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LAPISABIÉN

Filomena

Tiene que nevar, que está muy sucia la plaza

Jesús Nieto Jurado

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Por las torrenteras de la nieve, untuosa y suntuosa, pasó y se deslizó el arribafirmante. Los cielos vinieron a dar un alivio de luto después de tantos muertos incontados, y ahora, a dos años y algunos días, vuelvo a acordarme de la ciudad blanca. De ... aquel esquiador que bajó a Vallecas a llevar medicamentos, de la mascarilla en un trineo improvisado. Mi padre no me llevó a conocer el hielo, pero sí mi Tito Miguel de Albacete, que andaba con un gorro de astracán soñando con la primavera. A mi Madrid la envenenaron a base de bien, sin más ayuda que la del vecino que sacó una pala y despejaba las puertas de los bares con el pago de un cubatilla. Tuvo que venir un quitanieves de Jaén, que se levantó brava para ayudar a la capital. Después de la nevada, de esas nieves de antaño que cantaba Villon, el frío. El frío azul como el Dios de Juan Ramón. Un frío que perfilaba los contornos hasta el punto de que desde Argüelles se veía Gredos en lontananza.

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