Hablan los que escuchan: «Todavía hoy, por la boca muere el pez»
«Por aquí no», escuchan una y otra vez los agentes que pasan horas y horas oyendo lo que dicen los tipos a los que persiguen. Los delincuentes toman cada vez más precauciones al hablar por teléfono, pero aun así las intervenciones telefónicas y ambientales son todavía una técnica de investigación muy importante
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Iniciar sesiónCaso Aguas de Mijas contra la mafia rusa . Son las 18:51:06 del 30 de junio de 2017. Alexander Grinberg, uno de los principales investigados, habla con Pavel Aleshin. Al minuto y 50 segundos de la conversación se produce este diálogo:
– ... Grinberg: Te cuento que el internet ha sido... O sea, si te acuerdas sobre Rafa también había cosas...
–Aleshin: Está claro, pero, Sasha, también nos pasó: «Nos hicimos cargo del juego», si lo miraran un poco más a fondo también podrían escribir sobre nosotros que somos de Izmailovskaya y todo eso.
–Grinberg (interrumpe): Pasha, Pasha, venga, para qué [lo dices] ‘en directo’...
–Aleshin: Bueno, vale.
De la charla se infieren varias cosas. Las primera, que Grinberg está por encima de su interlocutor en la organización que se investiga; la segunda, que es plenamente consciente de que su teléfono puede estar intervenido y la tercera, que alguien les puede relacionar con una de las organizaciones mafiosas rusas más poderosas, como es la Izmailovskaya, lo que le preocupa seriamente. Todos son, como es obvio, datos importantes para la investigación.
«Las intervenciones telefónicas, y también las ambientales, son, por supuesto, una técnica policial de máximo interés », sostienen fuentes policiales que han hecho algunas de las investigaciones más importantes contra el crimen organizado en España. Pero añade: «No son la panacea, sino una herramienta más de nuestro trabajo. Que alguien diga por teléfono que ha matado a otro no le convierte en un asesino; es más, lo que tenemos que hacer a partir de ese momento es buscar los datos que lo confirmen o, en su caso, que lo descarten. Dicho esto, las escuchas nos son de una gran utilidad».
«No son la panacea, sino una técnica policial más, de gran utilidad. Pero el trabajo de campo sigue siendo imprescindible»
En los grupos operativos de las Fuerzas de Seguridad hay diferentes roles y, entre ellos, claro está, el de aquellos que se dedican a escuchar lo que dicen los investigados y con quien ellos se relacionen. «Para que sean eficaces, los agentes que se dedican a esa tarea deben ser los mismos en cada investigación y las intervenciones telefónicas o ambientales tienen que prolongarse en el tiempo», añaden las fuentes.
La primera de las condiciones es necesaria porque el investigador va conociendo las distintas voces, se familiariza con los giros que cada uno hace en sus conversaciones y es capaz de percibir el papel que juega cada interlocutor en la organización. Para eso, como es lógico, las escuchas tienen que abarcar meses , a veces hasta más de un año, lo que permite interpretar los mensajes aunque se lancen con un lenguaje convenido entre los sospechosos.
La ayuda del intérprete
Por mucho que se tomen precauciones para no decir ni una palabra de más en las conversaciones telefónicas –hasta el delincuente más ingenuo ya es consciente de que los aparatos se intervienen fácilmente–, lo cierto es que muchas veces el investigado, o alguna de las personas con las que habla, acaba por dar datos que facilitan el trabajo policial . «Es verdad eso de que por la boca muere el pez –aseguran– porque es muy difícil que alguien no se relaje en algún momento. Y ahí estamos nosotros para aprovecharlo».
Uno de los principales problemas que se plantean es que la delincuencia es cada vez más internacional . Es verdad que muchos policías, guardias civiles y agentes de los servicios de inteligencia hablan idiomas, pero muchas veces hay que recurrir a la figura del intérprete para poder traducir las conversaciones e interpretarlas. Por supuesto, eso plantea algunos problemas.
«Para nosotros es siempre mucho mejor que sea un policía el que esté con los auriculares; conoce la investigación a fondo, sabe lo que se busca, está familiarizado con el lenguaje de los criminales, y por tanto interpretarlo, y es capaz de dibujar las relaciones entre unos y otros a través de los contactos que mantienen. Pero no siempre se tiene en el equipo investigador a gente que hable, por ejemplo, rumano, árabe o ruso... Y entonces hay que recurrir a los traductores ».
«No hay ninguna institución en España que sea capaz de interpretar un susurro en treinta idiomas», presumió el exjefe del CNI, el general Félix Sanz Roldán
Antes de que comiencen a escuchar las cintas, el grupo policial que lleva el caso les explica a grandes rasgos de qué tipo de organización se trata o si se investiga un asesinato, por poner solo un par de ejemplos, y qué cosas tienen interés policial. «Es importante que cojan experiencia y, por eso, intentamos que repitan. Es obvio que al principio solo traducen, pero con el tiempo además interpretan, porque en una investigación los matices son muy importantes ... Las entonaciones , por ejemplo, dan mucha información, y el traductor tiene que reflejar también qué percibe él de lo que está escuchando».
Quizá la sofisticación mayor en esta materia la alcance, por su propia naturaleza, el CNI , que opera en multitud de países. El anterior director de la Casa, el general Félix Sanz Roldán , presumió de ello el 29 de abril de 2010, apenas un año después de llegar al cargo, durante una intervención en un foro sobre asuntos de Inteligencia: «No hay ninguna institución en España que sea capaz de interpretar un susurro en treinta idiomas » salvo el servicio de inteligencia español, que está capacitado para captar el sentido de «una confidencia hecha en un idioma particular». Seis años después, el general, en otra intervención pública, elevó esa cifra a 32 idiomas ...
De lo que no cabe duda es de que los investigadores, solo a través del teléfono o los micrófonos ambientales, acaban por conocer mejor al investigado que muchas de las personas cercanas a él. Saben sus debilidades, sus afinidades personales, sus filias y sus fobias; también, claro, hacen un perfil psicológico del objetivo , y tienen muy claro si se trata de un tipo impulsivo, sumiso, violento, frío o miedoso, por poner solo algunos rasgos del individuo. Y toda esa información, convenientemente tratada, proporciona ventajas indudables a los investigadores de campo a la hora de diseñar sus estrategias.
«Lo que no es cierto es que los casos se resuelven solo con las escuchas. Diría que cada vez menos, porque l os delincuentes son ahora más profesionales . A veces, incluso, no aportan nada a la investigación y se pide al juez que cesen porque no dan resultados y no tiene sentido perder el tiempo con ellas», destacan las fuentes policiales consultadas por ABC.
Sorpresas desagradables
Tampoco hay, en sentido estricto, policías especializados en escuchas. En los grupos operativos ese papel lo ocupan unos y otros en función del caso y las circunstancias concretas. Eso sí, hay que tener mucha paciencia «porque el 99 por ciento de las conversaciones que hay que oír no tienen nada que ver con las pesquisas . Pero es absolutamente necesario analizar todo el material porque a veces lo que al principio parece insustancial acaba escondiendo una de las llaves que permite resolver el enigma».
«El 99 por ciento de las conversaciones que hay que oír no tienen nada que ver con las pesquisas»
Algunas veces los ‘oyentes’ se llevan sorpresas desagradables . Un veterano de la lucha contra el terrorismo cuenta a ABC esta anécdota, de la que no se dan más datos para no remover cuestiones pasadas, muy dolorosas: «Se investigaba un asesinato terrorista en un punto de España y el juez ordenó i ntervenir un buen número de teléfonos . El que me tocó controlar me dejó estupefacto: alguien con una imagen pública impecable pronunciaba frases que si se hubiesen conocido habrían provocado un auténtico shock en la sociedad ... Incluso hubiera sido posible abrir una línea de investigación sobre ello. Pero el daño hubiese sido mayor que el beneficio y se decidió pasar por alto aquello y, por supuesto, mantener el secreto».
Este tipo de anécdotas son constantes, porque al final «en una sociedad como la nuestra la vida entera de una persona pasa por el teléfono , nuestras conversaciones nos desnudan delante de quien las oye. Se percibe la mentira, el cinismo, los dobles sentidos... Los amores y los odios, los engaños, miedos tristezas y alegrías. Nadie escapa a ello. Si además los nuevos sistemas de espionaje son capaces de colonizar nuestro terminal, como se está viendo cada día más, nuestro ámbito de privacidad queda reducido a la mínima expresión», explican otras fuentes consultadas. «Si el ciudadano supiera lo que se puede hacer con su teléfono móvil muy probablemente lo tiraría de inmediato a la basura , escandalizado por su vulnerabilidad», añaden.
Otro veterano de la lucha contra ETA aporta a ABC otra clave sobre este aspecto: «El conocer tan bien a una persona te permitía explotar sus debilidades , por ejemplo en un interrogatorio, que no deja de ser un duelo intelectual en el que uno de los contendientes, el investigador, quiere sacar una información a un individuo que no quiere darla de ninguna manera, porque se juega ir a la cárcel o perjudicar a sus colegas. Si tú sabes que tiene novia y está muy enamorado, puedes presionarle con que la vas a detener porque se la considera colaboradora suya; si su familia tiene dificultades económicas por falta de trabajo, le puedes ofrecer que les vas a conseguir un empleo; si tiene un amante, siempre le puedes sugerir que su mujer va a conocer su aventura; si su organización tiene dudas sobre él, siempre cabe preocuparle por la posibilidad de dejarlo en libertad y a continuación dejar correr en su entorno el bulo de que está en la calle porque es colaborador de las Fuerzas de Seguridad. Tienes que demostrarle que sabes todo de él, de su actividad criminal y también de la personal, que tienes datos de cada cosa que dice, que no te puede sorprender».
Las intervenciones telefónicas son una herramienta eficaz aunque, hay que insistir en ello, «nunca suficiente; el trabajo de calle es y seguirá siendo imprescindible»
Y para eso, claro, las intervenciones telefónicas son una herramienta eficaz aunque, hay que insistir en ello, «nunca suficiente; el trabajo de calle es y seguirá siendo imprescindible , por mucho que avance la tecnología».
Escuchas masivas
En materia antiterrorista ha habido etapas en las que se han llegado a controlar más de 150 teléfonos solo en Guipúzcoa , por poner un ejemplo. El caudal de información era enorme, pero precisamente por ello era vital sistematizarla : «Escuchar una sede de Batasuna, por ejemplo, era insufrible porque entraban decenas de llamadas cada día, muchas sin el menor interés; cuando sucedía con una cabina telefónica pública, lo mismo...». Hoy, esa magnitud de intervenciones telefónicas es impensable en una investigación.
Los usos y la tecnología han cambiado también mucho. Antes, se oían las cintas y solo se enviaban al juez las partes que se seleccionaban, pero muchos abogados defensores protestaban, con razón, porque eso les causaba indefensión, ya que no tenían acceso a la totalidad de las conversaciones y se podía manipular el sentido de las palabras de una forma sencilla. Desde hace muchos años se guarda todo el material audiovisual, que se pone a disposición de las partes. Y en este punto la tecnología ha facilitado mucho las cosas, porque antes las grabaciones ocupaban cientos de cintas, mientras que ahora, con el sistema Sitel , el soporte es informático y por supuesto no se puede borrar.
Sucede lo mismo con el ‘pinchazo’ en sí. Antes era el propio policía el que iba a la compañía telefónica para instalar él mismo el dispositivo; ahora es el juez quien oficia para que lo hagan los técnicos de la empresa. En el País Vasco con la primera modalidad había ciertos riesgos: «Íbamos con nuestro pase especial por la tarde, cuando había menos empleados. Alguno de ellos detectamos que alertaba a los terroristas de la intervención...».
Cuando se habla de escuchas el imaginario popular piensa siempre en un teléfono, pero son aún más eficaces las ambientales . Los especialistas de las Fuerzas de Seguridad son los que colocan los micrófonos en coches, despachos o viviendas, en lugares discretos casi indetectables. «A favor está que los investigados no sospechan y hablan con confianza; en contra, que el sonido es menos limpio». Una anécdota real ocurrida en una de las operaciones más importantes contra ETA: « Los terroristas estaban en un piso y por la noche se acostaban muy tarde, porque les gustaba mucho ver ‘Crónicas Marcianas ’, el programa de Javier Sardá. Con la televisión alta, entender lo que decían era difícil».
Todos las fuentes advierten, eso sí, que solo se intervienen comunicaciones si hay autorización judicial . Y añaden que nunca se utilizan las grabaciones para algo que no tenga que ver con la investigación.
«Las Fuerzas de Seguridad del Estado y el Centro Nacional de Inteligencia son instituciones plenamente democráticas y cumplen la legalidad a rajatabla. Los ciudadanos pueden estar tranquilos porque no se intervienen comunicaciones de forma gratuita y solo se hace si el delito que se persigue es grave . Ahora, con la polémica de Pegasus , habrá muchos que pongan esto en duda, pero esas sospechas no tienen fundamento alguno. Hay muchos controles internos y no se admiten abusos».
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