El titular del Juzgado de Instrucción 3 de Valencia, en funciones de guardia de incidencias, ha decretado este sábado el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza del detenido por la muerte violenta del canónigo emérito de la Catedral de la ciudad ... Alfonso López Benito.
El hombre 40 años queda investigado en una causa abierta inicialmente por un delito de homicidio y otro de estafa. Como hiciera ante la Policía Nacional, se ha acogido a su derecho a no declarar, según ha podido saber ABC.
La Fiscalía y la acusación popular del Arzobispado -de acuerdo con fuentes del Ministerio Público- habían solicitado su entrada en un centro penitenciario por la gravedad de los hechos, las pruebas que obran en las actuaciones y el riesgo de fuga dada su situación irregular en España.
El magistrado de guardia ha acordado inhibirse de las diligencias en favor del Juzgado de Instrucción 19, competente para proseguir las pesquisas.
El investigado ha permanecido en los calabozos del CIE de Zapadores de Valencia desde que fuera detenido el miércoles, 24 horas después de que se descubriera el cadáver del sacerdote, con signos de estrangulamiento, en su domicilio. La autopsia confirmó la muerte por asfixia.
El principal sospechoso del crimen de López Benito, de 80 años, frecuentaba el piso de la víctima, con la que supuestamente habría mantenido encuentros de índole sexual en alguna ocasión.
La Policía lo localizó tras pagar consumiciones en un bar con la tarjeta de crédito del párroco y tenía en su poder el móvil del fallecido, con el que habría enviado mensajes a conocidos incluso cuando ya se había descubierto el cuerpo sin vida del cura. En uno de ellos, suplantando la identidad del canónigo, informaba de su intención de pasar unos días fuera de casa.
Los agentes tratan de averiguar si el sacerdote ofrecía dinero a jóvenes sin recursos a cambio de sexo o, por el contrario, fue víctima de uno de los necesitados a los que ofrecía su caridad e incluso pernoctaban en la casa.
Los vecinos se habían quejado en muchas ocasiones de los problemas que ocasionaban las visitas de personas con antecedentes o con síndrome de abstinencia al piso de López Benito. En alguna ocasión, años atrás, el sacerdote llegó a recibir amenazas de una de ellas.
El Arzobispado, conocedor de la situación, había intentado mediar para apaciguar la convivencia en la finca y había pedido sin éxito al eclesiástico que cesara este tipo de comportamientos, argumentando que la Iglesia tiene recursos para ayudar a gente vulnerable. Sin embargo, el párroco hizo caso omiso.
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