El crimen del canónigo de Valencia: sexo, un apartamento en la playa y un USB escondido en una capilla

El pasado fin de semana, la Policía Nacional detuvo a un hombre de 40 años y origen peruano por su presunta vinculación con la muerte del clérigo. Se trata, según las primeras pesquisas practicadas, de uno de los jóvenes vulnerables que al parecer captaba en la calle para mantener relaciones sexuales a cambio de dinero, hospedaje y comida. Así, la investigación judicial se mantiene abierta en el Juzgado de Instrucción 3 de Valencia por un delito de homicidio y otro de estafa, por los que el acusado se encuentra en prisión provisional, comunicada y sin fianza.

Las dobles intenciones del cura con personas en situación de vulnerabilidad social fueron descubiertas a la Policía por un viejo conocido que ejercía las labores de «protector». Un hombre de origen rumano al que conoció hace ya trece años y que también servía de chófer y acompañante en encuentros «de riesgo» del religioso con otros hombres.

A este mismo, según adelantó el diario Levante-EMV, le confesó que había llegado a un pacto en el pasado mes de agosto con uno de ellos, el ahora detenido por presuntamente asfixiarle hasta la muerte. En detalle, explicó, que le había dejado dormir en su apartamento ubicado en la localidad valenciana de El Perelló a cambio de que limpiara la casa. No obstante, no cumplió con lo acordado y le manifestó su intención de echarle del domicilio, a lo que respondió con «actitud agresiva».

El asistente también detalló que Don Alfonso recibía visitas de chicos jóvenes sin recursos en su piso de la calle Avellanas, con los que, en alguna ocasión, le reconoció que «mantenía relaciones sexuales», intuye, a cambio de dinero. «Llegó a pagar entre 200 y 300 euros», a modo de »recado«, aclara. Unas prácticas no desconocidas para otros allegados, ya que algunos vecinos apuntaron que en una ocasión lo descubrieron pidiéndole a un hombre que le hiciera una felación en el patio de la finca.

Al margen de la relación que procesaba con el acusado y ahora detenido, el mismo testigo apuntó que en otra ocasión conoció a un joven con una discapacidad intelectual del 43% en la estación de autobuses de Valencia, cuando se disponía a viajar a su Bajadoz natal. Tras una primera toma de contacto en la que intercambiaron sus teléfonos, el sacerdote terminó por convencerlo a base de dinero en giros postales para que regresara a la capital del Turia.

Así, le ofreció pagarle el viaje y el hospedaje en Valencia, en su casa, a lo que accedió, a pesar de las primeras reticencias y dudas, a finales de este mes de enero. Un encuentro que tuvo lugar días antes de morir asesinado y en el que, según el testigo, «tan sólo hubo sexo una noche». A la mañana siguiente, la del domingo 28 de enero, se despertaron y cada uno tomó el camino opuesto sin volverse a ver nunca más.

En paralelo a la investigación relativa a sus affaires con personas vulnerables, a los que captaba en la calle, el juez ha dictado la apertura de una pieza separada para tratar de averiguar el contenido de hasta siete USB, memorias extraíbles, halladas en el escenario del crimen, la casa de Don Alfonso. Uno de estos pendrives, así como un teléfono móvil, permanecían ocultos bajo llave en una capilla que tenía instalada en su propio domicilio.

Tras forzar la cerradura, entre relicarios, libros e imágenes de santos y vírgenes, los agentes encontraron estos objetos dentro de un escritorio que, ahora, han pasado a formar parte de las pesquisas para esclarecer los motivos de la muerte del religioso de 85 años.

Este pasado miércoles, el Arzobispado de Valencia emitió un comunicado para informar que «apercibió» hace dos años al canónigo emérito después de que los vecinos de su mismo edificio, propiedad de la Archidiócesis, presentaran «quejas verbales» acerca de las personas que acudían al mismo, pero precisaba que esas protestas «en ningún caso aludieron a hechos de la naturaleza que se narran» en los medios de comunicación -en alusión al comportamiento del religioso- y que desde entonces «jamás se volvió a recibir ningún tipo de queja».

También manifestó su confianza «plena» en la acción de la justicia y que son «los más interesados en el pronto esclarecimiento de los hechos». Sobre el procedimiento judicial, el Arzobispado explicó que planteó personarse en la causa como acusación particular y que el juzgado instructor lo rechazó al entender que la personación corresponde «únicamente a la familia directa», motivo por el cual finalmente desistió de su intención.

Por su parte, la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé, ha instado a no interceder en la investigación judicial y policial sobre el crimen. «Vamos a dejar que la investigación siga su curso», ha dicho la dirigente socialista al ser preguntada por las novedades en este caso, para añadir a continuación: «Lo próximo igual ya lo vemos en Netflix». En todo caso, ha remarcado que el proceso judicial está bajo secreto de sumario.