La pesadilla de una mujer del País Vasco tras llevar dos años con su casa okupada: «Me llegan facturas de la luz de 200 euros»
La propietaria confió en una persona cercana, pero el favor se terminó convirtiendo en una pesadilla
Okupa la casa de una anciana de 79 años en Móstoles a la que debe 36.000 euros y realquila sus habitaciones: «No hay manera de echarla»
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Iniciar sesiónEn Bermeo, País Vasco, una de sus vecinas, llamada Ana Flor Landa lleva dos años sin poder vivir en su propia casa por culpa de la okupación. ¿Lo peor? Los okupas, en un principio, entraron con su consentimiento, pues todo comenzó como ... un favor para un par de días.
La historia se remonta a 2023, cuando Ana y su familia disponían a irse de vacaciones. Su amigo Abderrajin le pidió un favor y, al tener confianza, ella no se negó cuando le dijo «que un amigo suyo tenía una oferta de trabajo en Bermeo y necesitaban un sitio donde quedarse un par de días».
Les dejó la casa como favor y se la okuparon
Ana, confiada, les dejó las llaves de la vivienda para que le hicieran una copia y después se la devolvieran, pero esto nunca pasó y terminaron okupando la casa. «Siempre tenían una excusa, me daban largas. Días después me acusaron de haber hecho un trato verbal para alquilarles la vivienda y, para colmo, llamaron a la Ertzaintza para denunciar que había cambiado la cerradura», sin que esto fuera cierto, recoge 'El Correo'.
Los ocupantes de la vivienda de Ana también llegaron a decir a la policía que habían hecho un trato verbal con ella para alquilarle la casa, mientras ella lo niega. Para intentar que se fueran, el exmarido de Ana acudió a la casa con ellos y con los agentes, que dieron siete días a los okupas para que abandonasen la casa:
«Cuando están dentro ya tenían metidas sus pertenencias, quitadas las mías, a saber dónde estarán, y entonces mi exmarido les dijo que yo no había hecho ningún contrato porque no estaba en condiciones de hacer ningún contrato a nadie», contaba la mujer al medio 'Deia'.
Una denuncia que no llega a ninguna parte
Esos siete días psaron y, finalmente, Ana decidió poner una denuncia y pasó más de un año y medio para que se celebrase un juicio que al final no ha tenido lugar «porque lo han archivado».
Por su parte, los okupas han alegado estar empadronados en la vivienda y, para el momento del juicio, este se suspendió «porque no les localizaban» y, según Ana «llevan dos años viviendo sin presión de ningún tipo», además de que la gente les ve entrar y salir del inmueble.
Para colmo, muchos vecinos han llegado a pensar que son los propietarios dada la siguiente situación que Ana cuenta a 'El Correo': «El hombre incluso se presentó en una reunión de vecinos y votó a favor de contratar un servicio de limpieza para la escalera. Es indignante», expresa.
«Me estoy endeudando»
Mientras, la mujer sigue pagando la vivienda sin poder disfrutarla, incluso declara haber tenido que hacer frente a gastos muy altos: «Me llegan facturas de la luz de 200 euros que no puedo seguir pagando, me estoy endeudando». Además, ha tenido que acudir a ayuda familiar para poder hospedarse en algún lado. Según varios medios vascos, la mujer afirma estar enferma y que se han aprovechado de su confianza, pero se ha cansado de que no le den solución.
Desde hace unos días, Ana Flor ha decidido coger una silla de playa y ponerse delante de la vivienda okupada desde hace dos años para protestar e intentar recuperarla. «Yo no me muevo de aquí hasta que esos sinvergüenzas salgan de mi casa», cuenta al citado medio, y refuerza su queja con un cartel en el que se puede leer: «Dos años fuera de mi casa. Fuera okupas. Justicia».
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