Aunque finalmente se retiró la propuesta de Vox como declaración institucional del Ayuntamiento en el Pleno del pasado jueves, para instar a la Generalitat a esa modificación para considerar Alicante zona castellanohablante, dado que hay una reforma normativa a la vista, se han alzado ya las voces que distinguen entre grupos de población según su idioma habitual.
«Las lenguas son instrumentos para que los humanos nos comuniquemos», señalaban en un comunicado el Departamento de Filología Catalana, la junta directiva de la Unitat per a l'Educació Multilingüe de la Universitat d'Alacant y la sede alicantina del Instituto Interuniversitario de Filología Valenciana. No obstante, a continuación también apuntaban que «pero son también [las lenguas], en buena medida, elementos con los que las personas y comunidades humanas construimos nuestra identidad».
Para Idiomas y Educación «es peligrosa esta afirmación», así como otra en el sentido de que «negar la lengua es negar la valencianidad de Alicante».
Desde esta asociación se posicionan en contra de esta asociación de ideas: «Entendemos que la valencianidad de Alicante no radica en la lengua que hablan sus habitantes». Por ello, critican que «estas instituciones no entienden que los ciudadanos eligen la lengua en la que se comunican», además de que el predominio actual del castellano está relacionado con un «espectacular crecimiento de la población», sin que eso tenga que valorarse en negativo, a su juicio.
Profesores contra la exclusión
En parecidos términos se han pronunciado desde la Plataforma de Docentes por la Libertad Lingüística: estos tres departamentos ligados a la Universidad «no parecen considerar que tan singular argumento deja fuera de «la valencianidad» a casi la mitad del territorio de la Comunidad, que pertenece a ayuntamientos de predominio lingüístico castellano».
A su entender, declarar Alicante zona de predominio lingüístico castellano «no significa, en modo alguno, negar su valencianidad, simplemente es adaptar la norma a la realidad de la ciudad».
Y animan a todas las partes implicadas a «abrir las puertas a la libertad y romper las cadenas lingüísticas». Finalmente, se unen «a los defensores sinceros del valenciano frente a su verdadero y único enemigo: aquellos que quieren soterrarlo como un dialecto del catalán, negándole su condición de lengua independiente», en referencia a otro debate no menos polémico.
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