El legado económico de Andy y Lucas: entre la música, los negocios y una despedida millonaria
No es fácil gestionar amistad y negocios, pero el dinero nunca fue un problema
Se desvela el proyecto que Lucas, de Andy y Lucas, tendría entre manos tras el 'adiós' del dúo
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Iniciar sesiónDespués de dos décadas sobre los escenarios, Andy y Lucas decidieron bajar el telón con una gira que, más allá de lo sentimental, ha dejado al dúo gaditano con un balance económico envidiable. Su adiós, bajo el título 'Nuestros últimos acordes', no fue solo ... una celebración de su carrera sino también un movimiento de lo más rentable. En apenas un año, los artistas habrían generado alrededor de dos millones de euros brutos con la suma de conciertos, promociones y derechos de autor. Una cifra que confirma que el dúo, incluso en su despedida, seguía siendo un éxito.
Las últimas fechas de la gira colgaron el cartel de «no hay entradas» en casi todas las ciudades, con dobles funciones en recintos emblemáticos como el WiZink Center de Madrid. Los precios de las entradas, que rondaban los 50 euros, y los aforos de entre 5.000 y 10.000 personas, permitieron un ingreso por concierto que, según fuentes del sector, podía situarse fácilmente entre 50.000 y 150.000 euros, dependiendo de si actuaban bajo promotoras o en formato de producción propia.
En los contratos públicos con ayuntamientos, sus cachés se movían en una horquilla de 12.000 a 17.000 euros por actuación, una tarifa que, multiplicada por la treintena de fechas celebradas, confirma la magnitud del negocio. A eso se suma la parte digital. Con más de 1,6 millones de oyentes mensuales en Spotify, sus canciones continúan generando ingresos pasivos que, aunque modestos en comparación con los conciertos, suponen una fuente estable: en torno a 35.000 euros anuales solo en plataformas de 'streaming'. Su catálogo sigue vivo en radios, bares y recopilatorios, asegurándoles ganancias durante años. Unas ganancias que han invertido bien.
Lucas González ha sido el más activo fuera del escenario: además de su faceta musical, ha invertido en inmuebles y pequeños negocios locales en Cádiz, apostando por el ladrillo como fórmula de estabilidad, algo que reconoce que le recomendaron sus padres y de lo que según sus propias declaraciones hoy podría vivir. En varias entrevistas, ha reconocido que una parte importante de sus ingresos se ha destinado a bienes raíces y alquileres. Andy, por su parte, ha mantenido un perfil más discreto, aunque también se le atribuyen inversiones en vivienda y propiedades familiares.
Sin embargo, eso también ha sido motivo de desgaste personal y ha hecho que la relación entre ellos fuera cada vez más complicada. Tras más de veinte años de carrera, las tensiones por la gestión y el reparto económico parecen haber pasado factura. En el programa 'Me quedo conmigo', Lucas ofreció una versión inédita de ese desgaste, abriendo la puerta a la parte menos amable del éxito. «He asumido mucha carga, y eso me ha afectado la salud», confesó ante las cámaras. El gaditano explicó que durante mucho tiempo se encargó de coordinar giras, negociar con promotores y tomar decisiones administrativas, lo que derivó en un agotamiento físico y emocional. En un momento de la entrevista, dejó una frase que se interpretó como un dardo hacia su compañero: «A una persona solo se la conoce cuando ya no te necesita».
De sus palabra se dedujo fácilmente que la relación entre ambos ya no pasaba por su mejor momento. «No me arrepiento de lo que hemos vivido, pero sí de haber cargado con tanto peso solo», añadió, subrayando que detrás de los focos había una estructura empresarial compleja y una gestión que no siempre fue equitativa. Según fuentes cercanas al entorno del grupo, la división de tareas no estaba claramente definida, y eso generó fricciones sobre responsabilidades, cobros y decisiones estratégicas.
El concierto final, que debía ser una despedida festiva, no estuvo exento de polémica. Las diferencias entre ambos artistas se hicieron evidentes en el escenario y en los días posteriores, cuando circularon rumores sobre desavenencias internas por el reparto de los beneficios de la gira y la comunicación con el equipo técnico. Lucas, visiblemente afectado, se defendió diciendo que necesitaba «tomar las riendas de su vida» y que «ya no podía más con la presión». Andy, más prudente, optó por guardar silencio público y limitarse a agradecer el cariño de los fans, aunque dejando algunas indirectas a través de redes sociales.
A pesar de las discrepancias, los datos económicos son incuestionables: la gira de despedida fue un éxito rotundo y dejó al dúo en una posición financiera relajada. Las cifras estimadas sitúan los beneficios netos conjuntos en torno a 1,2 millones de euros, una vez descontados los gastos de producción, logística y personal. Es probable que ese dinero, junto a las propiedades individuales, constituya la base del patrimonio final que ambos se reparten en esta nueva etapa.
Hoy, con la banda oficialmente disuelta, Andy se enfoca en proyectos personales y colaboraciones puntuales, mientras Lucas se ha refugiado en su entorno familiar, intentando reconectar con su salud y su tranquilidad. «Lo que he ganado me ha costado caro en otros sentidos», reconoció recientemente, dejando entrever que el precio del éxito ha sido, en su caso, emocional más que económico.
El legado de Andy y Lucas no se mide solo en discos vendidos -más de dos millones a lo largo de su carrera- sino en la rentabilidad de una marca que supo evolucionar con el tiempo. Supieron invertir, gestionar y defender su imagen con inteligencia, manteniendo una estructura empresarial estable durante dos décadas, algo poco común en el panorama musical español. Su despedida no marca el fin de un fenómeno, sino el cierre de un ciclo donde la música, el dinero y la amistad se entrelazaron hasta el último acorde. Y nunca mejor dicho.
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