TDAH: un trastorno con muchas diferencias entre niñas y niños

Condiciona la adaptación al colegio, el rendimiento escolar, las relaciones con los compañeros y profesores y la interacción de la familia. Sus causas son complejas: tiene un alto componente hereditario y las circunstancias ambientales, si bien no lo causan, repercuten en la evolución y el pronóstico.

Las conductas inadecuadas y las dificultades de adaptación tienden a persistir en la adolescencia y en la vida adulta, afectando la calidad de vida de los pacientes y de las familias. Se trata, por tanto, de un trastorno que se inicia en la infancia y sigue un curso predecible, variando la sintomatología en función de la edad, la comorbilidad, el diagnóstico temprano... y el sexo.

De hecho en los últimos años las estadísticas apuntan que esta cifra ha aumentado notablemente. Así se ha señalado durante la sesión 'Abordaje farmacológico y no farmacológico del TDAH desde extrahospitalaria. Visión 360°' en el 70 Congreso AEP, que se celebrado este fin de semana en Córdoba. Si este trastorno no es tratado convenientemente, apuntan los expertos, «se relaciona con riesgo de desarrollar un trastorno de personalidad, en especial trastorno antisocial de la personalidad, y es posible que aparezcan conductas delictivas, abuso de sustancias, conductas sexuales de riesgo...».

Para ello, han recalcado, es esencial conocer cómo se presenta tanto en las niñas, como en los niños:

Impera la falta de atención y la dificultad para concentrarse. Son habituales los despistes y la incapacidad para terminar una tarea antes de pasar a otra. Es más común entre las niñas y al ser menos visibles los síntomas, pueden pasar más desapercibidos y retrasar el diagnóstico.

La falta de reflexión y el exceso de energía son una constante. Presentan dificultades para esperar su turno. Se les ocurren muchas ideas y hay una ausencia de «embudo» que filtre la más adecuada en cada momento. De manera aislada es la forma menos frecuente.

Constituye la presentación más frecuente, es una combinación de síntomas de los tipos 1 y 2. Es la forma más habitual en varones.

«Este tipo de comportamiento y rasgos de personalidad suelen ser normales entre niños y niñas de hasta cuatro años, pero en el proceso normal del neurodesarrollo, deberían remitir», aclaran. Cuando estas disfuncionalidades repercuten negativamente en al menos dos áreas de la vida (la escolar, la social o la familiar), existe sospecha de TDAH y se recomienda consultar con el especialista.

Existen protocolos de actuación para la evaluación, ante la sospecha, para determinar la gravedad de la afectación y la necesidad, en casos leves, únicamente de pautas psicopedagógicas y conductuales/cognitivo-conductuales, o complementar con medicación para afectaciones moderadas y severas.

«Con un buen manejo de este trastorno, y una coordinación adecuada entre los distintos niveles asistenciales, el paciente logrará controlar sus síntomas y la mayoría conseguirá retirar la medicación a lo largo de la edad adulta. Suelen disminuir los síntomas de impulsividad y permanecer las dificultades atencionales», explica de la Fuente Echevarría, quien también reclama «la dotación de recursos tanto en atención primaria como en especializada, principalmente tiempo, para el diagnóstico y abordaje que requieren estos pacientes».