Feijóo pide al partido que cuente con él «hasta el último aliento político»

Una consigna interna fue la banda sonora de toda la mañana en Expourense, la de que el Congreso autonómico debía ser la primera piedra de la tercera mayoría absoluta popular en las elecciones autonómicas que previsiblemente se celebrarán el próximo mes de octubre. Así lo expresaron los encargados de abrir el telón del domingo, el presidente provincial orensano, Manuel Baltar ; y el presidente de Novas Xeracións de Galicia, Diego Gago , que calentaron los motores antes de que se efectuase la votación.

Aunque todas las dudas sobre su futuro se habían disipado el pasado dos de abril, cuando anunció que optaría a la reelección, Feijóo quiso retomar ayer el tono de aquel discurso, en el que colocó a Galicia como la medida de todas las decisiones que había tomado en su vida política. «No la cambio por nada», enfatizó para reiterar por enésima vez su «compromiso» con la Comunidad, sus ganas de «darlo todo» por ella.

La «estabilidad» se ha tornado mantra en el argumentario popular, a la luz de los problemas que trascienden en ciudades y autonomías con plenarios fragmentados y gobiernos en minoría. Galicia es ya hoy la única región española que se rige con mayoría absoluta, y Feijóo sabe que buena parte de sus posibilidades para seguir ocupando su despacho de San Caetano pasan por revalidarla. Así, optó por volver a exhibir alguno de los logros conseguidos gracias a la solidez de su Ejecutivo , entre los que destacó una vez más el control del déficit público, las bajadas de impuestos acometidas en los últimos ejercicios, y el mantenimiento de los servicios sociales pese a haber tenido que enfrentarse a una crisis económica que provocó ajustes severos en el gasto.

En la recesión se detuvo el presidente, y también la empleó como acicate para intentar un tercer mandato. Se refirió a ella como si de una plaga bíblica se tratase, y explicó que «si pudimos pasar siete años de vacas flacas, queremos pasar al menos otros siete de vacas gordas».

Después de mirar al pasado, tocó trazar las líneas de futuro con las que convencer a los gallegos para que reediten su confianza en el proyecto conservador. De este modo, Feijóo fijó su pensamiento en las más de 200.000 personas que siguen en paro en la Comunidad , pero explicó que el desarrollo de algunos sectores clave supone un hilo de esperanza para la economía gallega. Así se refirió al naval, que viene de cerrar «el contrato más importante de los últimos años» , a la automoción o al aeronáutico, que con el proyecto del aeródromo de Rozas buscará convertir a Galicia en un campo tecnológico emergente.

En un discurso que se caracterizó por su mayor componente interno y menos beligerancia con la oposición de la que acostumbra, el barón gallego expresó su voluntad de no caer en el ataque constante y esforzarse en mostrarse con voluntad propositiva. «Cada vez que los demás nos digan ‘Feijóo’, debemos responder ‘Galicia’», animó a los suyos.

No solo se conjuró el partido a nivel gallego, sino que Feijóo recibió el apoyo de numerosos dirigentes autonómicos y nacionales del partido. A los vicesecretarios Fernando Martínez Maillo y Andrea Levy —que ya habían estado presentes el sábado— se unió ayer María Dolores de Cospedal . La secretaria general del PP se mostró convencida de que su partido conseguirá aumentar los apoyos en las elecciones generales del 26-J después del «vodevil» de los últimos meses entre los demás grupos. Asimismo, ensalzó al presidente gallego y lo tildó de «referente para todo el país» al argumentar que «habla con hechos, por eso es un modelo a seguir en política social y económica y de empleo».

El respaldo a Feijóo traspasó fronteras, y como es habitual en las grandes citas del PP gallego, también hubo un invitado del PSD portugués , el presidente del partido en el distrito de Oporto, Virgílio Macedo . El también diputado luso trazó una comparativa entre la situación de ambos países, ya que en Portugal también fue la opción de centro-derecha la más votada, pero un pacto de izquierdas la apartó del Gobierno. «Estas mayorías negativas son una perversión de la democracia» , concluyó Macedo.