Guler, Courtois y gracias

Tardó solo 75 segundos Endrick en saber qué supone jugar ante el Getafe. Recado de Djené. Luego, llegaron varios más de Duarte y de Alderete. De casual no tenía nada. Ese vídeo de YouTube en el que se recopilan unas cuantas peladas de cable del brasileño debió rular estos días por el vestuario del equipo azulón, pero Endrick mantuvo la calma, evitó entrar al barro y se dedicó a jugar. El matrimonio también le ha traído paz interior.

La escaleta del partido era tan básica como esperada. Un Getafe con cinco defensas y bloque bajo para intentar robar en campo propio robar y salir a correr, y un Madrid con el balón hasta en las orejas. El secreto estaba en circularlo rápido y en el movimiento de los de arriba, y eso lo entendió el equipo blanco desde la génesis del encuentro.

La tuvo en el 18 Fran García, por partida doble. La primera, paradón de Soria. La segunda, por línea de fondo. El lateral izquierdo disparando sobre la portería del Getafe tras jugada y centro de Lucas, el lateral derecho. Pocas veces se había visto algo así esta temporada.

El 0-1 llegó en el 21. Guler, que estaba en todos lados, batió a Soria desde la frontal del área y con su pierna derecha. Lo hizo tras una contra de cuatro contra uno que desperdiciaron Vinicius y Brahim. El turco lo arregló con uno de esos golpes de genio que tanto le reclama el madridismo y que solo tiene para su selección.

Tuvo el 0-2 Endrick en el 32. Balón en largo de Alaba que se traga la defensa del Getafe y en el mano a mano, Soria toca ligeramente el disparo con el interior del brasileño, lo suficiente como para frenarlo a tiempo para que Djené la sacara justo en la raya de gol. Se llevaba ya los brazos Endrick hacia arriba, pero acabó agitándolos de rabia, no de felicidad.

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Antes del descanso, Brahim sumó una nueva oportunidad en un disparo con la derecha que hizo un extraño y provocó una parada algo amorfa del portero azulón. Gran temporada la suya, peleando el trofeo Zamora con Courtois y Oblak.

A los cinco minutos de la reanudación, Bordalás entendió que no tenía nada que perder. Su sistema 5-4-1 tenía menos peligro que un Golden Retriever y era imposible que, ni siquiera, le hiciera una caricia al Madrid. Con la entrada de Álvaro y Coba el mensaje, al menos, era bien distinto. Y la propuesta, también.

El ariete formado en La Fábrica tuvo dos en tres minutos. Ambas desde la frontal del área pequeña. La primera, la taponó Tchouaméni. La segunda, su cabezazo se marchó por encima de la portería de Courtois. El partido ya había virado a otra cosa y el Madrid no parecía darse cuenta que estaba a solo un gol encajado de despedirse de otro título.

Ancelotti también había movido ficha, en su caso por obligación. Alaba se quedó en el vestuario por molestias musculares, y Carletto pasó a Tchouaméni al centro de la defensa y puso a Camavinga donde su compatriota. El francés tampoco acabó el partido. Cayó mal tras una entrada de Milla en el 88 y se fue con problemas en el abductor. Muy complicado que austríaco y galo estén en La Cartuja el sábado.

Perdonó Vinicius en el 70 el segundo en un contragolpe de cuatro contra uno, fotocopia del de la primera mitad. Tenía pase a Valverde y a Bellingham, pero decidió fumarse el pitillo él solo. Su disparo lo despejó Soria. Fue la última vez que el Madrid pisó el área rival.

De ahí al final, pasotismo que no acabó en empate de milagro. La tuvo Arambarri, en el 73. El uruguayo, solo dentro del área, le pegó con la izquierda y su disparo se marchó muy cerca del poste de Courtois. Y las dos de Álvaro en la prolongación fueron todavía más claras, pero Courtois se jugó la mano en la primera y sacó otra en la segunda para espantar el olor a incienso y sonido de marcha fúnebre. 0-1, Courtois y gracias.