En la salud y en el emprendimiento: las startups también son cosa de pareja
Este tipo de proyectos que unen lo profesional y lo afectivo se impulsan en la complicidad y la visión común, pero se miden a la dificultad para desconectar y al recelo de los inversores sobre el escenario que se abre si el amor se rompe
El emprendimiento innovador se sacude el miedo al error
Madrid
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Iniciar sesiónSi dar con una idea de negocio adecuada resulta complicado, encontrar al equipo humano con el que ponerla en práctica es un quebradero de cabeza para muchos emprendedores, de ahí que, con frecuencia, recurran a su círculo de confianza: familiares, compañeros de trabajo, amigos ... e incluso, la pareja. A fin de cuentas, si entre millones de personas, han elegido a esa para compartir su vida, ¿por qué no impulsar juntos un proyecto profesional? Bajo este razonamiento, crecen en el ecosistema empresarial español los casos de compañías al frente de las cuales hay unos enamorados.
A Raúl González y Mercedes García, padres de una niña de 25 meses, les pareció que sus perfiles complementarios y lo bien que se conocían en el plano personal eran la combinación perfecta para que Ecodicta funcionara. «Los malos momentos son menos malos porque cuentas con su apoyo y los buenos los disfrutas más porque tienes a la persona que quieres al lado », resalta él. «Las decisiones que tomamos siempre son para el bien de la familia y para la mejora del planeta, que es la misión de la empresa. Teniendo claro eso, emprender juntos nos ha fortalecido en la gestión emocional y en buscar soluciones a los problemas», destaca su esposa. Ambos coinciden en que lo esencial es el diálogo: «Tienes que enfrentar opiniones diferentes, llegar a acuerdos… Lo importante, tanto en las familias como en las empresas, es la comunicación».
Como punto negativo, señalan la dificultad para desconectar. «Los problemas de la compañía te los llevas a casa y viceversa. Además, por la noche o el fin de semana se nos ocurren propuestas, estamos siempre activos», comentan. Los cofundadores de la firma, una plataforma de moda circular en torno al alquiler por suscripción, saben que a ciertos inversores no les gustan los proyectos liderados por una pareja, así que para minimizar riesgos han fijado, a través de un pacto de socios, las condiciones en las que se produciría la eventual salida de uno de los dos o cómo se actuaría en caso de divorcio.
«Si nos hubieran dicho hace dos años que estaríamos en este punto… no lo habríamos creído», cuentan Irene Chía y Jorge Vindel, una pareja que, junto con su socia Elena Enguix, han desarrollado Cazatuplaza, un SaaS especializado en oposiciones que cubre las necesidades de academias y opositores. «Nos respetamos mucho, hemos puesto límites para desempeñar mejor nuestro trabajo y cada uno hace su papel sin meterse en lo del otro», apuntan como una de las normas que rigen su día a día.
¿La mayor ventaja de trabajar en lo mismo? «Entendemos el sacrificio que supone, horas extras, problemas… Nuestras cabezas funcionan al mismo ritmo, se nos ocurren ideas en cualquier sitio y disfrutamos hablando de nuevas mejoras, ideales de empresa o expectativas de crecimiento. Nos ha pasado en más de una ocasión estar viendo una serie, recordar algo y por una mini pausa terminar teniendo una reunión de trabajo a las 12 de la noche. Quizá no sea lo más sano, pero a nosotros nos gusta», aseguran. Por contra, cuando existen picos fuertes de trabajo, «es difícil parar y descansar, ya que la otra persona está igual que tú, no ves el límite».
Chía y Vindel también reconocen que cuando hay problemas es «muy complicado separar lo profesional de lo personal», aunque se puede lograr. Conscientes de que hay inversores reacios a apostar por empresas fundadas por parejas, «hemos sido muy sinceros desde el primer segundo y nos hemos adelantado haciendo un buen pacto de socios que sea justo para todas las partes».
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Carlos Blanco, fundador de Encomenda VC y Nuclio, recuerda que las probabilidades de divorcio son superiores a las de que un matrimonio dure para siempre, con el consiguiente peligro de que si la relación personal se rompe, el proyecto salte por los aires. «He visto casos de compañías que eran rentables y el divorcio ha provocado que se vayan al traste», afirma este reconocido inversor que, además, ha vivido la otra cara, ya que en su día emprendió en pareja. Su conclusión es que este tipo de empresas implican un riesgo añadido: «El inversor se lo piensa más. Es algo que perjudica más que beneficia en la toma de decisiones».
Una solución para proteger en cierta medida a los inversores es establecer en el pacto de socios las reglas de juego para el supuesto de que la pareja se disuelva. «¿Cómo se decide cuál de los dos tiene que salir de la empresa? En una ocasión, traspasamos la potestad a los inversores, que son quienes de verdad saben quién de los dos aporta más».
A pesar de los posibles inconvenientes, Blanco agrega que también existen ejemplos de éxito –menciona las startups Declarando o Agroptima– y que un problema que a veces se observa en el equipo fundador, como que no coincida en valores o momento vital, se presupone que se evita si se trata de una pareja.
Puntos favorables
Para Verónica Ferrer Moregó, partner en la potenciadora de negocio Pitaya y profesora de EAE Business School, si la pareja emprendedora está en sintonía (y suele ser así cuando se da el paso de emprender de forma conjunta), «ese fuerte vínculo de conexión y amistad a nivel de liderazgo se suele trasladar a la cultura de la empresa y genera compañías con un componente humano de calidad». Además, cree que si se conocen en profundidad y saben de antemano cuáles son los puntos fuertes de cada uno, «pueden realizar una división de roles y tareas acorde a esas fortalezas y crear un tándem directivo eficiente y completo desde el inicio».
En opinión de la experta, habitualmente las parejas tienen una agenda de intereses (personales y profesionales) compartidos, y esa unidad consigue una alineación en las decisiones estratégicas y de negocio que suele beneficiar a todas las partes. «Por último, pero no menos importante, es que cuando la empresa da beneficios, esos suelen ir a una misma unidad familiar, de manera que a mismo nivel de beneficios por socio la percepción recibida suele ser del doble». La profesora recalca la importancia de diferenciar entre asuntos profesionales y personales, así como marcarse «espacios para cada una de las facetas de la vida y no permitir que los roles de un ámbito incidan en otro».
Juan Pablo Tejela y Laura Montells, los creadores de Metricool, una herramienta online para gestionar las redes sociales, valoran aspectos como la conciliación –además de socios, son padres de una niña–, que se simplifica mucho porque tienen los mismos intereses y prioridades. «En parejas donde solo emprende uno es más complicado gestionar la relación y las expectativas mutuas porque cada uno lleva velocidades distintas. En nuestro caso, el apoyo a nivel laboral es muy importante. Por ejemplo, si un fin de semana hay un fuego que apagar, es algo sencillo de explicar, de entender y de organizarnos», subrayan.
Los jóvenes están convencidos de que aún más importante es el apoyo emocional porque el emprendimiento es una actividad muy solitaria y, con frecuencia, incomprendida. Tejela y Montells añaden que, cuando se emprende con un socio que no es la pareja, «es bastante habitual que surjan roces por el nivel de implicación de cada uno o por las retribuciones o porcentajes». Al emprender en pareja, en cambio, defienden que se convierte en secundario.
Como el resto de fundadores, perciben que las iniciativas empresariales capitaneadas por matrimonios son «una bandera roja para numerosos inversores», algo que les parece comprensible. «Inicialmente –continúan– no te conocen de nada y deben tener en cuenta todos los escenarios posibles cuando arriesgan el dinero. Sin embargo, es una bandera roja solo en fases muy tempranas, cuando no hay más datos sobre el negocio, el equipo o el producto. En cuanto puedes demostrar que el producto tiene aceptación por el mercado y que el equipo funciona bien, todo lo demás pasa a un segundo plano».
Confianza
Fue un viaje a Estados Unidos el que despertó en Herminio Fernández el interés por el 'blockchain' y las criptomonedas. De vuelta a nuestro país, tanto él como su mujer, Marisa de la Fuente, abandonaron sus empleos para centrarse de lleno en Eurocoinpay, una compañía que dispone de una plataforma online y aplicación móvil a través de la cual se pueden realizar los pagos y las transacciones inmediatas con cualquier criptomoneda en tan solo unos segundos. «Pensamos que juntos podríamos crear y dirigir la empresa mejor que por separado», justifica Fernández, que ocupa el cargo de consejero delegado mientras que su mujer se encarga de la gestión y administración. «Las acciones son 100% nuestras, por lo que toda la responsabilidad recae sobre nosotros, lo cual es una palanca de confianza muy importante dentro del matrimonio», indican.
Fernández explica que viaja con asiduidad y lo hace con plena tranquilidad porque, si sucede cualquier imprevisto, «tengo confianza en que Marisa coge el guante y la compañía sigue operando sin problemas». Al igual que los demás emprendedores, admite que casi no les da tiempo a desconectar porque le dedican un montón de horas al negocio. «No tenemos tiempo de discutir –señala– porque llegamos cansados a casa del esfuerzo que conlleva dirigir una empresa tecnológica desde León y posicionarla en el universo tecnológico».
Nadie dijo que montar un negocio con el cónyuge sea fácil. Los inversores, de hecho, miran con lupa este tipo de proyectos, expuestos a un mayor riesgo si la relación acaba mal. A pesar de ello, en la salud y en el emprendimiento... las startups también son cosa de parejas.
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