LAPISABIEN
Llueve en mí
Se limpiarán los contornos, habrá caracoles y setas que no tocaré en las umbrías del Guadarrama
Filomena
Madrid
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Iniciar sesiónMadrid ya es un festival de paraguas. Creíamos que tras la DANA de sangre no íbamos a vivir el calabobos sostenido y fuerte rolando a 'fuerte de narices'. Pero ha llegado, sí. Y más que llegará mañana y pasado, cuando en las cresterías más ... altas caiga algo de polvo de ángel, y cuando se quiten las nubes como del Greco, y haya ya en los picachos azules un mechón blanco para mantener el refranero: «Por los Santos, nieve en los altos».
En la ciudad, las caras son de extrañeza, de prisa que lleva y no lleva a ningún sitio. De pasar de las bermudas al sobretodo en horas. El anacronismo de las bombillas navideñas ya se ha curado, y los hombres del tiempo, por fin, han acertado. Es el poder del desiderativo y de la 'jet stream', claro.
La lluvia en Madrid en días laborables es triste como una tumba sin nombre, como un bajo interior donde todo el día es el mismo: ese mal endémico del urbanismo de Madrid para nosotros, los de entonces y los de ahora. Llueve, y en la lluvia se estudia monotonía tras los cristales, como creen o creo que dijo Don Antonio en su poema. Porque el pelo mojado por la lluvia huele aún peor, como escribíó José F. Peláez. Incluso a los que cabalgamos la alopecia con gorras militares, con parpusas de neopreno.
La lluvia limpia, pero el meteoro, últimamente, no afina con esta tierra. El páramo, eso sí, está verde cual ojos de serrana apoyada en el quicio de la mancebía. Aunque hasta ayer mismo los árboles tenían un color poco otoñal, porque si la sangre tiene memoria; la savia también. Y ya se pondrán rojas y caerán.
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Lorca, homenajeando a Rosalía de Castro, le dedicó otro poema a la lluvia de Santiago y en gallego; la lluvia en Madrid, bienvenida si viene con aviso y tranquilidad, nos remite por contraste a una memoria de sol. Llueve y lloverá, se limpiarán los contornos, habrá caracoles y setas que no tocaré en mi ofrenda a las umbrías del Guadarrama.
Octubre lluvioso, al final, no sabemos cómo sacará a noviembre y a diciembre: si floridos o si hermosos. Es tiempo de refugio, de lecturas exóticas. De no caer en el Prozac. Llueve en mí. 'Il pleure dans mon coeur. Comme il pleut sur la ville'.
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