Renunciar a los homenajes a etarras allana el camino para más cesiones a los presos

La decisión del colectivo de presos (EPPK en euskera), por tanto, sería consecuencia de las conversaciones entre ambas partes. De hecho, estos presos son la principal bandera de enganche de la izquierda abertzale oficial frente a su disidencia radical, que le reprocha que el compadreo con el Ejecutivo de Madrid no se está traduciendo en libertad para los etarras que siguen entre rejas. Así, la decisión del EPPK conjuga los intereses de las dos partes : el Gobierno consigue que se acaben los ‘ongi etorri’ y podrá presumir de ello ante las víctimas, mientras que Otegi verá a corto y medio plazo cómo se flexibiliza aún más la política penitenciaria para presentarlo como una victoria ante los suyos.

El mensaje a la disidencia radical sería: «Dejad de armar ruido, porque somos nosotros los que vamos a sacar a nuestros presos a la calle». Y más ahora que el Ejecutivo de Sánchez cedió la política penitenciaria al Gobierno vasco, que lidera el PNV, hace justo dos meses.

«Hay una simbiosis clara en este asunto entre los intereses del Gobierno y los de Bildu», explican los expertos consultados. Sánchez podrá insistir en la idea de que Bildu no es ya el heredero de ETA al desaparecer esos homenajes públicos y, por tanto, es lícito pactar con la izquierda abertzale. Y ésta seguirá con la estrategia para blanquear su historia presumiendo de que no sólo ha abandonado el enaltecimiento de ETA, sino que incluso ha dejado de humillar a las víctimas.

Las fuentes antiterroristas consultadas por ABC advierten de que «estamos además ante una clara operación de blanqueo por parte de los proetarras». Y añaden que «una vez más han demostrado ser auténticos maestros en el uso perverso del lenguaje, porque no han dicho que no vayan a hacer ‘ongi etorri’, sino solo que se harán de forma privada. Sí es cierto que eso elimina el elemento de humillación a las víctimas, pero moralmente, que no legalmente, sigue siendo reprochable».

Estas fuentes explican que ya se vienen dando permisos de fin de semana a etarras con delitos de sangre que están en prisiones del País Vasco y cercanas. Por ejemplo, el próximo fin de semana a Lierni Armendáriz, interna de la cárcel de El Dueso (Cantabria) que lleva 20 años en prisión y tiene muertes a sus espaldas. Ya ha habido precedentes en los últimos meses. En no demasiado tiempo se constatará el aumento de terceros grados y libertades condicionales, según los expertos.

El alcance del fin de los ‘ongi etorri’ ya es, en cualquier caso, limitado. En la última etapa han sido mucho más discretos. En la mayoría de las ocasiones consisten en entregar al etarra una ‘txapela’ y un ramo de flores como bienvenida y luego el homenajeado, su familia y amigos pasaban a la sociedad anexa a la ‘herriko taberna’ correspondiente, donde se llevaban a cabo las celebraciones en la intimidad.

De cualquier forma, bien por los intentos de las asociaciones de víctimas de que se prohibieran los homenajes o por instrucciones de la Delegación del Gobierno en el País Vasco, las Fuerzas de Seguridad han montado dispositivos discretos para vigilar si en estos actos se producía exaltación del terrorismo. Y a continuación se han redactado los correspondientes informes para la Audiencia Nacional o la propia Delegación del Gobierno. Todo aquel preso etarra que ha abrazado la llamada ‘vía Nanclares’ queda excluido de cualquier acto de homenaje cuando sale , aunque también es cierto que la práctica totalidad de los terroristas encarcelados prefieren que no se les haga reconocimiento alguno, sea discreto o no, con tal de salir cuanto antes de prisión.

El último ‘ongi etorri’, el de Igor Suberbiola en San Sebastián, tuvo una particularidad al celebrarse en dos fases. En la primera, se ajustó al modelo relatado con anterioridad y en la segunda hubo un acto público en la plaza Easo, dada su condición de antiguo miembro primero de Jarrai y luego de Haika y Segi.

Hace casi dos años, en enero de 2020, se inició el último golpe policial a la estructura que estaba detrás de la organización de homenajes a etarras excarcelados, denominada ‘Kalea, Kalea’. Entonces, la Jefatura de Información de la Guardia Civil realizó la operación Kabat y detuvo a cuatro individuos vinculados a Sortu, el partido fundamental de la marca Bildu. Entre ellos estaba el etarra José Antonio López Ruiz, ‘Kubati ’, que ya había sido detenido por la misma razón en 2018. En esa investigación se analizaron un centenar de ‘ongi etorri’. El pasado verano fueron detenidos otros dos expresos de ETA, Carlos Sáez de Eguilaz y Felipe San Epifanio, ‘Pipe’, en el marco de esa investigación. Y hace solo un par de meses la Audiencia Nacional, que instruye las diligencias por este asunto, ordenó el cierre de dos páginas web que utilizaban estos individuos como órgano de difusión.

Más allá de estas consideraciones, las fuentes consultadas entienden que el final de los ‘ongi etorri’ tiene también un fuerte componente simbólico, porque de alguna forma suponían la última actividad pública de la banda terrorista.

Es evidente que el colectivo de presos, controlado por Otegi, no ha tomado esta decisión por convencimiento moral o por el daño que causa a las víctimas, sino porque cree que es útil para lograr su objetivo principal: sacar a la calle a los más de 170 presos de la banda terrorista ETA que sigue habiendo a día de hoy.