas de seguridad. Trump, faltón y transgresor hasta el final, se ha negado a asistir y ni siquiera ha hecho el obligado traspaso del maletín nuclear. Biden se encuentra con una sociedad en la que la confianza en las instituciones está bajo mínimos.

La crisis sanitaria y sus consecuencias económicas y sociales han empeorado aún más esta situación. Un 70% de votantes republicanos siguen pensando que hubo fraude electoral, sin importarles la ausencia de pruebas. La mitad de estos ciudadanos verían con buenos ojos la elección de Donald Trump en 2024. Un 45% de ellos justifica el asalto al Congreso por las hordas en el día de Reyes.

El populismo de la izquierda demócrata también está dispuesto a poner de su parte para hacer ingobernable el país. Entiende como cesiones inasumibles cualquier pacto con los republicanos moderados, que por fin empiezan a reconocerse como tales y a organizarse. La movilidad social, elemento básico del sueño americano, ya no funciona bien y han aumentado las desigualdades y los techos de cristal. El código postal en el que uno nace determina en gran medida las posibilidades de éxito individual. Existe un problema añadido de divisiones sociales y culturales profundas, que no se explican solo por causas económicas.

Biden ha convertido su primer discurso en una homilía a favor de la tolerancia, la empatía y la unidad como método de progreso. El nuevo presidente, como buen demócrata, tiene mucha fe en la capacidad del gobierno de cambiar la sociedad. Pero admite que su país está roto y que muchos votantes entienden que el intervencionismo estatal es el problema. Ayer dejó de lado las políticas, los planes y los números. Su principal objetivo fue hablar desde el corazón y despertar las conciencias de sus ciudadanos.

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