'No solo son pantallas': «De nada sirve que los padres pidan que quiten los dispositivos en el colegio si en casa les permiten su uso»
Nace una nueva guía para ayudar a padres y docentes que desean acompañar a los jóvenes en su viaje hacia el bienestar digital
Pensamiento crítico: el legado más importante que puedes dejar a tu hijo para que no lo manipulen
«Los docentes no son psicólogos, pero son clave al poder detectar y prevenir ciertos comportamientos en el aula»
Madrid
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesión¿Pantallas sí, pantallas no? Esta ya no es la cuestión. «Lo verdaderamente importante en este momento es contar con herramientas útiles y criterios sólidos para que familias y centros educativos puedan tomar decisiones conscientes que protejan a los menores y les ayuden a ... construir una relación equilibrada, crítica y saludable con la tecnología. El reto hoy es formar una generación capaz de aprovechar las ventajas de lo digital sin quedar atrapada en sus trampas. Un desafío enorme, sí, pero también una oportunidad única que no podemos dejar pasar«. Así lo recalcó Carmen Llopis, cofundadora de 'No solo pantallas', durante la presentación de esta guía para madres, padres y docentes que desean acompañar a los más jóvenes en su viaje hacia el bienestar digital. Con el respaldo de reconocidos expertos en la materia y apoyado en la evidencia científica, este libro propone una hoja de ruta clara y práctica para avanzar con seguridad hacia ese objetivo común.
Durante su intervención, la educadora y divulgadora ofreció una ponencia inspiradora sobre el modelo de educación responsable y bienestar digital que ella y su equipo, formado por María Dotor, periodista especializada en crianza y educación, y Sara Sánchez, especialista en diseño gráfico y producción audiovisual, desarrollan. «Queríamos definir un bienestar no inmediato, sino sostenible, a medio y largo plazo», explicó. «Para nosotras, el bienestar digital se logra a través del equilibrio entre lo offline y lo online. Es decir, ningún niño debería tener una experiencia online si antes no ha vivido suficientemente en el mundo offline. No puede tener amigos en redes si no ha tenido amigos en la calle».
Señaló que «la solución no es prohibir, sino educar. Concienciar y regular de forma equilibrada y comunitaria el uso de los dispositivos». Igualmente defendió la coherencia entre familia, escuela y entorno social puesto que «de nada sirve que los padres pidan quitar las pantallas en el colegio si el centro no va en la misma línea, o si en casa permite su uso a los hijos. La educación digital debe ser una tarea compartida, incluso con los abuelos».
El modelo propuesto por Carmen Llopis y María Dotor simula un viaje simbólico en coche hacia la educación responsable, para guiar a familias y centros educativos hacia un uso consciente y saludable de la tecnología. «Queremos que visualicéis este proceso como un viaje en coche, puesto que este vehículo se puede parar, se puede recalcular la ruta, cambiar de dirección o repostar según las necesidades del momento. Pero, además, en cada coche hay unas normas: en unos está prohibido comer; en otros, fumar, poner la música alta... Por eso, antes de emprender el viaje hay que establecer normas claras«.
-Ambas especialistas consideran que la primera norma es cero pantallas de 0 a 6 años. «Los pediatras lo dicen claramente. Y no debemos usarlas como un chupete emocional»
También señalaron hábitos cotidianos que deberían convertirse en regla:
-No invitar al móvil o la tablet a sentarse a comer a la mesa.
-No dormir con estos dispositivos en la habitación.
-No premiar ni castigar con tecnología.
-Pactar tiempo de uso, tanto de los niños como de los adultos, que deben dar ejemplo.
-Establecer tiempos y espacios son conexión digital
-No introducir una nueva tecnología sin antes conocer las consecuencias de su uso.
-Priorizar las experiencias reales por encima de las digitales.
-Cuidar el vínculo y la relación con los hijos y alumnos por encima de todo.
Cinco paradas
Además, explicó que el modelo de 'No solo son pantallas' propone en este viaje cinco paradas:
1. Conocer el cerebro antes de usar la tecnología: «No hace falta ser neuropsicólogo, pero sí entender qué pasa en nuestro cerebro cuando usamos redes. Si notas que te engancha TikTok, quizá es porque te has pasado de dopamina».
2. Crear hábitos saludables: «Fue una de las tareas más difíciles -reconoció-. Revisamos bibliografía y definimos diez hábitos saludables como los alimenticios y de descanso, el pensamiento crítico (con la colaboración del filósofo José Carlos Ruiz), la lectoescritura en papel, la creatividad, hábitos emocionales, morales, de consumo y de ocio.
3. Establecer relaciones sanas y construir una identidad familiar: «Cuando los niños tengan dudas ante una propuesta digital, esa identidad les ayudará a recalcular», puntualizó, al tiempo que reivindicó la importancia de la identidad colectiva en los centros escolares.
4. Usar la tecnología de forma responsable para responder, antes de usar los dispositivos a las siguientes cuestiones: cuándo, cómo, cuánto y para qué.
5. Desarrollar la resiliencia digital: «Hay que aprender de los errores. Nos van a pasar cosas, y debemos tener procedimientos en marcha para aprender de ellas, tanto en casa como en los colegios».
Carmen Llopis insistió en que «estamos embriagados de opinión, pero debemos volver a la ciencia. Cuando no sepamos hacia dónde ir, preguntamos a la evidencia, no a los asesores. Por eso nosotras hemos decidido contactar con nuestros queridos expertos, que son nuestra verdadera brújula».
Numerosos expertos
Entre ellos, destacan Silvia Álava, psicóloga del Centro de Psicología Álava Reyes; Beatriz Martínez, del Servicio de Psiquiatría y Psicología Clínica del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid; Alberto Soler, psicólogo general sanitario; Santos Solano, director del Hospital de Día de TCA del Centro ITEM; Francisco Javier Romero-Naranjo, director del Grupo de Investigación 'Neuromotricidad y Alfabetización Motora' de la Universidad de Alicante; Anna Forés, directora de la Cátedra de Neuroeducación de la Universidad de Barcelona; Aitor Sánchez, dietista y tecnólogo alimentario; José Carlos Ruiz, docente de la universidad de Córdoba; Rafa Guerrero, director de Darwin Psicólogos...
Durante la celebración de la presentación de este nuevo libro, los diversos especialistas reflexionaron acerca del uso excesivo de dispositivos móviles, tanto en adultos como en niños y adolescentes y resaltaron que la adicción digital no solo afecta a los más jóvenes, «los adultos también han desarrollado patrones de dependencia ante plataformas diseñadas para retener la atención».
La culpa no es del dispositivo, es de la plataforma
El psicólogo Alberto Soler, matizo que «la culpa no es del dispositivo, sino de la plataforma. Los mecanismos de las redes sociales están diseñados para fomentar un consumo prolongado e incontrolado. Pasamos más tiempo del que queremos en Facebook, TikTok o Instagram. Pero insisto -reiteró-, la culpa no es del dispositivo, sino de la plataforma, del scroll infinito, del algoritmo y de la segmentación de contenidos. Todo ello está inspirado en los mecanismos de las máquinas tragaperras, con refuerzos aleatorios e intermitentes que hacen muy difícil frenar el uso».
Silvia Álava, psicóloga, añadió que el verdadero problema no solo está en el exceso de tiempo que dedicamos a los dispositivos, «sino en todo lo que dejamos de hacer mientras estamos conectados. El coste es relacional y emocional. Quizá no has estado con tu hijo, no has visto a tu amigo, no has compartido una conversación real... Estamos dejando de hacer cosas que protegen la salud mental, como estar con los demás, tocarnos, olernos, vernos».
Beatriz Martínez, del Servicio de Psiquiatría y Psicología Clínica del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, fue muy directa al asegurar que no nos engañemos: «los adultos perdemos el tiempo igual que los jóvenes. No es verdad eso de que solo consumimos contenido de calidad. Nadie puede estar seis horas viendo vídeos educativos. Igual que los adolescentes, perdemos el tiempo con reels o TikTok».
Martínez denunció la hipocresía de muchos adultos que juzgan el ocio digital de los jóvenes, «pero no hay tanta diferencia entre ver vídeos de cómo se limpian alfombras y los vídeos absurdos que ven los adolescentes. Nos ponemos en un púlpito moral, pero hacemos lo mismo».
Explicó que a los adolescentes ingresados en su unidad les quitan el móvil, y que cuando tienen alternativas de socialización, no muestran síntomas de abstinencia. «Lo importante es ofrecerles otras formas de relacionarse», puntualizó.
Cada vez somos menos libres porque pensamos menos
Para Alejandro Villena, psicólogo, sexólogo clínico y director de 'Piénsatelo Psicología' de la Universidad Internacional de La Rioja', «las plataformas no están hechas para educar ni para entretenernos, sino para que pasemos más tiempo frente a la pantalla. Todo está diseñado para que pensemos menos. Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio, y en ese espacio está nuestra libertad. Cada vez somos menos libres porque pensamos menos y somos esclavos de los estímulos».
Ainhoa Arana-Cuenca, de la Universidad Internacional de la Rioja, aseguró que nadie nos ha preparado para convivir 24/7 con un dispositivo que define nuestra identidad digital, «sobre todo porque el móvil también es trabajo, es vida social, es entretenimiento. Todo se mezcla y eso aumenta la adicción».
La concentración no se entrena con pantallas
Rafa Guerrero explicó en su turno de palabra que un uso abusivo perpetúa un cerebro caótico. «Un recién nacido tiene un cerebro caótico que necesita del vínculo humano para organizarse. Si sustituimos ese vínculo por pantallas, perpetuamos un cerebro desorganizado. Los dispositivos están diseñados con luz, sonido y movimiento precisamente para captar la atención del bebé. Cualquier estímulo con esas características atrapa su atención. Pero la concentración no se entrena con pantallas, sino con interacción humana». Y concluyó con una advertencia: «Solo educa el vínculo. Los dispositivos no desarrollan las funciones ejecutivas del cerebro; lo hace la relación humana».
Aitor Sánchez García advirtió que, por si fuera poco, «las pantallas también influyen en la alimentación y en la imagen corporal. La mayoría de anuncios que reciben los adolescentes a través de las pantallas son de comida nada sana. No hay anuncios de berenjenas o garbanzos, porque el lobby del ultraprocesado domina la publicidad digital».
Además, destacó cómo las redes promueven ideales de cuerpo inalcanzables. «Por primera vez, los adolescentes reciben mensajes de otros adolescentes sobre 'cómo comer o verse bien', lo que agrava los trastornos de la conducta alimentaria».
En cualquier caso, pidió empatía hacia las familias. «No hay que culpabilizar a los padres si hay pantallas en las cenas. Si ver una serie juntos mejora el clima familiar, ya es un avance. Luego, poco a poco, se puede aspirar a comidas sin pantallas».
MÁS INFORMACIÓN
- «Los padres quieren educar de la mejor manera, pero les falla la estrategia»
- De la Fuente, seleccionador nacional de fútbol quiere ser 'el paraguas' de los jóvenes: «La salud mental es un partido en el que jugamos todos»
- «Los padres quieren para sus hijos una educación diferente a la que ellos recibieron»
Carmen Llopis cerró su intervención con una metáfora sobre el acompañamiento en este viaje educativo a familias y docentes al asegurar que las dos cofundadoras del proyecto quieren ser buenas copilotos. «El copiloto pone música, da conversación, indica »ve por derecha«, »ahora por la izquierda« y tranquiliza cuando te pierdes. Esperamos recorrer este viaje juntos, desde las redes, los eventos y las áreas de servicio para poder repostar y reencontrarnos. En los próximos años vamos a aprender mucho y muy deprisa. Si no lo hacemos juntos, familias, docentes y profesionales, no servirá de nada».
-
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete