Qué hay detrás de un padre que pierde los papeles con su hijo
Si la escena se repite a menudo, advierten los expertos, es una señal de que algo se está desbordando
Rafa Guerrero: «El trauma infantil apaga el wifi cerebral del niño y causa falta de concentración, hiperactividad…»
Madriid
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Iniciar sesiónHasta la consulta de Sonia Martínez Lomas, psicóloga y fundadora de los Centros Crece Bien, llegan a menudo familias que reconocen haber gritado, dicho palabras que no querían decir… En definitiva, haber perdido la paciencia con sus pequeños. «Lo primero que les explicamos es ... que no están solos y que esto ocurre en todas las familias pero no significa que lo estén haciendo mal, significa que son humanos. Aunque si vemos que se repite a menudo, es una señal de que algo se está desbordando y tal vez necesitamos apoyo emocional, cambiar dinámicas familiares, revisar nuestras exigencias…».
De hecho, perder los papeles alguna vez, admite el también psicólogo Rafa Guerrero, autor de numerosos libros como 'Educar en el vínculo', 'Educación emocional y apego' o 'Trauma: niños traumatizados, adultos con problemas', «es lo más normal del mundo y si nos ocurre, una de las claves estaría en ajustar expectativas y entender que esto nos puede suceder a todos de vez en cuando. No siempre estamos con el wifi encendido para atender a nuestros hijos. Vivimos en una sociedad muy exigente, estresante, inmediata, donde no es fácil compaginar nuestra parte laboral con la familiar y toda la atención que un menor necesita, que abarca desde sus necesidades fisiológicas, hasta las emocionales, sociales y cognitivas. Otra cosa muy distinta es que eso sea en casa la tónica habitual», advierte Guerrero.
La educadora Leticia Garcés, autora de 'Padres formados, hijos bien tratados', también recibe a menudo a familias que consultan sobre este asunto, «que reconocen que son precisamente sus hijos, con quienes tienen el vínculo más estrecho, quienes sacan lo peor de ellos mismos». Esto tiene, según Garcés, una explicación: «Los adultos de hoy no han sido educados en gestión emocional».
Sin embargo, como padres, hay varias formas de atravesar una situación de estas en casa. Así, tal y como expone esta profesional, «hay progenitores que lo justifican e incluso hacen culpables a los niños. Son familias donde no se dan la empatía, comprensión y flexibilidad que un menor necesita», advierte. En otras, prosigue Garcés, «los adultos son capaces de reconocer que no hay nada que justifique el maltrato puntual y necesitan reparar lo que han hecho con sus hijos, pero lo hacen desde la culpa y el malestar que les produce haberlos tratado de la misma manera que ellos lo fueron de niños».
En un tercer escenario, dibuja esta educadora, «los padres primero se perdonan a sí mismos. Son compasivos: tienen la capacidad de empatizar consigo mismos y aprender de sus errores. No les gusta cómo han tratado puntualmente a su hijo, pero hacen un acercamiento desde la madurez y la responsabilidad, de aprendizaje de sus errores».
Transformación
Porque la buena noticia, corrobora Martínez Lomás, «es que educar no es hacerlo perfecto, sino saber reparar cuando nos equivocamos. De hecho, esos momentos de ruptura pueden transformarse en oportunidades únicas de conexión si sabemos afrontarlos». Si usamos la culpa, explica la directora de los centros Crece Bien, «como una brújula emocional, que nos lleve a pensar: ¿Qué puedo hacer diferente la próxima vez? Entonces estaremos aprendiendo. El problema no es equivocarse una vez, dos… El problema está en no pararse a mirar qué necesitamos cambiar». «Siendo conscientes de que hay una carencia afectiva importante podemos aprender a ser padres emocionalmente competentes. De hecho, las personas con una alta inteligencia emocional intentan mejorar esas carencias y adquirir las competencias que les faltan para poder acompañar a sus hijos», añade Leticia Garcés.
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En última instancia, el desbordamiento de los padres en la crianza, «que puede provocar conductas agresivas, o comunicación violenta, pueden ser indicadores de que se necesita ayuda para afrontar la paternidad y de que ha llegado el momento de acudir a terapia familiar», sugiere Jorge Gil Tadeo, psicólogo clínico, terapeuta familiar y presidente de la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar (FEATF). «A veces –concluye la directora de los centros Crece Bien–, lo más valiente no es aguantar, es pedir ayuda».
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