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Inicio del curso político en Castilla y León
«La reprobación de un consejero no debería ser un mero episodio parlamentario más, sino una llamada de atención»
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Iniciar sesiónEl inicio del curso político en Castilla y León se ha comenzado en un clima de reprobaciones y con incertidumbre sobre las próximas elecciones. La reciente reprobación de un consejero por parte de las Cortes autonómicas ha puesto de manifiesto la debilidad parlamentaria del gobierno ... regional. Aunque las reprobaciones tienen un carácter político y no jurídico, su impacto no puede subestimarse. La consecuencia suele ser que, debilitan la autoridad de quien las sufre y erosionan la credibilidad del ejecutivo que le respalda.
El debate en torno a la reprobación ha evidenciado, por un lado, la capacidad de la oposición para marcar agenda y obligar al gobierno a defender posiciones incómodas; por otro, la dificultad del ejecutivo para mostrar un liderazgo en un momento en el que la ciudadanía demanda certezas y seguridad. Castilla y León es una Comunidad con importantes retos demográficos, económicos y sociales y, sin embargo, la conversación política se centra ahora en cálculos partidistas para sacar el mayor rédito de una situación crítica como han sido los devastadores incendios de este verano.
Vivimos en un clima de incertidumbre creciente sobre la convocatoria electoral. Nadie parece tener claro cuándo se celebrarán las próximas elecciones autonómicas. Esa indefinición genera un ambiente de interinidad que perjudica tanto a la acción de gobierno como a la planificación de la oposición. El presidente mantiene en sus manos la prerrogativa de disolver las Cortes, pero la duda sobre el calendario erosiona la confianza de los ciudadanos y de los actores sociales, que necesitan previsibilidad para diseñar proyectos y estrategias a corto, medio y largo plazo.
La sensación general es que Castilla y León vive en un compás de espera, atrapada entre un presente con instituciones debilitadas y un futuro aún por despejar. La política regional corre el riesgo de enredarse en maniobras tácticas que poco tienen que ver con las preocupaciones reales de los castellanos y leoneses, como son el envejecimiento de la población, la despoblación rural, la creación de empleo estable, la mejora de servicios públicos y la sanidad o la modernización económica.
La reprobación de un consejero no debería ser un mero episodio parlamentario más, sino una llamada de atención sobre la necesidad de recuperar la centralidad de los problemas ciudadanos. Y la incertidumbre electoral, lejos de ser un arma de presión o de cálculo, debería resolverse cuanto antes en beneficio de la claridad democrática.
En definitiva, el inicio del curso político en Castilla y León refleja un escenario de debilidad gubernamental y desgaste institucional. Solo la transparencia, la responsabilidad y la decisión de devolver la voz a las urnas podrán restituir la confianza a una ciudadanía cada vez más distante de sus representantes.
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