Hay vida para las startups más allá de los puntos neurálgicos de las grandes urbes

El factor económico, con unos alquileres y sueldos más asequibles, así como el arraigo a la tierra del equipo fundador, son algunas de las razones que están detrás del desembarco de empresas tecnológicas en ciudades como la jienense Alcalá la Real, de 21.708 habitantes, que desde hace dos años cuenta con una firma dedicada a la automatización industrial avanzada que aplica inteligencia artificial. Su nombre es Oslice Technology y entre sus desarrollos se encuentran los sistemas hiperespectrales capaces de detectar elementos orgánicos dentro de procesos productivos, como por ejemplo, en el envasado de frutos con cáscara, la identificación de los frutos vacíos. Julián Coca, cofundador y CTO de la empresa, cuenta que, después de estudiar diferentes localizaciones, los socios concluyeron que las mejores opciones las ofrecían los entornos menos masificados.

«Nos dieron muchísimas facilidades. Trabajamos en unas instalaciones municipales por las que pagamos un alquiler muy bajo», comenta. La cercanía con la administración, con la consiguiente simplificación de los trámites burocráticos, es otro aspecto que valora como positivo, al igual que el conocimiento de las empresas del entorno. «Tenemos un pequeño núcleo industrial que para nosotros es importante porque nos da trabajo en el día a día», dice. Preguntado por los problemas derivados de su ubicación, menciona la dificultad para encontrar profesionales dispuestos a desplazarse al municipio, un escollo que resuelven gracias al teletrabajo. Así pues, el balance para Coca es favorable y en el futuro, al margen de la evolución que experimente la compañía (el primer año facturó 180.000 euros que prevén doblar este ejercicio), seguirán en Alcalá la Real. «Si la empresa crece, será aquí», afirma contundente.

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Una determinación con la que demuestra que no teme a las estadísticas, ya que en la clasificación de las doce metrópolis que han levantado mayor capital para startups entre 2015 y 2021 elaborada por Dealroom no hay ni rastro de la provincia de Jaén. Según la Fundación Innovación Bankinter, dentro de nuestro país, Madrid encabeza la inversión en startups, con 2.487 millones de euros captados durante 2021, seguida de Barcelona (1.510 millones) y Valencia (83,5 millones), que se sitúan por delante de Bilbao, Tarragona, Sevilla y Córdoba.

Con este panorama, emprender en un pueblo como Almonacid del Marquesado, en Cuenca, que apenas supera los 400 vecinos, podría parecer, a priori, una idea descabellada. En Castilla-La Mancha, de hecho, solo operan el 1,86% de las startups nacionales, de acuerdo a datos de la consultora Informa D&B. Antonio Pellón, sin embargo, cree que se debe analizar cada caso porque montar el negocio en un lugar así puede suponer una serie de ventajas. «Tratar con la administración es muy ágil. En una mañana vas a cinco sitios y hablas hasta con el presidente de la diputación», comienza por destacar. Su empresa, Aldous Bio, vende productos ecológicos y que evitan el uso del plástico. «En general, la logística en España funciona bien, así que en 24 horas el paquete llega a cualquier punto de la Península», indica en este sentido.

Si a eso se añade que el metro cuadrado es mucho más barato y que los sueldos son más ajustados, «el sentido común nos dijo que no había mejor sitio que una población pequeña». Natural del pueblo, se muestra orgulloso del papel que este tipo de proyectos juegan a la hora de fijar población, así como de la calidad de vida que brindan a los empleados. «Todos viven a cuatro minutos a pie de las instalaciones y comen en casa con la familia, lo que ayuda a que estén contentos», asegura el emprendedor.

Además de operar en Cuenca, donde se concentra la producción y la logística, la startup dispone de una oficina en Valencia. «Al vender en internet necesitamos perfiles digitales que en el pueblo son difíciles de conseguir. Nacimos con la intención de localizar cada parte del talento donde corresponde», justifica. La empresa, que exporta a 26 países, cerrará este año con más de dos millones de euros de facturación y su objetivo es alcanzar los cuatro millones para 2023.

El emprendimiento innovador más repartido geográficamente es un fenómeno incipiente, pero ya en marcha y sin vuelta atrás. «Salir de las grandes ciudades es una opción para disfrutar de una mayor calidad de vida a un precio más asequible y hoy en día la tecnología permite trabajar desde cualquier sitio, lo cual es una enorme oportunidad para quienes lideran negocios digitales», explica Camila Polensvaig, directora en el Grado en Emprendimiento y Gestión de Empresas de la Universidad Camilo José Cela. En estas zonas, eso sí, la presencia de profesionales altamente cualificados es casi residual en comparación a urbes como Madrid o Barcelona. «El teletrabajo es una opción, pero creo que de forma natural estas empresas irán generando riqueza y empleo donde están establecidas, atrayendo al talento que necesitan», aventura la experta, no sin advertir que los jóvenes que habitan en una gran ciudad tienen en cuenta no solo su empleo sino factores como el acceso al ocio, las conexiones para viajar, etc. «Irse a lugares menos poblados requiere un cambio en el estilo de vida que hará difícil reducir al 100% la brecha, pero habrá oportunidades para las personas que se quieran marchar», considera Polensvaig.

En La Puebla del Río, un municipio sevillano de 12.000 habitantes, se ha establecido G2G Algae, una startup que utiliza las microalgas como herramienta para recuperar recursos naturales. «Son un magnífico bioestimulante agrícola y aportan materia orgánica viva al suelo, recuperando la biomasa que vive en él y que moviliza los nutrientes, con lo cual hacen que los suelos sean más esponjosos, tengan menos necesidad de fertilizantes…», explica Nuria Egea, CEO de la firma. Estos microorganismos también limpian aguas residuales y son un gran sumidero de CO2, óxidos nitrosos, volátiles orgánicos y partículas.

«Nosotros aprovechamos esas características y hacemos fotobiorreactores de distintos volúmenes, que son los depósitos donde se cultivan las microalgas», detalla la responsable. Colocan el aparato donde lo solicite el cliente (en la finca de un agricultor, por ejemplo) para que produzca y gestione sus propios bioestimulantes al ritmo que considere y con la finalidad que desee. Ahora, la empresa está inmersa en un proyecto para montar estos sistemas en paradas de metro y autobús.

«Estamos en una nave que nos cede Andalucía Emprende y como ya se nos acaba el acuerdo, hemos alquilado unas nuevas instalaciones en Gelves, un pueblo de al lado. La ventaja es que encontramos espacios grandes a un precio más económico que en el núcleo de la capital. También es importante la tranquilidad y la facilidad a la hora de gestionar con el ayuntamiento, que no tiene el colapso que pueda sufrir uno grande», cita como puntos fuertes de su ubicación. No le gusta, en cambio, que «salvo la ferretería y algún otro, para la mayoría de servicios tienes que coger el coche para ir a Sevilla o a un polígono de los alrededores». El transporte es otro problema. «Normalmente somos los últimos en recibir cualquier mercancía porque estamos al final del recorrido», comenta. Aun así, Egea asegura que si la empresa crece (Eulen ha tomado una participación del 51% en ella), se mudarán a otro pueblo, a otro polígono o al mismo con una nave más grande, pero no a la capital. «Es muy cómodo estar en una zona de pueblo», sentencia la CEO.

Desde SeedRocket, aceleradora de proyectos TIC, señalan que en sus catorce años de historia han conocido startups muy interesantes de todas las regiones de España. «Al ser empresas digitales pueden desarrollarse en cualquier lugar y tener éxito», subraya Sara Martín, Community & Business Development de la firma, que agrega que en la actualidad las diferentes provincias cuentan con organismos y agencias de apoyo al emprendimiento. «Incluso a veces pueden acceder más fácilmente a esos recursos regionales porque la competencia es inferior respecto a ciudades como Madrid o Barcelona», apunta. Dicho esto, reconoce que establecerse en las grandes ciudades allana el camino en lo que respecta a acceso a inversión y, sobre todo, a mano de obra formada en competencias digitales.

Obstáculos que las startups capean gracias a los hábitos surgidos a raíz de la pandemia, que han marcado un antes y un después en los procedimientos. «El Covid ha contribuido a normalizar las reuniones online, de modo que la gente se puede quedar en sus lugares de origen o en poblaciones que les resultan más agradables para desempeñar su labor, sin necesidad de desplazarse a los 'hubs' por excelencia», asegura. Una circunstancia que dibuja un mapa más distribuido del talento innovador. Para muestra, un botón: plazas como Andalucía, sede del 12,26% de las startups nacionales, o la Comunidad Valenciana, que reúne al 10,59%, son solo la punta del iceberg de una lenta pero imparable tendencia a la dispersión geográfica.