Niños con TDL: extranjeros en su propio idioma
Los menores con Trastorno de Desarrollo del Lenguaje suponen un 7 por ciento de los escolares
El consejo de una neurocientífica a padres de niños con trastornos del lenguaje sobre cómo potenciar su desarrollo cognitivo
Madrid
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Iniciar sesión«Es pequeño, ya hablará»; «es de finales de año, no hay prisa»; «no conozco a ningún niño que no termine hablando»... Este tipo de frases son habituales pero pueden resultar una pérdida de tiempo precioso para los menores que padecen el llamado trastorno del ... desarrollo del lenguaje. Más conocido por sus siglas TDL, afecta al 7 por ciento de los niños y puede ser un infierno para estos menores, que ven mermadas sus capacidades de comunicación y comprensión.
Paradójicamente, explica Madalen Zabala, profesional de la Junta de Gobierno del Colegio de Logopedas del País Vasco, «hablamos de un trastorno que, además de ser un gran desconocido para la mayoría de la sociedad, tiene mayor prevalencia que otros más conocidos como el trastorno del espectro del autismo (TEA) o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y la inmensa mayoría de los afectados están sin diagnosticar y sin abordar, con las graves consecuencias que esto tiene sobre su progresión académica». También en su futuro, ya que se trata, añade Zabala, de una condición «severa y permanente en el tiempo que va a necesitar de apoyos con mayor o menor intensidad durante toda la vida.
Son niños, detalla esta profesional, especializada en temas de lenguaje y educación, «que tienen un vocabulario reducido, con dificultades para acceder al léxico. Conocen las palabras, pero les cuesta evocarlas, o tienen c un habla ininteligible, con muchos errores de simplificación fonológica, o bien hacen uso de oraciones simples con pocos elementos, generalmente mal estructuradas con errores de concordancia, con verbos mal conjugados, omisiones de preposiciones, pronombres…». Se trata de estudiantes cuyas dificultades, prosigue esta experta, «pasan desapercibidas en primera instancia, pero que si no son diagnosticados y tratados, pueden presentar importantes dificultades académicas y, a la postre, fracaso escolar».
Para paliar esta situación, Zabala, aboga por «una detección precoz, una intervención intensiva, sistemática y prolongada y la adaptación y soporte en los ámbitos escolar y familiar». En este orden de cosas, sería importante también, apunta, «informar a la comunidad educativa de que el rendimiento de estos menores está condicionado por su TDL: No es cuestión de que no tengan voluntad de trabajar, sino de que cuentan con una serie de dificultades que necesitan mayor apoyo que el resto del aula».
De hecho, desde el punto de vista de la inclusión escolar de estos alumnos lo ideal, propone esta experta, «es que estos niños puedan trabajar con el resto de compañeros en el aula, pero para que eso sea posible son necesarios una serie de recursos y un entorno adaptado a la individualidad de cada caso. No hay dos niños que presenten la misma afectación y esto hace necesario valorar al niño en todas las dimensiones del lenguaje para ver lo que requieren».
Los padres, advierte Zabala, deben estar atentos a los menores que, a los veinticuatro meses de edad, «no cuentan con un repertorio de vocabulario superior a cincuenta palabras inteligibles». La adquisición de este hito, prosigue, «puede ayudar a identificar a los 'hablantes tardíos' o ser una señal de alerta que puede ayudar a predecir este posible trastorno del desarrollo del lenguaje oral o escrito porque no se han cumplido las metas del desarrollo típicas».
Recomendación
Su consejo a los progenitores es que «nunca se queden tranquilos ni de brazos cruzados ante las frases tranquilizadoras que a veces tienen que escuchar de familiares o sanitarios si ellos tienen cualquier tipo de sospecha al respecto», y que acudan cuanto antes al logopeda, que es el profesional que «debe diagnosticar al menor y, si se da el caso, evaluar a estos niños cada tres o seis meses para introducir modificaciones en su entorno familiar y escolar. Todo apoyo es vital porque la integración social de estos pequeños también está comprometida por sus problemas para seguir pautas en el juego, a la hora de narrar un acontecimiento en una conversación...».
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Es necesario, concluye Zabala, «concienciar al respecto para que la identificación de esta dificultad no siga llegando pasados los cinco años, muchas veces en el segundo ciclo de Primaria y fuera de plazo para recibir Atención Temprana».
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