La ANC, de motor del ‘procés’ a amenaza electoral para el independentismo
La entidad amenaza a los partidos al anunciar que presentará una lista propia a las próximas autonómicas
La crisis entre la ANC y los partidos es solo una muestra más del descalabro en el campo
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Iniciar sesiónDesde que en 2012 organizase su primera manifestación masiva con motivo de la Diada del 11 de septiembre, la Assemblea Nacional Catalana (ANC) comenzó a funcionar como el ‘motor civil’ del ‘procés’. La entidad, con decenas de miles de socios y fortalecida a lo ... largo de los años, actuaba como un poderoso ‘lobby’ que azuzaba a los dirigentes independentistas para que acelerasen el galope rupturista. En una de las grandes perversiones políticas en esta última década negra en Cataluña , la ANCacabó convirtiéndose en un actor de primer orden: los partidos lideraban la ruptura desde las instituciones, la ANC, junto a Òmnium, canalizaba el ‘procés’ en la calle.
La comunión de intereses era clara, un círculo más o menos virtuoso, más o menos perverso según se mire, que funcionó mientras el proceso de ruptura fue conquistando hitos hasta su momento culminante en 2017. A partir de ese año, sin embargo, con la derrota procesista, el divorcio ha sido clamoroso. La demostración más clara de la ruptura es la decisión de la ANC de competir directamente con el resto de partidos independentistas en las próximas elecciones autonómicas, previstas en tres años si se agota la legislatura, presentando una ‘ lista cívica ’ impulsada por la entidad. «Los representantes políticos actuales creen que el nuestro es un voto cautivo y que tienen el margen suficiente para no respetar la voluntad de sus electores. Nos hemos dejado condicionar por el voto útil a los partidos hegemónicos», apunta la ANC en su hoja de ruta para los años 2022 y 2023, el documento estratégico aprobado por los socios en la Asamblea General Ordinaria que de manera virtual se celebró entre el 17 y el 23 de marzo. De motor del ‘procés’ y aliado de los partidos, a rival electoral, un símbolo más de la descomposición del movimiento secesionista .
«Que la Asamblea se convierta en un partido y se presente a las elecciones no es una opción», apunta la entidad para descartar su conversión en una formación al uso. Cosa distinta, añaden, es impulsar una lista electoral que desde el resto de partidos se lee como un evidente elemento de presión y el abandono de la fingida neutralidad que defendía la entidad: «Nos planteamos el impulso de una lista cívica, independiente de partidos, para defender la voluntad de los electores independentistas en las próximas elecciones al Parlamento de Cataluña y hacer la independencia». «Se acabó que la falta de respeto a la voluntad de los electores, a ellos, les salga gratis. Deberemos hacer un uso inteligente de nuestro voto, adaptándolo a los diferentes procesos electorales », añade la entidad certificando el divorcio. El tránsito que ha hecho la ANC es coherente en cualquier caso con el de un independentismo de base que ha visto, frustrado y decepcionado, como los partidos secesionistas traicionaban lo que definen como el «mandato del 1 de octubre», esto es, que el resultado de la votación en el referéndum ilegal de 2017 es un aval para proceder a la proclamación, y ejercicio, de la independencia. Pensamiento mágico.
Discurso delirante
A la vez que los partidos, pese a toda la retórica, se han ido acomodando a lo que el independentismo más hiperventilado ve como marco autonomista , la ANC, presidida por Elisenda Paluzie, se ha situado en la vanguardia del secesionismo más radical, a menudo alineado con los postulados defendidos por la facción más arrojada de Junts, la misma que no duda en poner sobre la mesa un discurso delirante, planteando por ejemplo desobediencias que luego es incapaz de aplicarse para sí. De hecho, la ANC aboga por potenciar el llamado Consell de la República , el ente con base en Waterloo con el que el fugado Carles Puigdemont aspira a controlar el independentismo. Con la ANC haciendo en los últimos años de correa de transmisión de Junts, su ruptura con ERC viene de lejos. La novedad ahora con la amenaza de lista electoral, es que la separación amenaza con llevarse por delante también la relación con Junts.
Sea como fuere, la crisis entre la ANC y los partidos secesionistas es solo una muestra más del descalabro en el campo ‘indepe ’, reflejado en la capacidad cada vez más menguada de movilización, pasando de las norcoreanas marchas multitudinarias de antaño, a las raquíticas convocatorias actuales. Un dato más: pese a que la ANC sigue siendo una muy nutrida organización, con 96.041 asociados, de los cuales 45.960 son de pleno derecho, apenas un 10% de estos últimos participó y votó en la última asamblea general, precisamente la que ha certificado el giro estratégico.
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