MADRID RUMBO AL SUR
Camerún, la gran sonrisa de África
Cien jóvenes viven durante 23 días una aventura única y solidaria en el corazón del Tercer Mundo

Que África tiene imán es algo que a los jóvenes expedicionarios de Madrid Rumbo al Sur les ha quedado muy claro. Sus vidas, en sus propias palabras, «han cambiado para siempre». Hoy regresan a casa con las mochilas cargadas de recuerdos y anécdotas, pero sobre todo del espíritu de solidaridad y cooperación que han vivido en Camerún. Un país que les ha recibido con los brazos abiertos y que han recorrido durante los 23 días que ha durado esta inolvidable aventura.
Atrás quedarán los baobas y sus sombras en la «pequeña África». Un sonoro apodo para su tierra roja , sus selvas tupidas de verde , la calidez de su niebla al amanecer , sus costas o el destello de los dientes tras el cristal del autobús. Sonrisas , que los elegidos para esta expedición han encontrado a su paso por Yaoundé, Dschang, Bengbis, Limbe, Ebolowa, Lolodorf y en cada uno de los proyectos de Cooperación y Desarrollo que han visitado allí.
En cada uno de ellos —la mayoría subvencionados por la Comunidad de Madrid—, han puesto su pequeño granito de arena : bien ayudando a construir parte de un hospital gestionado por las Siervas de María, bien comprendiendo los handicap que este país tiene para alcanzar un mayor nivel de desarrollo. Allí, han entrado en contacto directo con españoles que llevan décadas trabajando para convertir a Camerún en un lugar mejor. Es el caso de sor Antonia León, madre superiora de las Siervas de María en Dschang , o de sor María Ángeles Mendaza, una de las Hijas de la Caridad que luchan contra el sida desde el Hospital San Vicente de Paul.
« Nuestro trabajo aquí es fundamental y muy agradecido. No solo en el ámbito sanitario al que dedicamos parte de nuestros esfuerzos, sino en la educación y escolarización de los niños. Es fundamental porque es a través de la enseñanza como más se puede influir en su salud», explicó sor María Ángeles a los chicos.
Ambas trabajan en una de las zonas más primitivas y ancestrales de Camerún. «Es fundamental advertir a la gente cómo prevenir enfermedades como el sida o la malaria . Aún hoy, muchos piensan que esta enfermedad trasmitida por los mosquitos es un espíritu maligno. Cuando mueren tratan de liberar a la víctima de él, abriendo su cuerpo en canal. Es un problema cultural. Muchos se niegan todavía a que sus hijos reciban vacunas», contó sor Antonia.
Un viaje al interior
Cada día más impresionados, y a la vez más concienciados con la realidad social de este país , los jóvenes de Madrid Rumbo al Sur han compartido parte de su travesía con pigmeos Baka de la tribu Ndjibot o con los integrantes de pueblos como los Bageli. «Nos han recibido con grandes sonrisas y nos hemos introducido con ellos en su pequeño paraíso. Nunca pensamos en que algo tan simple como una rama podría convertirse en una trampa o que se podría beber una de las mejores aguas de la liana de un árbol», escribieron a sus padres Aitana Higuera y Lara Benito.
«Empiezo a apreciar cosas tan básicas como tener agua potable y a dejar de lado otras como mi portátil», comentaba Gonzalo Cabanas. «Son gente sin nada aparentemente, pero felices. Algún día aprenderemos de ellos», escribió Mario Gibello, otro de los jóvenes expedicionarios.
De esta forma han podido descubrir la desinteresada ayuda que ONG como «Zerca y Lejos» , Médicos Mundi o la orden religiosa Pureza de María —entre muchas otras—llevan a cabo en Camerún. También la de los Padres Salesianos Misioneros, que desde sus escuelas deportivas de Don Bosco , intentarán este año poner en marcha una escuela de fútbol en colaboración con la Fundación Realmadrid . Además de balones, Madrid Rumbo al Sur ha entregado a su paso por el país africano más de 200 libros de inglés —para las escuelas de las Misioneras de Jesús y María en Yaoundé — o juguetes para los niños de Lolodorf.
Esta edición ha contado con novedades como la participación de Alba Riches y Jesús Cebrián , dos jóvenes discapacitados de 17 y 18 años . Una apuesta por la integración que la consejería de Asuntos Sociales ha querido hacer realidad por primera vez en esta aventura por África. Ambos han participado, codo con codo, en todas las tareas y bajo todas las condiciones.
Poco ha importado el calor sofocante o los aguaceros en plena selva. Estos jóvenes «rumberos» se llevan un bagaje único , el bullicio de la sorpresa en cada parada, la amistad de sus compañeros de viaje y de un país en el que han descubierto parte de sí mismos. Lágrimas y sonrisas que revelan que la felicidad está en verse reflejado en las vivencias de los demás, en formar parte de un proyecto que seguirá trabajando —ya desde Madrid— pero siempre mirando hacia el Sur.
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