El Retiro recupera 20 años después el último capricho de Fernando VII: la Montaña de los Gatos
Los trabajos de restauración de las grutas centenarias han destapado restos arqueológicos
Un olivo de 627 años, el nuevo 'abuelo' del parque del Retiro
Madrid
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Iniciar sesiónHay en Madrid un lugar místico, levantado en el Retiro, donde confluyen la calle O'Donnell y la avenida de Menéndez Pelayo. Hay un lugar que fue erigido por Fernando VII, que además de su querencia por las 'caenas', estaba por embellecer ... esta zona del jardín cuando corría la primera veintena del XIX. Sucedió que al rey «deseado» le dio por erigir estos 'caprichos', proyectados por Bernardino Breogán y construidos por el arquitecto real, Isidro González, que tanto le aportarían al madrileño contemplativo cuando el parque se hizo público en 1868. Anótese como detalle que las guerras napoleónicas dejaron el Retiro hecho un erial.
El lugar de marras es la famosa Montaña Artificial, también conocida como El Tintero o como la Montaña de los Gatos por los felinos convertidos en estatuas, enhiestos frente a los elementos, que decoran una cota desde la que se divisa todo Madrid, el chato, el neoyorquino y el elegante. Es por eso, por su ubicación y su rareza arquitectónica, aparte de por el tiempo que el interior ha estado vetado al público, concretamente desde 2004, que se ha venido convirtiendo en uno de los lugares más misteriosos de Madrid donde los vientos se cruzan. Donde el absolutismo erigió una montaña para simbolizar que la geografía puede construirse si hay voluntad o 'capricho'. Y lo hubo.
Esa montaña, durante 20 años vetada al paseante y al curioso por las deficiencias estructurales del tiempo, abre hoy sus puertas, sus entrañas, como un curioso espacio expositivo en la que la primera muestra será, obviamente, un recorrido por su historia así como los complejos trabajos de restauración emprendidos por el Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid. 2,1 millones de euros han sido destinados a evitar las filtraciones de agua, que fueron motivo de su limbo civil, y a otras labores de remozado para resucitar antiguos esplendores; a saber, la recuperación de las cascadas con el consiguiente murmullo hídrico, y la adecuación del interior, el núcleo de la montaña, sin que el visitante tenga ya que temer un incidente, un goterón, un desprendimiento.
A quirófano la torre mirador de la estatua de Alfonso XII en el parque del Retiro
A. S. MoyaLa actuación se enmarca en el plan de conservación de los bienes culturales del Paisaje de la Luz
Claro que cualquier intervención para recuperar la Historia esconde sorpresas de la misma Historia. En los trabajos para la reapertura de la Montaña de los Gatos se han encontrado restos arqueológicos, concretamente una conducción de agua hacia una noria que, antes del alcantarillado, era la forma de distribución del líquido elemento.
Además han salido a la luz los contrafuertes que sujetaban la bóveda. Ambos hallazgos quedarán a la vista del público para que haya memoria de que la «ciudad del agua» no nació ayer, ni mucho menos.
En la necesaria reapertura de la Montaña de ha mejorado la vegetación exterior, y, como señala el consistorio, «también se ha mejorado la percepción que se tiene del parque desde su plataforma superior». O lo que es lo mismo, la contemplación inédita de un verde que está incardinado en el paisaje cotidiano de los madrileños.
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En realidad, la cronología de una montaña, mucho tiempo olvidada, es la que es y así hay que consignarla. Sus obras se iniciaron en 1817, en 2002 acogió su última exposición, en 2005 se valló entera hasta que en el 150 aniversario del Retiro se convocó un concurso para la rehabilitación que resultaría infructuoso. Y ya, en mayo de 2022 el ayuntamiento aprobó las obras de reconstrucción que empezaron en octubre y han finalizado ahora.
Las puertas del monumento estarán abiertas de 11 a 13, de 18 a 20. Conviene recordar lo que supuso en su momento una construcción sin más finalidad que la de la voluntad regia de Fernando VII de tener su propia montaña, rodeada por un estanque y una ría que acogieron a una fauna exótica para mayor gozo del monarca y allegados.
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