Cómo hacer que el miedo se convierta en tu mejor amigo
Cristina Gutiérrez Lestón, educadora emocional, recuerda que «somos analfabetos emocionales» y que es vital aprender a gestionar las emociones
De la 'papitis' y 'mamitis' a la 'hijitis': ¿Son las familias sobreprotectoras con sus hijos?
¿Quién no ha sentido miedo alguna vez? Y lo más importante: ¿Qué has hecho con él? Lo más probable es que hayas optado por ignorarlo, apartarlo de tu vida, como si por sí solo fuera a desaparecer... «Pero no se puede», asegura Cristina ... Gutiérrez Lestón, autora de 'Líbrate del miedo' (Grijalbo).
Esta educadora emocional e investigadora en el campo de la educación emocional aplicada trata con numerosas familias día tras día, quienes acuden a sus talleres para trabajar la gestión emocional porque «somos analfabetos en este campo». «Los primeros que se dan cuenta de la dura realidad son los niños, quienes les dan las semillas de la alegría a sus mamás porque dicen que son quienes las necesitan», asegura en esta entrevista. Una dura realidad de la que nadie es consciente y por ello, en vez de educar, se sobreprotege también a los menores, quienes no tienen capacidad para tolerar la frustración.
- El miedo es una emoción que siempre está ahí. Por tanto, ¿qué hacemos?
No puedes ignorarlo. Es imposible porque es una emoción preconsciente, es decir, antes de la consciencia. Aunque quieras negarlo o invalidarlo, lo vas a sentir. No debemos olvidar que las emociones aumentan las enfermedades. Por eso, es fundamental entender que éstas son aliadas para ir por la vida. Tienen un poder. Negar el miedo, no querer verle… Lo único que conseguirás es que te tenga.
Hay dos opciones: él puede ser nuestro amigo o enemigo, es decir gestionarlo yo o dejar que él me gestione a mí. Y con esto me refiero no sólo al los miedos grandes, sino también a esas pequeñas cosas que nos provocan intranquilidad, nos hacen estar temerosos... Si no lo afrontas, se acabará convirtiendo en un miedo cada vez más grande (terror, pánico, fobias).
- Así que sí, tenemos que convivir con él... pero cuesta asumirlo.
Tras vivir una pandemia, hemos sido más conscientes del miedo, que proviene de la falta de información. Por tanto, lo primero que tenemos que hacer es darnos cuenta de que 'estoy experimentando' esa emoción porque, si no hay consciencia, no hay regulación. Siempre explico a las familias que podemos enfadarnos por lo que sentimos pero somos responsables de lo que hacemos con eso que sentimos. A los niños les ayuda mucho decirles que pueden sentir lo que quieran, pero no pueden hacer cualquier cosa con eso que sienten.
- De hecho, los niños desde que nacen conocen muy bien esta emoción.
El temor es una emoción con la que vivimos desde desde que nacemos hasta que morimos. Es la emoción más potente. Es como una serpiente sigilosa que no te altera hasta que te ataca. Incluso piensa y llega a decidir por ti. Sobreproteger es educar con miedo. Y hemos de vigilarlo porque es una emoción muy contagiosa, como la de cualquier virus: si se educa desde el miedo, se lo inculcaremos a nuestros hijos.
La misión del miedo es apartarnos del peligro real pero también del imaginario: '¿Y si el niño suspende?, ¿Y si la niña no quiere ir al campamento? ¿Y si...?'. ¿Sabes que el 85% de los miedos que sentimos no van a pasar nunca? Por tanto, ¿quién educa: tú o el miedo? ¡Tú eres más grande que tus miedos! ¡Los seres humanos estamos diseñados para afrontarlos y superarlos! Lo que pasa es que tenemos que saber regularnos y en ello tiene mucho que ver nuestra capacidad emocional.
«Si se educa desde el miedo, se lo inculcaremos a nuestros hijos»
- Nadie nos ha enseñado a gestionar las emociones...
Cierto y no puede ser que vayamos por la vida sin saber regular. Si le decimos a nuestro hijo 'no tengas miedo', 'no llores', le enseñamos a esconder esa emoción. Él sabe que no se siente bien pero 'no puedo estar triste', piensa.
Sin embargo, cada vez hay más menores con miedos. Lo veo en mis talleres y ahí está las cifras de salud mental de los jóvenes. El miedo ha aumentado porque no se afronta. Si a tu hija le dan miedo los perros, lo más probable es que cuando vayas con ella por la calle, te cruces de acera o la sobreprotejas si pasa otra persona cerca paseando a su mascota. Eso es quitarle información cuando lo que tienes que hacer es dársela. Puedes explicarle las distintas razas de perros que hay, recordarle quien de vuestro entorno tiene perro y nunca le ha pasado nada, animarle a tocar o ver de manera tranquila a un cachorro... Así se dará cuenta de cómo se puede afrontar un miedo y verá que es capaz. Esta es la manera y no 'ya discuto yo tu examen con tu profesor porque tú no puedes'. Así, normal que nuestros niños y jóvenes no sepan tolerar la frustración.
La educación emocional no es educar entre algodones. Les estamos educando diciéndoles que no pueden sentir miedo o rabia y sí que pueden. La clave está en que sean capaces de detectar y gestionar: 'Estoy sintiendo rabia. Tengo ganas de pegar a este niño pero tengo recursos para regularme y no hacerlo'. Es importante no confundir esto porque todas las emociones, agradables y desagradables, nos ayudan a sobrevivir.
- ¿Hemos pasado de generaciones de padres que han educado bajo el autoritarismo más absoluto a que ahora se sobreproteja?
Sí y todo porque 'quiero que mi pequeño sea feliz'. Confundimos la felicidad con la alegría. Tu hijo se va a alegrar si le compras el último modelo de móvil, por ejemplo, pero eso no es la felicidad porque ser feliz es un trabajo personal de cada uno. Tenemos que entender que yo, como padre o madre, mi felicidad depende de mi, no de mi hijo. Al igual que la felicidad de nuestros pequeños, depende de ellos. La felicidad no tiene que ver con la alegría. Confundimos ambos términos porque somos analfabetos emocionales.
«Confundimos alegría con felicidad porque somos analfabetos emocionales»
En los ultimo años, escucho muy a menudo por parte de padres y profesores 'es que él (refiriéndose al hijo o alumno) no tiene la genética para sentirse bien'. ¡Todos tenemos inteligencia emocional! Esta nos ayuda a sentirnos bien sin destruirnos. En 1930, el 41% de los españoles no sabían leer ni escribir. Eran analfabetos porque nadie les había enseñado. Hoy, somos analfabetos emocionales y por eso tenemos los índices que tenemos de depresión, ansiedad... ¡Hagamos prevención para prevenir patologías! Es parar de una vez de correr.
- ¿Parar? Muy pocos se lo pueden permitir...
Tenemos que disfrutar del camino. ¡Somos lo que repetimos! En mis talleres para familias, los primeros que se dan cuenta de la dura realidad son los niños, quienes les dan las semillas de la alegría a sus mamás porque dicen que son las que lo necesitan ('levántate de la cama, vístete, desayuna, nos vamos al cole...'). Tenemos que dejar de correr. El vivir acelerados es un problema, como nos pasa con las pantallas. Y esa angustia diaria que sentimos se contagia.
Hubo recientemente una niña de 9 años que me dijo que había dejado el miedo en el bosque porque no era su miedo, sino el de su madre. Los niños van a la esencia, se dan cuenta de las cosas. El miedo hay que saber gestionarlo.
Creo que podemos parar. ¡Vamos a ser un poco inteligentes porque vamos a morirnos todos igualmente! Y no hacemos más que correr, correr y correr. Dejémonos de tonterías y creencias que nos limitan. Dejemos el móvil y hablemos más con la pareja. Dejemos de ir corriendo del cole a las extraescolares y luego a inglés.
- Justo en el libro hablas de la ansiedad, estrés y consciencia emocional. Apenas tenemos tiempo para pensar…
Tenemos que tener en cuenta que hay momentos en los que no vamos a poder evitar ansiedad. Y no pasa nada. Por ejemplo, ante un examen o una entrevista de trabajo. Lo malo es cuando se cronifica porque, además, cuando tienes ansiedad y estrés, sientes miedo, y las decisiones que tomas son menos inteligentes y acertadas que si la tomas desde la calma.
- Entonces, tenemos que trabajar y mucho en inteligencia emocional.
Es un trabajo muy chulo, empoderado, un trabajo desde adentro. Yo siempre digo: 'Stop al analfabetismo emocional'. Cada uno tiene que saber qué siente, por qué, para que te vale una emoción como el miedo o los cielos... y utilizar nuestro sistema emocional de manera correcta, no al libre albedrío.
«La educación emocional no es educar entre algodones»
El miedo, la rabia y la tristeza son las emociones que más sentimos, junto a la alegría. ¡Es clave saber gestionarlas! La alfabetización emocional es vital desde edades tempranas. ¡Tenemos derecho a sentirnos bien! Sin embargo, parece que nos conformamos con los número tan bestias que tenemos de índice de suicidios o autolesiones. Tenemos que ser activistas del bienestar emocional. ¡Somos el país del mundo con mayor consumo de ansiolíticos!
- ¿Son diferentes los miedos de las madres y de los padres?
Un poco sí, aunque cada vez hay más padres con miedos parecidos a los de ellas al involucrarse más en el cuidado de los niños. En general, las mujeres tenemos más miedos. Es algo natural y lógico porque, desde un punto de vista biológico, somos nosotras las que gestamos, cuidamos, etc. De hecho, hay razas en las que, aunque el macho se olvide de sus crías, éstas salen adelante gracias a ella.
Por tanto, los miedos de las madres están relacionados con lo que es más importante para ellas, es decir, sus hijos, la supervivencia. Y luego están los miedos sociales porque somos seres sociales. Y uno de los principales temores, hasta antes de la pandemia, era el miedo a lo que piensen los demás de nosotros, por encima del miedo a la muerte. Por eso nos genera tanta ansiedad nuestra imagen, la pertenencia, los vínculos...
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Por último, no debemos olvidar que cuanto más baja tengas la autoestima, más miedos tendrás. Históricamente, la mujer es la que menos confianza tiene sobre sí misma y, por tanto, la que mayores inseguridades suele tener.
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