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Proceso de adaptación

Una experta en Educación Infantil advierte de los 7 cambios en los niños que más asustan a los padres

Todo periodo de adaptación implica un tiempo de emociones y sensaciones nuevas que hacen falta asentar para normalizar la situación en los más pequeños de la casa

Hay comportamientos que, aunque preocupen a los padres, están dentro de la normalidad del perido de adaptación
Laura Peraita

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Nervios, estrés, sentimientos encontrados... Llevar a un hijo por primera vez a una escuela no es nada sencillo para las familias. Es, sin duda, el primer momento de desapego entre padres e hijos y ambos deben hacerse a la idea y asumir los nuevos cambios en las rutinas.

Partiendo de la base de que no es fácil y en cada persona lleva un tiempo este periodo de adaptación, Carlota Pérez, directora del Grado de Maestro en Educación Infantil de UNIR, reconoce que en los más pequeños pueden aparecer una serie de comportamientos que no deben asustar a los progenitores porque, aunque en un principio les llame la atención, «entran dentro de la normalidad», puntualiza esta experta. Estos son algunos de ellos:

Que el niño se quede llorando

Es muy lógico porque deja de estar en brazos de sus padres, con los que lleva durante muchos meses sintiéndoles como figuras de protección y amor, para entrar en contacto con un desconocido. Por mucho que se le haya hablado de lo maravillosa que es la escuela, siempre percibirá que está mejor en casa.

Que no quiera volver con los padres

Resulta habitual que el niño no desee ir con el docente al que desconoce, pero hay ocasiones en el que los pequeños se aferran a sus educadores hasta tal punto que no quieran volver a los brazos de sus padres.

Que tenga regresiones

Todo el cúmulo de situaciones y cambios genera en los niños ciertas reacciones, como dejar de controlar sus esfínteres, en el caso de que lo hicieran; volver a pedir su chupete... Serán circunstancias momentáneas.

Cambios a la hora dormir

 

Si dormía mal puede que ahora lo haga del tirón por estar agotado de tantas emociones y por estar sometido quizá a mayor actividad. Pero puede ocurrir también al revés, que empiece a tener despertares y sueños agitados.

Que no quiera dormir solo

Estar más cerca de sus padres le aporta mayor seguridad, así que es posible que pida a los padres que se queden con él por la noche o que quiera dormir en la cama de sus progenitores.

Que muestre rabia

Todo es nuevo para él, una revolución. Puede que ante tanto ajetreo en un momento dado decida morder a un compañero de clase, tirar los juguetes con fuerza en casa... Es una forma de expresar su rabia ante los grandes cambios.

Que tenga cambios de comportamiento según el lugar en el que esté

No es tan extraño que el educador diga a los padres a la salida de clase que el niño ha estado fenomenal durante el día y que al llegar a casa no deje de llorar, tener rabietas y portarse mal. No hay que dudar de la palabra del docente, es normal que su comportamiento sea distinto en uno y otro lugar. Más bien es una especie de venganza o castigo del niño hacia los padres.

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