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Descubren 70 años después al verdadero culpable de la matanza de Pearl Harbor

Un nuevo informe afirma que el emperador japonés no jugó un papel testimonial en el inicio de las hostilidades con los americanos

Los japoneses atacan por sorpresa la base americana de Pearl Harbor ABC

Pablo F. de Mera Alarcón

La mañana del 7 de diciembre de 1941 ocupa un lugar preeminente en los libros de Historia. A las 7:48 a.m., hora local, el cielo de la isla de Oahu se sumió en una profunda oscuridad proyectada por las «alas» de la Armada Imperial Japonesa. 353 aeronaves niponas, entre cazas, bombarderos y torpederos, acribillaron la base naval estadounidense de Pearl Harbor (Hawái). La acometida sobrevive como una de las más significativas de la Segunda Guerra Mundial, pues desencadenó la entrada definitiva de Estados Unidos en la guerra. La controversia regresa ahora en forma de informe que, a falta de ser concluyente, apoya la creencia de que el emperador Hirohito no jugó un papel testimonial en el inicio de las hostilidades con los americanos.

La escalada de tensión entre ambas potencias fue en veloz aumento desde que el Imperio ocupó la Indochina francesa a comienzos del gran conflicto global. Como represalia, el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt decidió apoderarse de todos los activos japoneses en su país. Ahogado por el bloqueo yanqui, Tokio entendió que únicamente una ofensiva preventiva aseguraría su dominio en la región.

Pearl Harbor se convirtió en el objetivo de este ataque, el cual se desarrolló a través de dos oleadas, planteado como una operación que buscaba neutralizar a la U.S. Navy desplegada en el Pacífico y, así, proteger el avance de Japón hacia recursos naturales como el petróleo presente en la Malasia británica y en las Indias Orientales Neerlandesas. En definitiva, auxiliar los planes militares del Imperio en el Sureste Asiático.

Dejando a un lado toda la leyenda negra que envuelve al suceso, las consecuencias fueron desastrosas para la nación de las franjas y las estrellas. Además del acorazado « Arizona », el «West Virginia» y el «California» fueron hundidos, mientras que se registraron daños de diversa índole en el «Oklahoma», el «Nevada», el «Tennessee», el «Maryland» y el «Pennsylvania». En total, 8 acorazados atacados, amén de varios cruceros de guerra y destructores, que se sumaron a los 188 aviones destruidos y la apabullante cifra de 2.400 bajas humanas. Por el lado agresor únicamente se contabilizaon seis decenas de muertos y cerca de 30 cazas derribados.

Por su carácter sorpresivo, sin declaración de guerra ni aviso previo, la sangría infligida por Japón a EE.UU. en Pearl Harbor fue calificada por Roosevelt como « el día de la infamia ». De ella mucho se ha escrito, y también mucho se ha hipotetizado. A Hirohito se le presentó de manera formal como víctima de una deriva militar en Japón. Sin embargo, estudios posteriores avalan que su responsabilidad sobre decisiones castrenses fue mayor que la que en un principio se le supuso. La nota recientemente publicada por el periódico «Yomiuri» acredita este otro punto de vista al que el tiempo ha terminado dando la razón.

Hirohito, ¿observador pasivo o activo?

Hideki Tojo, Premier de Japón entre 1941 y 1944 ABC

«El emperador parecía tranquilo e inquebrantable después de tomar una decisión». Esta frase es atribuida a Hideki Tojo en el testimonio escrito por Michio Yuzawa , viceminitro del Interior, tres horas después de la reunión que mantuvo con el Primer ministro y otro de sus asesores en los prolegómenos de la arremetida sobre Pearl Harbor.

Tras pasar una década en manos de un conocido de algunos descendientes de Yuzawa, el hecho de que ahora vea la luz reviste un valor plausible para la fidelidad histórica. Y es que el documento señala a Hirohito como responsable de aprobar la afrenta a Estados Unidos.

El memorando se inmiscuye en un tema altamente delicado para la sociedad nipona: el grado de culpabilidad del emperador en el desastre bélico, quien se reunió con Tojo en la víspera del ataque. Citas del Premier como «Si Su Majestad lamentaba algo de las negociaciones con Gran Bretaña y Estados Unidos, se le habría visto algo sombrío. No había tal indicación, lo que debe ser el resultado de su determinación » o «Estoy completamente aliviado. Dadas las condiciones actuales, podría decir que prácticamente ya hemos ganado» confirman el respaldo de Hirohito a la decisión del Gobierno de desechar de manera ineroxable la vía diplomática en favor de la armamentística.

El testimonio de Yuzawa vislumbra a un Tojo optimista después de lograr, siguiendo las fases administrativas precisas, la no objeción del emperador, quien no formuló pregunta alguna. En cualquier caso, Takahisa Furukawa ha calificado las confesiones de alivio de Tojo como síntomas de un buen burócrata pero mal líder. «Tojo era un burócrata incapaz de tomar sus propias decisiones, por lo que recurrió al emperador como su supervisor . Si no decía lo contrario, entonces él procedería. El informe revela claramente una total falta de liderazgo político en Japón», expresa este experto en la historia de la guerra por la Universidad de Nihon, quien ha confirmado la autenticidad del documento. El mismo Yuzawa guarda una opinión del Primer ministro como un hombre apasionado y leal pero corto de miras y sin una filosofía de jefe político.

Mientras que Tojo fue culpado de forzar los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki y ejecutado como criminal de guerra de primer grado en 1948, a Hirohito se le protegió de la acusación formal en los juicios de Tokio . Muchos historiadores han venido cuestionando los esfuerzos del general Douglas MacArthur y su camarilla para exonerar al emperador cargando toda la culpabilidad en las mochilas de las demás cabezas visibles del Imperio nipón, tanto políticas como militares.

Estados Unidos consideró que su importancia representativa era fundamental para reconstruir una nación derruida y lo utilizó como garantía de estabilidad en el devenir democrático de Japón. Tanto es así que, pese a tener que renunciar a su condición divina al final del conflicto, Hirohito, vacío de toda responsabilidad, murió en 1989 tras más de 62 años en el trono. Pero la Historia, algunas veces más tarde que pronto, siempre termina haciendo justicia.

El general MacArthur junto al emperador Hirohito en su primer encuentro en 1945 CC

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