Amor sin condiciones
Javier, 55 años: «Que tengamos una enfermedad mental no significa que no podamos enamorarnos»
Hace 6 años Javier fue diagnosticado como persona psicótica. Hoy vive en un piso tutelado en el que ha encontrado el amor y se siente fortalecido. Cuenta su testimonio a ABC para concienciar sobre estos pacientes que también tienen necesidades afectivas
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Madrid
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Iniciar sesiónTras 26 años trabajando en Telefónica, Javier explica que hace 6 años le diagnosticaron «persona psicótica» por lo que le dieron la incapacidad absoluta. «Llevaba una vida muy desordenada. Me levantaba a la una del mediodía, no cuidaba mi imagen ni aspecto, ¡hasta tenía las ... uñas de los pies infinitamente largas! Todo me daba igual. Mi vida se tornó complicada», confiesa a ABC este hombre de 55 años.
En un momento dado decidió que no podía seguir así y pidió ayuda a la que hoy es su ex mujer para ir a un piso tutelado y tener una oportunidad de vivir mejor bajo supervisión profesional especializada. Así fue cómo llegó a AISS, la Asociación de Iniciativas Sociales que cuenta con siete pisos tutelados en Madrid para que los compartan personas con enfermedad mental. «Mi vida cambió por completo. Ahora me levanto pronto, me ducho, desayuno a las nueve, como y ceno a horas siempre establecidas. En definitiva llevo una vida ordenada y tranquila». Y, en los últimos años «muy emocionante», confiesa con una amplia sonrisa.
Ese sentimiento tiene nombre. Se llama Marisa. Es una mujer que llegó hace dos años y medio a este mismo piso por padecer una esquizofrenia. Ambos se gustaron. «Estuvimos tres meses conociéndonos hasta que decidimos comenzar una relación amorosa. Yo me siento muy fortalecido, al igual que ella, desde que somos pareja. Sabemos que por nuestra condición, por tener una enfermedad de salud mental, es difícil que personas ajenas entiendan que nos podamos gustar y querer. Pero nosotros tenemos una relación sana y muy bonita. Ha sido una gran suerte y oportunidad conocernos en este piso».
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Javier es muy consciente de que encontrar pareja fuera de su entorno es muy complicado. «Imagínate si conozco a una chica y me pregunta dónde vivo. Si le digo que en un piso para enfermos mentales... ¡Sale corriendo!». Reconoce que es una pena, pero es así. «La gente no se da cuenta de que los enfermos mentales somos sociables. Tomamos medicación y podemos llevar una vida más o menos normalizada. Lo que ocurre -prosigue- es que nos tienen miedo, nos ponen un 'stop' delante y nos apartan. Nos aíslan. Somos personas con sentimientos y necesidades afectivas», recalca.
Actualmente Marisa se encuentra en Toledo, en casa de su hermana. «Hablamos todos los días por teléfono y nos vemos en los fines de semana. Este San Valentín nos felicitaremos por teléfono porque como cae en miércoles no puede venir desde Toledo. Su hermana -añade- está muy contenta de que Marisa y yo seamos pareja. Tenemos una relación muy bonita. Tener una enfermedad mental no impide que estemos enamorados».
Así lo considera también Ana Villota, fundadora hace 30 años de los pisos de AISS. «Intentamos con nuestra labor la plena integración de las personas con problemas de salud mental. Contamos con psicólogos y trabajadores sociales que velan por ello, por que no abandonen su medicación... De otra manera, estas personas estarían ingresadas en hospitales o aisladas en sus casas. Estos enfermos no sólo sufren el estigma laboral o de acceso a recursos en nuestra sociedad, también se les niega el ámbito afectivo y sexual por falta de conocimiento de su situación. Y, por ello, sufren mucho».
Insiste Villota muy tajante en que «los enfermos mentales también se enamoran y pueden mantener relaciones afectivas saludables. Actualmente se les excluye en el terreno laboral y, si tampoco se les permite tener pareja, entonces se preguntan '¿quién soy yo?'».
Explica que «estos pacientes son capaces de tener un amor, incluso más sano que el de las personas no enfermas, puesto que viven continuamente en un proceso de introspección, de conocerse así mismos y psicoanalizarse, por lo que cuando conocen a otra persona que les gusta tiene una gran percepción de quiénes son y lo que les conviene».
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Añade que hasta los siete pisos que tienen en Madrid llegan pacientes con enfermedades mentales crónicas o graves, como pueden ser esquizofrenia, trastornos depresivos, de personalidad, paranoide, maniaco depresivos... «Gracias al seguimiento y cuidado que les hacemos consiguen poco a poco integrarse a la sociedad en todas las facetas personales».
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SuscribeteEn ABC desde 1994 como periodista de formación, empresa, motor. Desde 2011 al frente de ABC Familia, donde escribo y modero debates de lo más importante en la vida: nuestros peques, parejas y mayores.
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