Un 23 de abril…

Nos vamos a hace ya más de noventa años, al 23 de abril de 1933. Desde finales de la década anterior, la afición andaba ilusionada con un torero castellano, que irrumpió con fuerza desde su presentación como novillero. Los últimos coletazos de la temporada de 1930 llevaron el nombre de Domingo Ortega, uno de los muchos toreros que descubrió y lanzó al estrellato Barcelona.

El impacto que causó le llevó a la alternativa, que tomó de manos de Gitanillo de Triana y en presencia de Vicente Barrera el 8 de marzo de 1931. Como matador de toros, Ortega respondió plenamente ante el público barcelonés con triunfos incontestables. La temporada de 1933 fue especialmente positiva. El 2 de abril, a decir de las crónicas, el toledano se consagró como figura indiscutible del toreo en una tarde en la que compartió cartel con Marcial Lalanda, Manolo Bienvenida y su competidor y compañero en el éxito Carnicerito de México. Una jornada memorable, el 17 del mismo mes, Lunes de Pascua, toreó Domingo Ortega con Vicente Barrera y para el día 23 se anunció un mano a mano con Carnicerito.

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Plaza a rebosar, expectación máxima por la rivalidad en la que habían entrado los dos diestros. La tarde se la llevó de calle Ortega, con los tendidos entregados en un nuevo triunfo que lo colocaba definitivamente entre los mejores. Fue un 23 de abril de ahora hace 92 años.