El Retiro, hogar de un olivo más antiguo que España: ruta por sus ejemplares singulares en el día del árbol

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Amina Ould

Contaba, esperando a las autoridades, algunas anécdotas del mínimo recorrido. Como la del olivo que se trasplantó hace un año, el más longevo de la ciudad, que 627 años lo contemplan, un peso de cinco toneladas y la memoria de ser, en palabras del biólogo, «más viejo que España», germinado casi un siglo antes de la unión de los Reyes Católicos.

Una longevidad que detallaba al Delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y movilidad del consistorio, Borja Carabante, quien, acompañado por el concejal delegado de Limpieza y Zonas Verdes, José Antonio Páramo, acelerando el paso, se ufanaba de ser responsable público de una de las «ciudades más arboladas del mundo», por habitante, por metro cuadrado, etc. Cerca del barullo de los chicos de la prensa, los primeros descamisados al sol.

Juan Alonso incidía en que el olivo es de los «pocos árboles que soportan bien los trasplantes». A la vista está. Más allá, en un breve tramo, un cedro del Atlas, una especie que por su forma soporta bien las nevadas. Continuando el efímero recorrido, el eucalipto rojo, de quienes los responsables se educación ambiental insistían en que es una especie «altamente combustible», muy extendido en el sur de la Península. Juan Alonso aprovechaba para citar a Julio Verne, quien escribiera que el «eucalipto es el único árbol que dispara cortezas».

Disparos fotográficos antes de llegar al Huerto de los Franceses, todo lleno de almendros, «que no es la Quinta de los Molinos, pero tiene su magia con florecimiento». Y es que esa zona del parque tiene su nominación por ser la más elevada, donde las tropas napoleónicas dominaban todo Madrid, en el paseo de Fernán Núñez que corona la estatua de Ricardo Bellver al Ángel Caído: 666 metros según la leyenda. Aparte, esa zona del parque era toda de frutales, que el Retiro en un principio era un olivar. Óbviese que los franceses desmocharon en gran parte el enclave.

Luego, el recuerdo de Filomena, que los responsables de mostrar el Retiro en una visita exprés han minimizado en relación a un ciclón devastador, el del 12 de mayo de 1886, «que entró por Carabanchel Alto». Un dato que indica las sucesivas reencarnaciones del parque. Y por último, el pino carrasco de 35 metros, ya casi en la Rosaleda. Árbol «que por su porte no da buena sombra», pero que hace buenas migas «con la encina». Con las particularidades del clima mediterráneo y con la realidad de que Madrid, pese a todo, se encuentra en lo que los geógrafos denominan el corazón de la España seca.

Así iba terminando una visita breve, casi privada, aperitivo de la que este jueves, día del árbol, recorrerá el parque a partir de las 11.00 con una ruta centrada en el Jardín del Romanticismo y lo que supusieron las expediciones botánicas de finales del XVIII.

Madrid tiene el mérito de haber sido galardonada por quinto año como 'Ciudad Arbórea del mundo'. Y en esta fecha el Retiro recuerda dicha circunstancia. Con los árboles mudos, pero nunca callados.