El Ritz subasta sus recuerdos desde cinco euros: entre la historia y el fetichismo
Hasta el próximo 7 de diciembre, el hotel, para dar una segunda vida a su patrimonio, saca a pública puja en web 750 lotes de distintos materiales: desde litografías a escritorios de época
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Madrid
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Iniciar sesiónYa hablaba Ramón Gómez de la Serna de la magia de los objetos. En la cacharrería que fue su casa, no demasiado lejos del lugar que nos ocupa, en un palomar de Velázquez, fue acumulando trastos más o menos confesables, otros más procaces, otros ... con su pátina de tiempo y lujo. Ramón fue el escritor de las cosas, y ahí no hay duda. De lo que tampoco hay duda es de que el Hotel Ritz, faro de costa junto al Palace, banderín de enganche del Madrid más elegante, un hotel que no cerró ni en la guerra civil, prepara una subasta de muchos objetos. Hay que pensar en que un mueble, una cómoda, ha visto la Historia en mayúsculas de Madrid.
Desde que el pasado siglo se hospedaran allí de Zsa Zsa Gabor a Ava Gardner, de Ernest Hemingway a Frank Sinatra, el centenario edificio ha sido lugar de pactos, desayunos, almuerzos y cenas. En sus paredes, se cambie o no el mobiliario, no sólo se conserva el intrínseco valor artístico y histórico, también el sentimental rayano al fetiche. Y resulta que lo sentimental, en un mundo de maderas nobles, mármoles y secreteres de principios de siglo, está cifrado todo entre lo incalculable y lo subastable, ya a través de las nuevas tecnologías y por el portal digital Escrapalia, división digital para las pujas de la empresa Surus.
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Por ejemplo, una mesilla de mármol veteado con patas salomónicas a un precio de salida de 5 euros, donde se puede imaginar cartas a media luz; de espionaje, de amor o de costumbrismo. En total, y el dato es el dato, y son 750 lotes que se están subastando en tres eventos públicos desde el pasado 31 de octubre.
El segundo se abrirá el 7 de noviembre y el último el 14, según informa la firma. Que añade que «los interesados dispondrán de tres semanas por aquellos lotes que sean de su interés». Los precios de salida son casi de saldo, pero, como insisten los organizadores, un particular se puede llevar a «casa un trocito de la historia de Madrid».
Hay quien colecciona bolígrafos de las habitaciones de los hoteles del mundo, pero es que se está ante una arqueología reciente de la industria de la hospitalidad y de todo un símbolo de la ciudad de Madrid. Fundado en 1910, y hoy perteneciente al grupo Mandarin Oriental Hotel Group, va de suyo, también, que todo negocio necesita un reciclado: cambiar para que nada cambie según el lema 'gatopardesco'. Y el hotel, según ABC, con planos de «M. Charles Mewes, arquitecto francés, considerado como verdadero especialista en materia de hoteles y autor de los Hoteles Ritz de París y Londres, este último alojamiento de Su Majestad el Rey Alfonso XIII en muchos de sus viajes a aquella capital» necesita su lógico 'revival'.
No es casual la referencia al monarca, ni tampoco el atentado que sufrió en su boda con Victoria Eugenia de Battenberg. El anarquista Mateo Morral se alojó en una casa de viajeros en el número 88 de la Calle Mayor. En aquel momento, Madrid era una teoría de pensiones, muchas de ellas carentes de los más mínimos resortes de confort y seguridad.
Pero historia hay del Ritz también en sus piezas inanimadas; quizá en un sillón que alguna vez alojó un secreto, incluso reciente, de un desayuno informativo de antes de la pandemia. Cuando el Madrid bien informado e informante iba allí a ver lo que pasaba y a desayunar entre corbatas. Aunque el espíritu de lo oculto, el pulso del pasado, pasa también por esos encuentros y misivas cifradas por Mata-Hari y, por qué no, escritas en este mobiliario que el hotel pone a disposición del curioso. Del coleccionista, del público en general.
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Ha habido más subastas de ese legado. La más reciente, la celebrada en mayo del año 2018, coincidiendo con la renovación del establecimiento. Si se vuelve a la misma crónica de la inauguración de este periódico, y en el tema que nos ocupa, se destaca «el mobiliario, gran parte de junco esmaltado, de la casa Perret et Vibert de París». También se ponderan todo tipo de «tocadores y (...) una vajilla corriente de estilo Luis XVI, procedente de la fábrica Haviland, de Limoges, y con más de 20.000 piezas».
Si se mira con detalle, un retal del pasado más madrileño puede estar en el salón de casa. Sin necesidad de ir de etiqueta. Como imponía el hotel en tiempos.
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