Rueda acentúa su perfil nacional

El presidente de la Xunta incrementa progresivamente su proyección más allá de la Comunidad, consciente de lo que se juega Galicia en la esfera estatal

La intervención de Aragonés en el Senado desnuda a un BNG «incoherente»

Alfonso Rueda, durante su intervención el pasado jueves en el Senado DAVID CABEZÓN (XUNTA)

Pablo Pazos

SANTIAGO

Tras casi año y medio en el cargo de presidente de la Xunta, el peso específico de Alfonso Rueda en clave nacional va ganando enteros, como él mismo defendería, desde el «sentidiño», la «estabilidad» y el trabajo. En casa, a falta del refrendo definitivo ... que supondría lograr la quinta mayoría absoluta consecutiva del PPdeG en las próximas elecciones autonómicas, la doble cita electoral de este año —28M y 23J— ha avalado su gestión frente a las proclamas de «fin de ciclo» de la oposición. La misma que le acusaba de presidente interino y, desgastado el chascarrillo, ha pasado a acusarle de plegarse a lo que le dicta desde Madrid Alberto Núñez Feijóo. A lo suyo, Rueda reivindica Galicia como una «isla» frente al convulso panorama estatal, con los Orzamentos encarrilados como epítome; y, en paralelo, potencia su imagen más allá del Padornelo.

Su intervención del pasado jueves en el Senado es el último ejemplo. Era la tercera vez, de hecho, que el titular de la Xunta se desplazaba a Madrid en poco más de una semana: el día 10 se reunió con el ministro de Industria, Comercio y Turismo, Héctor Gómez; y el 12 acudió al acto solemne de homenaje a la bandera nacional y desfile militar con motivo de la Fiesta Nacional. Aunque ese altavoz nacional no sólo lo ha venido empleando in situ en la capital. La última edición del Foro La Toja, sin ir más lejos, le brindó una doble ocasión, sin salir de la tierra, con la inauguración y la mesa autonómica en la que lanzó mensajes con resonancia para todo el país. De la misma forma, aunque con diferente alcance en Madrid, que en rueda de prensa tras las reuniones del Consello o en atenciones a los medios.

El mandatario, ratifican fuentes de Presidencia de la Xunta, «incrementa progresivamente su perfil nacional». Y lo hace, explican, porque «muchas de las cuestiones que más preocupan a los gallegos se deciden en la esfera estatal». Son las consabidas demandas que sigue sin resolver el Gobierno (ahora en funciones), cuando no las torpedea directamente, recurso mediante: el futuro de la gestión del litoral, los fondos europeos para proyectos estratégicos, la situación de las infraestructuras, la llegada plena de la Alta Velocidad, y así un largo etcétera.

En este contexto, las negociaciones para la investidura de Sánchez han supuesto una vuelta de tuerca. Dicho de otro modo, han llevado a Rueda, muy vocal en su denuncia de hasta dónde está dispuesto a llegar el presidente en funciones, con tal de seguir en Moncloa, a lucir aún más el traje nacional. Porque, como ha dicho en la Cámara Alta, Galicia no está dispuesta a permitir que el «precio» a pagar sea «liquidar» el Estado de las Autonomías.

Defensa de la igualdad

La amnistía, el perdón gubernamental para satisfacer el afán del independentismo por dejar sin castigo el desafío al Estado del procès, era el asunto estrella en la Comisión General de las Comunidades Autónomas en el Senado. Pero Rueda no ha llegado a pronunciar siquiera la palabra de moda. El titular de la Xunta se ha centrado en reivindicar aquello que ha venido defendiendo en los últimos meses: igualdad entre territorios, multilateralidad frente a bilateralidad; rechazo de un modelo asimétrico que premie a los socios de Sánchez en detrimento del resto de regiones; que la mayoría pierda para que unos pocos ganen y que los primeros paguen, de la caja común, las supuestas deudas históricas con las que justifican los segundos cobrarse su apoyo. Contundente, ha denunciado como «escandalosa» la manga ancha con Cataluña frente a la «lupa» con la que se mira cada ley que emana del Parlamento gallego.

Ha sido el suyo un discurso en defensa del autonomismo y en el que ha plasmado, precisamente, la voluntad de ostentar cada vez mayor proyección de Galicia hacia fuera. «La política nacional debe impregnar los intereses de la política autonómica», en tanto «parte esencial», incluso «principal», de la «estructura del Estado», defendió. «No somos una especie de lobbies territoriales, ni tampoco simples administradoras de los servicios públicos», ha advertido, en un claro rechazo a la cacareada pero nunca pregonada —por parte del Ejecutivo Sánchez— cogobernanza. «Desde las autonomías (...) se puede y se debe hacer política nacional», ha apostillado Rueda, en una frase que no era infrecuente escucharle al propio Feijóo cuando aún no había dado el salto a Madrid.

No se ha quedado ahí el presidente gallego, que ha calificado de «equivocación» la presunción de que «lo que hacemos en nuestros territorios no afecta al resto», como si fueran reinos de Taifas. Frente a la política que sólo se mira al ombligo, una visión más amplia, de España en su conjunto a partir del encaje de sus distintas autonomías, cada una con sus sensibilidades, fortalezas, debilidades y necesidades, pero parte de un todo que debería mirar por el bien «común», huyendo de los «cálculos políticos a corto plazo, egoístas y personalistas» —el librillo de Sánchez—.

«Es de mi incumbencia»

En alusión a un Pere Aragonès que ya había abandonado la Cámara, también ha tildado de «error» el «no querer escuchar lo que dicen los demás» e «intentar callar la voz de los que piensan distinto»; un rotundo repudio del egocentrismo que exhiben los nacionalismos catalán y vasco en sus demandas al líder socialista. «Lo que pase en el resto de España me afecta y es de mi incumbencia», se ha desmarcado de los Aragonès, Urkullu y Ana Pontón; ensanchando de paso las costuras de su traje nacional.

Y no es mera palabrería para lucir ante el foco capitalino. «Que Galicia tenga presencia en la política nacional es la única manera de evitar que la política nacional tenga un impacto negativo sobre Galicia», resumen las citadas fuentes. Máxime cuando hay un Gobierno que penaliza sistemáticamente a la Comunidad, porque la gobierna el PP desde 2009 y ahora, además, porque encarna la gestión de su presidente. «Creen que cuanto peor le vaya a Galicia, mejor le irá electoralmente al PSOE», censuran desde San Caetano lo que consideran una táctica «sectaria» y «corta de miras». La sombra de Feijóo es alargada y obliga a Rueda a fajarse.

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