«¿Qué pensarías tú si en el trabajo te gritan? Pues lo mismo que tu hijo en casa»
«Chillar a nuestros hijos tiene importantes consecuencias sobre su salud cerebral y emocional», asegura Rafa Guerrero
Los motivos (a evitar) por los que gritas a tus hijos
Madrid
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Iniciar sesiónLos gritos en casa tienen un efecto en el cerebro de los niños que va más allá del momento concreto. Y la realidad es que para muchos padres, no resulta fácil mantener la calma en el día a día con los hijos. «Demasiados ... estresores a nuestro alrededor lo impiden», admite el psicólogo infantil Rafa Guerrero.
Pero este experto, director también del centro Darwin Psicólogos, advierte que «chillar en casa tiene importantes consecuencias sobre su salud cerebral y emocional».
Cuando gritamos a un niño, apunta, «se activan las zonas inferiores de su cerebro que están relacionadas con su supervivencia. Y 'encender' las áreas inferiores del cerebro infantil tiene serias consecuencias».
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Esto es lo que le pasa al cerebro de tu hijo cuando le gritas
Carlota Fominaya
«Cuando esto sucede -explica Guerrero-, les estamos predisponiendo a reaccionar, más que a responder de manera racional, además de buscar la revancha por los gritos recibidos. Los niños, por muy pequeños que sean, se sienten injustamente tratados cuando alzamos la voz. No se sienten respetados. Estos gritos les predisponen a reaccionar, a protegerse y les dificultará desarrollar las zonas más racionales y ejecutivas (corteza prefrontal)». Además, concluye, «un niño que reciba gritos de manera constante verá como su autoestima se verá significativamente afectada».
En este punto, sugiere este psicólogo, «debemos hacer la siguiente reflexión: ¿qué pensarías tú como adulto si a ti en tu trabajo te gritan, y encima es todo el rato?». «Si le preguntáramos a un adulto si le gustaría que su jefe/a le chillase constantemente y no le respetara, te diría de manera rotunda que no le gustaría. Normal, pero no caemos en que a los niños tampoco les gusta ni se sienten respetados cuando damos voces en casa. Nos creemos en el derecho de gritar y chantajear a nuestros hijos cuando no nos gusta que otros adultos nos traten de esa manera», asevera.
'Siempre se ha hecho así'
Aunque en este aspecto Guerrero hace una diferencia: «Claro que es importante diferenciar entre el padre que grita constantemente a su hijo y el que lo hace puntualmente. Por supuesto que ninguno de los dos se puede justificar, pero el segundo caso es más fácil de reconducir, sobre todo si el padre es consciente de lo que ha hecho y repara el daño causado. El problema es que hemos normalizado que esto suceda en casa. Nos agarramos a la idea de que 'que como siempre se ha hecho así...' nos creemos que no tiene consecuencias y que los niños tienen que hacer caso a sus padres y portarse bien; si para ello hay que gritarles para que 'nos hagan caso', pues lo hacemos y punto«.
Pero hay otro camino, «otra forma de educar es posible», asegura. «Aunque tenemos que ser conscientes de que un cambio requiere de consciencia, motivación, esfuerzo y paciencia».
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Porque por fortuna, concluye el director de Darwing Psicólogos, «para que el adulto no caiga en el error de gritar constantemente a sus hijos debe tener estrategias de autocontrol y regulación emocional. Si el adulto no es capaz de gestionar sus impulsos y sus frustraciones, es difícil que trate con respeto y paciencia a sus hijos. El ritmo de vida, el estrés, la cantidad de tareas que debemos hacer al día son algunos de los motivos que nos llevan a estar estresados y, por lo tanto, perder los nervios. Pero esto tampoco debe ser una justificación».
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