La vieja sede del NO-DO, un caramelo en Velázquez para okupas y activistas
El edificio, de más de 4.000 metros cuadrados, lleva quince años cerrado y sin uso en uno de los enclaves más caros de la capital
Los neonazis de Hogar Social lo han okupado dos veces, y grupos propalestinos han desplegado pancartas contra Israel

A las 13 horas de un jueves cualquiera de invierno, un gato cruza raudo la valla que separa la Secretaría General de Pesca del antiguo archivo franquista del NO-DO. No lo hará solo: un segundo minino accede por otro de esos recovecos que invitan ... a saltar a un espacio tapiado por las circunstancias. Aunque nadie cometerá tal imprudencia, al menos con el sol encima. A las 9 horas de ese anodino día, Santi arranca su jornada: abre el quiosco, coloca las flores y observa una mañana más al coloso que mantiene por vecino. Sus ojos y los de su negocio, abierto desde hace 25 años, han visto la lenta agonía de una joya, la del número 145 de la calle Velázquez, convertida hoy en el mayor escaparate de okupas y activistas.
Los días de gloria del espacio de Joaquín Costa esquina Velázquez hace tiempo que pasaron de largo. Según el catastro, la construcción del inmueble terminó en 1959, después de que el régimen franquista decidiera trasladar el archivo histórico del NO-DO, dado su creciente volumen y la capacidad limitada del piso de la calle de O´Donell donde se almacenaba. Las cintas comenzaron a llegar unos años antes, casi a la par que los primeros trabajadores de un espacio convertido muy pronto en símbolo del noticiario. De la intensa actividad de aquella década de mitad de siglo (y de sus cinco venideras) solo queda un edificio sobrio, levantado en uno de los enclaves más exclusivos de la capital.
El precio medio por metro cuadrado en la calle de Velázquez hoy ronda los 10.000 euros, lo que dispara el valor del recinto (de casi 5.000 metros cuadrados de superficie construida) por encima de los 40 millones; un tesoro sin capitán que lo custodie, acechado ahora por una maraña de piratas. «¿Que si es una joya? Esto es un joyón», resume Santi, consciente de que aquí, sí, cualquier tiempo pasado fue mejor. Finalizada la etapa del NO-DO, el coloso pasó a formar parte de RTVE, una vida 2.0 que el propio vendedor de flores recuerda así: «A finales de los 90 estaba lleno de publicistas, entraba y salía gente todo el rato… La cafetería estaba justo delante del quiosco y yo aprovechaba para pasar al servicio».
Pero más pronto que tarde, todo aquello se vino abajo: los profesionales de RTVE se marcharon y a finales de 2007 su mantenimiento pasó a manos del Ministerio de Administraciones Públicas, a excepción de una pequeña parte que recayó en el Instituto de Cinematografía y de la Artes Audiovisuales (ICAA), dependiente del Ministerio de Cultura. Y ya en 2010, los más de 4.000 m2 de Administraciones Públicas fueron a parar al Instituto de Contabilidad de Auditoría de Cuentas (ICAC), sin llegarse a desarrollar actividad alguna en cualquiera de las dos etapas.
Un caramelo 'a las puertas del cole', demasiado goloso para dejarlo escapar. En octubre de 2015, los okupas del colectivo neonazi Hogar Social hacían ondear su bandera en la vieja sede, de la que no se marcharían, desalojo mediante, hasta más de un año después. Los nuevos inquilinos forzaron la cerradura y se repartieron rápidamente por las estancias. A lo largo de sus cuatro plantas, instalaron una sala de reparto de comida (solo para españoles), otra de ropero, diferentes bibliotecas con material propagandístico, un espacio para conferencias, salón, cocina y diversas habitaciones donde pernoctaban algunas personas sin hogar que el propio grupo utilizaba para blanquear su imagen. Y todo ello, a solo unos pasos de la Embajada de Israel. Así, hasta que el 23 de noviembre de 2016, las Unidades de Intervención Policial abrieron la puerta con una cizalla e identificaron a 18 individuos. Después, llegaron los albañiles y procedieron a tapiar las puertas y ventanas de los pisos inferiores.
En diciembre de 2017, y tras un tiempo sin sobresaltos importantes, la situación del inmueble parecía por fin remontar, toda vez que el entonces secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, hizo público que el edificio se había adscrito al Ministerio de Cultura con el objetivo de crear allí el Museo del Cine. La idea era desarrollar el proyecto en el próximo ejercicio del denominado Plan Cultura 2020, sin saber aún que meses más tarde una moción de censura se llevaría por delante al Ejecutivo de Mariano Rajoy.



La ficha, pues, no llegó a salir de la casilla de salida y en Hogar Social tomaron nota; tanto, que en agosto de 2021 regresaron al enclave para llevar a cabo una nueva usurpación. «Vinieron con mazas y rompieron los ladrillos de la puerta principal», expone un vecino, convencido de que solo de madrugada es posible realizar una entrada de tal calibre. A través de un vídeo, el grupúsculo de extrema derecha reivindicó la acción y apuntó al «absoluto abandono y despilfarro del Gobierno de Pedro Sánchez que, mientras tiene gigantescos edificios sin uso, abandona y deja a su suerte a miles de españoles que en medio de esta crisis económica no pueden hacer frente al pago de una hipoteca o de un alquiler». Por suerte esta vez, no duraron demasiado.
La finca volvía a caer en el olvido hasta que en noviembre del año pasado, en pleno conflicto entre Israel y Hamás, un grupo de activistas irrumpió en ella para colocar una bandera gigante de Palestina y dos pancartas en las que se podía leer «Israel genocida» y «Del río al mar, Palestina vencerá». Los implicados fueron identificados por la Policía Nacional en torno a las 09.30, si bien la incursión tuvo lugar mucho antes de esa hora.
Entre tanto, desde el Ministerio de Cultura señalan a ABC que en marzo de 2022 y abril de 2023 «se han presentado denuncias por la ocupación del inmueble»; es decir, dos usurpaciones más hasta la fecha desconocidas. Ello habría derivado en la correspondiente solicitud de desalojo ante el Juzgado competente, por lo que están «a la espera de la resolución para finalizar dicho procedimiento». Un trayecto burocrático que contrasta con la realidad actual del vetusto NO-DO: nadie lo habita desde hace meses, «años incluso», según apuntan los residentes de la zona.
Pese a que en el ministerio sostienen que están valorando futuras opciones de uso cultural del edificio, lo cierto es que el espacio permanece varado, con grafitis en varias de sus paredes, las banderas de Hogar Social asomando aún por las ventanas del tercer piso, y una descuidada maleza que día a día gana terreno en el patio. Desde hace años, Santi es el único que se encarga de cortar las ramas de la cara principal del inmueble: «Yo vivo mucho del sanatorio (se refiera al Hospital San Francisco de Asís), y si nadie las poda, me quitan visibilidad». El caramelo no sabe igual para todos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete