La implacable respuesta de un maestro al alumno que pregunta: «¿Para qué hago un resumen del libro si me lo hace la IA?»
Andoni Eguiluz, coordinador del equipo de IA de la Universidad de Deusto explica que el 96% de los estudiantes cree que su aprendizaje es bueno porque logran buena nota utilizando la Inteligencia Artificial
«A mi hijo le regañaban en el colegio por no aprender y nosotros le reñíamos en casa. Fue una tortura»
La Universidad de Deusto ha hecho recientemente una investigación entre sus estudiantes para conocer, entre otras cuestiones, cómo ha afectado la inteligencia artificial a su aprendizaje. El 96% contestó que les ha mejorado bastante o mucho.
Según Andoni Eguiluz, coordinador del equipo de IA ... de la Universidad de Deusto y director del departamento de Informática de la Facultad de Ingeniería, la lectura a esta rotunda afirmación es pensar: «¡Pues están entendiendo más!».
A su parecer, todos los alumnos están respondiendo de manera honesta porque consideran que han mejorado sus notas. «Es decir, sienten que mejora su aprendizaje porque entienden que en el actual sistema educativo se les transmite, de una forma u otra, que aprender es sacar buena nota. Por lo tanto, si una herramienta mejora la nota, mejora el aprendizaje».
Explica que tiene su lógica que perciban que si una herramienta tecnológica mejora la nota que logran en el examen, mejora la calidad de la entrega de sus trabajos, mejora la optimización del tiempo que hacen para llegar a esa entrega... «Obviamente, está mejorando su aprendizaje. Conclusión, confunden la nota con el aprendizaje, porque no es lo mismo», matiza.
Lo peor, en su opinión, es que «aunque la frase suene un poco dura, el sistema educativo está roto. Muchos profesores se preocupan por localizar herramientas para detectar si sus alumnos usan la IA en sus entregas de aquellos trabajos que les piden. Todas las estadísticas aseguran que más del 90% de los estudiantes de Secundaria en adelante están utilizando la inteligencia artificial. Aquí no hay vuelta atrás. No hay gobernanza para parar a la tecnología».
Preocupación por medir el uso por el alumno
En ese sentido, insiste en que el sistema educativo está roto «porque los estudiantes ya están utilizando la IA, mientras muchos profesores estamos intentando evitar mirar al elefante en la habitación y preguntándonos cómo medir el uso que el alumno hace de esta inteligencia, en lugar de aprender por su propia iniciativa».
No obstante, matiza que «estamos implicados en recomponerlo mejor que como estaba. La IA es un disruptor brutal del sistema educativo, pero también puede colaborar en positivo al aprendizaje, usado de la manera adecuada. De hecho, muchos docentes y gestores estamos trabajando intensamente para identificar 'esas maneras' para incorporarlas y reparar los mecanismos que se han 'roto'. particularmente llevo dos años y medio de mi vida entregado a ello, y hablo a diario con muchos profesionales en universidades y colegios de toda España que también trabajan en este fin».
Por ello, aboga por revisar todo el sistema y «reflexionar para determinar cuál es la competencia en la que quiero formar como docente y cómo acompañar al estudiante en el proceso del aprendizaje de esa competencia. Eso es lo que tiene que cambiar para que el sistema deje de estar roto. Saber cómo acompañar al alumno en el aprendizaje en este momento tan diferente a años anteriores. Lo que ocurre es que es difícil modificarlo... Todavía estamos a medias de ese entendimiento. La IA ha cambiado el camino».
Redefinir criterios
Asegura que no hace mucho, unos dos años, decían en las sesiones formativas: 'la inteligencia artificial cita mal, busca mal en internet; solo te está escupiendo conocimiento aprendido'. «Las IAs actuales buscan en internet, buscan de manera más optimizada y concreta y citan cada vez mejor, sacan trabajos enteros de 80 páginas con un nivel profesional, con 70 referencias correctas que acaba de buscar en Internet del último año y medio...»
Reconoce a ABC que, como profesor, ha visto numerosos casos de alumnos que le entregan muchos trabajos, fichas, etc., estupendos, gracias al apoyo de la IA, pero posteriormente, en el examen, sacan un dos o un tres en su calificación porque no han realizado el aprendizaje correspondiente al que supone responder a unas preguntas sin ayuda tecnológica. «Es un reto al que nos enfrentamos ahora. Tenemos que redefinir los criterios. En nuestra universidad, por ejemplo, llevamos unos cuantos años, quizás décadas, intentando quitar el peso del examen y dar más importancia a lo que se hace en casa: el trabajo, la entrega, el proyecto, el trabajo en grupo.... Estábamos haciendo ese cambio y, de repente, ese camino es donde más impacta precisamente la IA: en el trabajo en grupo, trabajo en casa, en las entregas que hacen. Hay que plantearse algunas vueltas atrás como, por ejemplo, los exámenes orales que habíamos olvidado. En algunos casos tiene sentido volver a hacer exámenes orales y comprobar que ha adquirido esos conocimientos que se supone que tenía que aprender. Lo que pasa es que hay que hacerlo muy rápido».
Este coordinador de IA añade un ejemplo para clarificar la situación. «Cuando llegó la calculadora, la humanidad fue adaptándose a ella y tomó una decisión que no fue política, sino orgánica. Los centros, los gobiernos, los sistemas educativos fueron decidiendo que sumar y multiplicar es importante para los humanos. Y, a pesar de que hay calculadoras, seguimos enseñando a sumar y multiplicar. También se ha decidido que las raíces cuadradas, por poner un ejemplo, no son tan importantes, y hemos perdido la competencia de saber hacer raíces cuadradas. Casi las hemos olvidado. Perfecto. No pasa nada».
Pues ahora tenemos, en mucho menos tiempo, matiza, «-porque esto pasó en décadas, desde que salió al mercado la primera calculadora hasta que se empezó a utilizar en serio pasaron muchos años-, una herramienta mucho más potente, de la que tenemos que tomar un montón de esas decisiones. ¿Queremos entregar la competencia de resumir a una herramienta o queremos seguir teniendo como humanos la competencia de resumir con nuestro propio pensamiento y memoria? ¿Queremos entregar la competencia de traducir a una herramienta o queremos seguir teniendo como humanos la competencia de traducir? Esta es la reflexión que tenemos que hacer a todos los niveles educativos. Habrá alguna competencia que tenga sentido delegar en el fenómeno tecnológico, y habrá muchas otras que no».
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Y en esas que no, cuando los profesores le preguntan en la universidad: '¿pero entonces puedo prohibir la IA?', la respuesta, en opinión de este experto, es clara: «es que para ciertas competencias, a lo mejor hay que prohibirla, porque la estás sustituyendo por tu competencia. Es decir, si un alumno entrega a la IA el trabajo que le han pedido en clase, que es hacer un resumen de un libro, nunca va a saber hacer un resumen de un libro por sus propios medios. Y algún estudiante pregunta: »¿para qué tengo que saber hacer el resumen de un libro si ya me lo hace la IA?«. La respuesta es contundente: ¿quieres ser más inteligente o quieres ser menos inteligente? Correlaciona la capacidad que tienes de resumir, de traducir, de analizar, de clasificar con lo inteligente que eres. Nos estamos jugando eso. Esta tecnología es la primera que pone en riesgo partes de lo que llamamos alta cognición», concluye.
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