Solanas y humbrías
Félix del Barrio Petralanda
En tesituras como la de resumir los 95 años de vida de mi suegro, el género del obituario se queda irremediablemente corto
Teba, el mito que no cesa
La sombra del pasado
De acuerdo que el género del obituario es bastante redondo, con su inicio, desarrollo y evidente final, pero en tesituras como la de resumir los 95 años de vida de mi suegro se queda irremediablemente corto, teniendo en cuenta que intentar sintetizar fielmente ... un simple paseo matutino con él es un trabajo igualmente inútil, aunque no me resista a intentarlo.
En estos paseos podíamos salir de casa con la intención de comprar una escobilla para el retrete y, por culpa de Epicuro, Beethoven o Benjamín Palencia, volver sin ella y, en su lugar, acarrear con un par de kilos de té verde chino.
Como «paradigma de inteligencia y bondad», charlar con él era siempre instructivo, divertido y emotivo. Saltaba de la música o el cine a la pintura, del fútbol o el vino a la filosofía, de lo lúdico a lo transcendente… con una facilidad pasmosa, para acabar en el amor, la amistad o la alegría de vivir, uno de sus temas favoritos.
También me preguntaba por la caza, sé que más por mí que por tener un verdadero interés en este asunto:
- ¿Y la caza qué tal?
- Pues regular, Félix; al igual que Puccini, los cazadores hace tiempo que no aparecemos en las listas de los más populares.
Un día me sorprendió con un regalo. Era un bonito diploma enmarcado. Su título de montero.
'Aitachu', como vasco en ejercicio, no se conformó con cobrar un bermejón en una pichivata e «ingresó en la antigua y distinguida Orden Venatoria el once de diciembre del sesenta y seis, abatiendo un magnífico venado en la traviesa del Naranjero de la finca Fuente la Virgen», según atestiguan las firmas de lo más granado de la montería de entonces; con lo que, según creo, se ganó una huelga de hambre por parte de sus hijas.
Un último recuerdo que me llevo de él fue de un par de días antes de dejarnos, en el salón de su casa, cuando empezaba a sospechar que no era inmortal, con su nieta; con Susi, su mujer, y otros pocos privilegiados, inventando óperas en ruso como solo las saben interpretar las personas empeñadas en hacer felices a los demás.
Hoy, a las siete de la tarde, se celebra un acto de homenaje en su memoria en la Residencia de Estudiantes de Madrid.