La respuesta del presidente de los pediatras a los padres que temen vacunar a sus hijos
Entrevista con el doctor Luis Carlos Blesa Baviera, recientemente elegido presidente de la Asociación Española de Pediatría (AEP)
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Iniciar sesiónEl doctor Luis Carlos Blesa Baviera ha sido elegido presidente de la Asociación Española de Pediatría (AEP) para el mandato 2021-2025, relevando en el cargo a la doctora María José Mellado. Especializado en gastroenterología y nutrición infantil, el doctor Blesa es pediatra en ... el Centro de Salud Serrería 2 de Valencia, y, durante los últimos cuatro años, ha presidido la Sociedad Valenciana de Pediatría (SVP) . Es, además, vocal del Comité de Nutrición de la AE y vocal del grupo de trabajo de Gastroenterología y Nutrición de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) .
Blesa llega con a la Asociación con la propuesta de centrar sus esfuerzos en «la defensa de nuestro modelo pediátrico, que incide especialmente en la Atención Primaria, con un peligro real y próximo que podría llevar, si no se toman medidas relevantes y urgentes, a la desaparición de la pediatría de este nivel asistencial».
El presidente de la AEP destaca, entre las líneas prioritarias de trabajo para los próximos años, dar continuidad a la tarea ya iniciada en la defensa y consolidación de las Áreas de Capacitación Específicas de las diferentes especialidades pediátricas. «Estas serán nuestras dos prioridades principales, pero muchos más asuntos, como corresponde a una asociación tan global e integral como la nuestra, serán también objeto de nuestro esfuerzo», añade el doctor Blesa.
¿Cuáles son sus principales objetivos a cumplir durante su presidencia de la Asociación Española de Pediatría (AEP)?
Desde luego la profesión médica tiene sus problemas dentro de un contexto general debidos, sobre todo, a la situación de la última década. Por distintos condicionantes, se agudizó una tendencia que ya se veía venir: una menor inversión, sin los incentivos adecuados para mantener un sistema sanitario, público. No se mantuvieron los recursos humanos, ni los tecnológicos, para que un sistema sanitario como el español siguiera teniendo esa consideración y continuara siendo uno de los primeros a nivel mundial. Esa crisis se ha agudizado a partir de la pandemia.
¿Puede concretar cómo afecta a la pediatría española?
La pediatría de la Sanidad Pública se basa en un modelo en el que los pediatras trabajamos a nivel asistencial. Es un modelo que ha demostrado múltiples beneficios, de una gran conexión con las familias, mejores tasas de vacunación, menos derivaciones, etc. y que revierte claramente en unos beneficios a la sociedad.
Las familias españolas están muy contentas de que estemos en primaria, pero ¿qué ocurre? Que muchos profesionales tienen se plantean otras opciones a nivel profesional, o académico, o que por satisfacción profesional les seducen más que la Atención Primaria.
Hay muchos compañeros que han terminado su periodo de residencia y han optado por tener mejores sueldos, o bien por marcharse a otros países europeos con mayor capacidad económica. o quedarse en el ámbito hospitalario (muy importante también) y dedicarse a la cardiología, neonatología, cuidados intensivos, o a cualquiera de las más de 20 especialidades pediátricas existentes.
Eso ha hecho que uno de los mayores problemas sea el defender ese modelo pediátrico español, que atiendan a niños y adolescentes en toda la geografía española.
Ustedes también defienden que la profesión pediátrica requiere de una especialización en todos los campos.
Ese es otro de los grandes ejes para trabajar en la defensa del modelo pediátrico español, tanto en centros de salud como en hospitales pequeños y grandes: el reconocimiento de esas especialidades pediátricas, pero no como un curriculum . Esta formación es una cosa que hay que favorecer, como también hay que lograr en hospitales que tengan un tiempo de trabajo que les permita desarrollarse. Es decir, sí que tenemos que conseguir que a nivel de la administración exista un reconocimiento de esas especialidades pediátricas y solo puedan ejercer esas personas. Es una de nuestras prioridades: conseguir que una de las facetas de la labor asistencial sea también la labor docente e investigadora. Que esta sea una profesión donde se estén adquiriendo constantemente conocimientos técnicos y tecnológicos. Pero eso requiere que los pediatras no solo hagan atención asistencial sino que mantengan también su faceta investigadora. Porque habrá nuevas epidemias, existirán nuevos compromisos… pero todos estos avances tienen que ir seguidos de una labor investigadora.
Respecto a la pandemia del coronavirus, ¿qué análisis puede hacer sobre el hecho de que China haya aprobado vacunar a los menores a partir de los 3 años?
Tenemos que tener en cuenta muchos matices, para poder tomar esta decisión de una forma moderada y sosegada. Hay que señalar una cosa importante, y es que la afectación de los niños, desde el punto de vista clínico de incidencia y gravedad, es mucho menor que el adulto. Tampoco parecen ser el foco de transmisión. Es decir, la inmensa mayoría de los casos pediátricos son muy leves y asintomáticos y por los datos que estamos conociendo muchos de los niños no parecen ser el origen de los brotes, o de los focos. Cuando un niño pasa la Covid, normalmente él no quien lo que lo ha llevado a la casa, sino porque se ha contagiado de su entorno social adulto, de un monitor, un profesor… La gripe en cambio parece ser que se contagia en las escuelas o casas, sin embargo en la covid el niño no suele ser el foco transmisor y cuando lo pasa pasa clínicas muy leves.
El niño no padece gravedad y no transmite mucho por tanto en la vacunación , por tanto, deberían ser los últimos. Primero hay que vacunar a las personas que más padecen el virus, o que tiene enfermedades crónicas, o son sanitarios, que es lo que se ha hecho en todos los modelos de vacunación del mundo, y en último lugar, niños y adolescentes. Lo cual no quiere decir que para conseguir una adecuada transmisión cuanta más población esté vacunada, epidemiológicamente, menos personas se podrán infectar. Si hay un alto nivel de población vacunada será más dificil la propagación del virus de persona en persona.
¿Qué le parece el miedo que han manifestado algunos padres respecto a los efectos secundarios que pueden producir en sus hijos las vacunas?
Nadie puede permanecer impasible frente al hecho de que, junto a unas redes sanitarias públicas de higiene y abastecimiento de agua, las vacunas son uno de los grandes avances científicos de la humanidad. Han permitido salvar muchas más vidas en el mundo e incluso erradicar otros virus como el de la viruela, la poliomielitis, etc, que producían enorme mortalidad. en la población. Podríamos pensar que las vacunas mueren de su propio éxito: la gente se olvida de que las personas se morían de la difteria, el tétanos, la tos ferina, las paperas u otras infecciones más recientes como el meningococo. Hay muchas cosas que la población no sabe, u olvida, sobre los muchos beneficios que han producido.
Cierto es también que es un producto médico que puede tener efectos secundarios, pero son locales y leves, tipo molestias en el nivel de la inoculación donde la persona produce una respuesta inmunitaria. A niveles generales pueden producir fiebre, malestar general… pero son efectos totalmente lógicos de las vacunas.
También hay que señalar que hay diferentes formas de producir vacunas, y en este caso concreto del coronavirus, ha habido que hacer un apresuramiento y aceleración de las fases que ha permitido que en tiempo récord se hayan podido producir unas vacunas espectaculares. Unas pueden tener un mecanismo de acción, otras otro, pero todas las que han llegado a un desarrollo han permitido combatir la pandemia, reconducirla y que podamos volver a nuestros comportamientos sociales y familiares.
Pero, ¿qué les diría a esos padres que tienen resquemores, pese a todo?
Puede haber resquemores debido a los posibles efectos secundarios, pero insisto, estos son leves y totalmente asumibles. Además, llegados a este punto hay que hacer un balance beneficio-riesgo: El de no pasar una enfermedad como el Covid, que en personas mayores puede tener su gravedad pero en otras poblaciones más jóvenes no sea así (aunque también haya casos graves (pocos) en niños y adolescentes). Por tanto, hay que mantener ese espíritu de no pasar la enfermedad, que está muy por encima de los efectos secundarios que se conocen de las vacunas. Con los datos y conocimientos que hay ahora, hay que mantener una actitud pro vacunadora.
¿Y con los adolescentes?
En los ensayos que ya se están haciendo en adolescentes se está viendo que se comportan muy bien, que la tasa de respuesta es muy buena, la vacuna les protege mucho y con unos efectos secundarios totalmente excepcionales y mínimos.
Ustedes desde la Asociación Española de Pediatría están avisando de un aluvión de problemas de salud mental. ¿En qué sentido?
No hay que olvidar que esta es una pandemia con una repercusión global y en todos los tramos de edad o sciales. No ha afectado a unos tramos sociales o económicos únicamente, sino a todos. Ha tenido una repercusión y afectación generalizada a niveles médicos, profesionales, sociales, económicos y, por supuesto, a nivel psicológico. Nos ha afectado a los adultos en nuestras relaciones de pareja, con nuestros familiares, a nuestros padres… Ha tenido mucha complejidad, ha producido problemas profesionales, laborales, gente en ERTE, que ha perdido su negocio… Y claro, todas esas cosas repercuten también en la esfera psicológica a todos los niveles.
¿Cómo ha afectado a la salud mental de niños y los adolescentes?
En los niños la socialización se ha visto claramente repercutida, en los adolescentes también. No han podido ir con sus iguales y lo necesitan, las relaciones han sido muy reducidas, han compartido menos ámbitos deportivos, reducción de jornadas, cierres de escuelas, todo eso ha tenido una evidente repercusión en la salud mental de los menores. Los más pequeños no han podido socializar, ni ver a sus abuelos… El aislamiento ha desembocado en problemas de ansiedad, depresión y muchas veces, también con mayor trastornos de la consulta alimentaria y de la esfera de la depresión.
¿Lo están viendo ahora o es que está incrementando ahora el número de casos?
Lo que ocurre es que muchas veces problemas psicológicos, uno aguanta un poco el «chaparrón» en los momentos peores, y semanas o meses después es cuando aparecen estos problemas. Ahora se va notando que tenemos más problemas psicológicos pero pienso que cuando pase la pandemia va a ser peor todavía. El nivel de estrés es muy alto, y la gente ahora mismo está aguantando. Es parecido el nivel de gravedad que supone para una persona por ejemplo estar acompañando a tu familiar. Suele pasar que hasta que no fallece ese padre o ese anciano no debuta la depresión. Es justo cuando fallece, o meses después esa persona se derrumba por ese nivel de estrés que ha mantenido en el tiempo. Cuando ves la salida, el cuerpo se manifiesta, aparecen las manifestaciones psicológicas. En efecto, estamos viendo ya un claro aumento de estos problemas pero probablemente tienen que venir más. Y cuánto más dure esta situación de pandemia, y menos relaciones humanas tengamos, peores y mayores serán esas repercusiones.
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