Alberto Soler, psicólogo: «Los padres no deben ser animadores de ludoteca de sus hijos»
Este especialista apunta la importancia del juego con muñecas no dirigido por adultos para el mejor desarrollo de áreas del cerebro asociadas con la empatía y las relaciones sociales
Madrid
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Iniciar sesiónEl psicólogo Alberto Soler, con más de 20 años de experiencia en atención a la infancia y a las familias, destaca la importancia del juego, sobre todo ahora que los niños empiezan las vacaciones escolares y disponen de más tiempo, como elemento central en ... el desarrollo en los menores. En su opinión, el juego no es una actividad secundaria ni meramente recreativa, sino un derecho reconocido por organismos internacionales y una herramienta vital para el aprendizaje, la autonomía y el desarrollo emocional de los niños. De hecho, recuerda que la Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por España en 1990, reconoce el juego como un derecho fundamental al mismo nivel que la salud, el descanso o la alimentación.
Por ello, ha decidido colaborar junto Barbie, que investiga desde 2020 con la Universidad de Cardiff, cómo ha cambiado la forma en que entendemos el juego con muñecas. «El juego es la principal vía por la que los niños realizan los aprendizajes más importantes de su vida», señaló Soler, subrayando que esta actividad activa los mismos mecanismos cerebrales implicados en el disfrute y la curiosidad, tanto en la infancia como en la adultez.
Además de su valor pedagógico, explicó que el juego tiene un carácter universal y evolutivo. «Está presente en todas las culturas, en todas las épocas y también en muchas especies animales. No es exclusivo de los humanos ni de una clase social ni de un periodo histórico», añadió. Para ilustrarlo, recordó casos de niños que jugaban en condiciones extremas, como en campos de concentración o tras catástrofes naturales, como la DANA de Valencia, evidenciando su carácter resiliente.
El psicólogo diferenció los tipos de juego según las etapas del desarrollo: en los primeros años, los niños juegan de manera funcional para conocer su cuerpo y capacidades motoras. A partir de los dos años surge el juego simbólico, clave para el desarrollo de la empatía y la imaginación. Más adelante, alrededor de los seis años, se incorporan los juegos con reglas.
Uno de los puntos más destacados de su intervención fue la defensa del juego libre, definido como aquel en el que los niños deciden por sí mismos cómo, cuándo y con quién jugar, sin intervención adulta. «Cuanto más estructuramos el juego de los niños, menos juego es. Sin embargo, muchos padres y educadores se empeñan en controlar y dirigir el juego infantil, lo que limita su capacidad para resolver conflictos y explorar de forma autónoma. Es decir, al jugar solos o con sus iguales, los menores deciden cómo jugar, las reglas, quién representa a quién, cuándo acaba el juego... En conclusión: los adultos tenemos que observar más e interferir menos. Participar sí, pero liderar no. El problema -recalcó- es que no somos conscientes de todos los procesos mentales que se producen en un niño mientras juega».
En este sentido, añadió que «jugar con muñecas no es solo una forma de entretenimiento. Varias investigaciones realizadas en colaboración con la Universidad de Cardiff y la empresa Mattel emplearon tecnología de neuroimagen para analizar la actividad cerebral de niños mientras jugaban con muñecas y con tablets. Los resultados fueron claros: las zonas del cerebro relacionadas con la empatía y el pensamiento prosocial se activaban mucho más intensamente durante el juego con muñecas, especialmente cuando los menores jugaban en solitario. La diferencia en el nivel de activación cerebral es asombrosa», señaló Soler.
En un segundo estudio, realizado en 2021, los investigadores se centraron en el lenguaje utilizado durante el juego. Descubrieron que el llamado lenguaje sobre estados internos —referencias verbales a emociones y pensamientos como «tiene miedo», «está contento» o «no sabe qué hacer»— aparecía con mucha más frecuencia cuando los niños jugaban con muñecas que cuando lo hacían con dispositivos electrónicos.
En 2023, los estudios se ampliaron a niños con rasgos del espectro autista. Contrario a ciertas creencias, los menores con estos perfiles también mostraron una fuerte activación de las áreas cerebrales asociadas con la empatía durante el juego con muñecas, aunque esta activación dependía en mayor medida de la presencia de otra persona durante la actividad.
Con todos estos hallazgos, la conclusión es clara: no todos los juegos tienen el mismo impacto en el desarrollo infantil. «Mientras que el uso temprano de pantallas se ha asociado con una disminución en los niveles de empatía, el juego simbólico, especialmente con muñecas, potencia habilidades emocionales y sociales clave. No se trata solo de entretener, sino de preparar a los niños para entender y cuidar de los demás. Desde que nacemos hasta que morimos tenemos una franja muy corta en nuestra vida en que no necesitamos que nos cuiden ni tenemos que cuidar de nadie. Por eso es tan importante este aprendizaje», afirmó este psicólogo.
Soler también ofreció recomendaciones para padres y educadores: proporcionar tiempo y espacio para que los pequeños jueguen sin presiones; que estén en el presente de verdad (sin pantallas, etc. para poder observar cómo juegan); respetar el liderazgo del niño durante la actividad; hacer preguntas abiertas que estimulen su imaginación (¿quién es este personaje?, ¿qué le pasa?...para ayudarles a desarrollar una historia); y explorar juntos las emociones y el cuidado.
«El juego con muñecas -destacó- no es un simple pasatiempo, es una herramienta educativa y emocional que nos ayuda a formar personas más empáticas, responsables y conscientes del otro».
Isabel Ferrer, directora de Marketing de Barbie Europa, afirmó que «cuando los niños crean mundos imaginarios y juegan con muñecas, primero se expresan en voz alta y luego interiorizan los mensajes en torno a los pensamientos, las emociones y los sentimientos de los otros», tal y como apunta la doctora Sarah Gerson, investigadora de la Universidad de Cardiff. «Esto puede tener efectos positivos a largo plazo en los niños, como son el estímulo de niveles más altos en el procesamiento social y emocional y el desarrollo de habilidades sociales como la empatía, que pueden interiorizarse para construir y formar hábitos de por vida».
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Esta iniciativa llega en un momento clave en el que el tiempo dedicado al juego tradicional por parte de los niños ha disminuido significativamente. En el caso de España, según un estudio de Psyma para la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes, los niños dedican de media una hora al día al juego simbólico, una cifra que disminuye con la edad. Esta caída coincide con un notable aumento del tiempo frente a pantallas: más del 90% de los menores en España entre 4 y 12 años supera el tiempo recomendado por la OMS, según datos de la Fundación Crecer Jugando y AIJU.
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SuscribeteEn ABC desde 1994 como periodista de formación, empresa, motor. Desde 2011 al frente de ABC Familia, donde escribo y modero debates de lo más importante en la vida: nuestros peques, parejas y mayores.
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