'The Producers': como convertirse en productor y no morir en el intento

El espectáculo llevaba la firma de una legendaria figura de Hollywood: Mel Brooks, responsable de éxitos como 'El jovencito Frankenstein', 'La loca historia del mundo'. 'Sillas de montar calientes' o 'Soy o no soy'. 'The Producers' era, precisamente, la adaptación al teatro musical de su primera película; en ella contaba la historia de un productor abocado al desastre que gracias a un encogido contable con sueños teatrales descubre que un fracaso puede ser más rentable que un éxito. Juntos buscan la peor obra posible -'Primavera para Hitler', escrita por un chiflado neonazi-, el peor director posible -Roger de Bacle, experto en fracasos- y los peores actores posibles. Pero nada sucederá según lo previsto.

Más de dos décadas después, 'The Producers' vuelve a Madrid (Santiago Segura y José Mota la protagonizaron en 2006, con el título traducido: 'Los productores'). «Nos gustaba mantener el original y dejar la traducción en el subtítulo», explica el responsable, junto a Manu Guix, de la reposición que se estrena en el Teatro Nuevo Alcalá el jueves 7, después de una temporada en Barcelona. Enric Cambray (codirector de escena), Gerard Alonso (codirector musical) y Myriam Benedicted (coreografía) completan el equipo directivo de una producción interpretada por Armando Pita, Ricky Mata, Àngel Llàcer, Oriol Burés, Mireia Portas, José Luis Mosquera y Bittor Fernández. La adaptación del texto la firma Marc Gómez, y el equipo artístico lo forman Enric Planas, (escenografía), Marc Udina (vestuario), Albert Faura (iluminación), Roc Mateu (sonido) y Helena Fenoy (caracterización).

«De alguna manera -explica Llàcer- este título seguía de manera natural nuestra trayectoria y los musicales que habíamos hecho antes: 'La jaula de las locas' y 'Cantando bajo la lluvia'. El primero era un espectáculo muy divertido; aparte de que tocaba el alma con la canción del final del primer acto, 'Yo soy lo que soy', la gente salía con el recuerdo de lo mucho que se había reído. En 'Cantando bajo la lluvia' sobresalían las coreografías y la espectacularidad de los números. 'The Producers' combina los dos aspectos, comicidad y espectacularidad. Es el musical que nos tocaba hacer de manera natural». Tiene además, dice Llàcer, estructura clásica de musical, con canciones aspiracionales, grandes números musicales (alguno dura 7 minutos); «lo que nos gusta, al fin y al cabo».

Mel Brooks vino a Madrid en 2006 para el estreno de la primera producción española del musical. Esta vez no es posible. «Nos hubiera gustado mucho, queríamos que viniera. Pero tiene 97 años ya [nació el 28 de junio de 1926] y nos dijo que ya no estaba para cruzar el Atlántico. Hace 18 años, el creador de 'The Producers' ya decía que «lo políticamente correcto no es natural» y hablaba de que había que romper «las ataduras de la corrección política; el ser humano ha de tener libertad para decir la verdad».

«El musical no tiene ningún límite; se los he puesto yo pensando que pueden venir niños y familias a verlo», dice Llàcer; pero son detalles que no traicionan su esencia ni le restan brillo a una obra en la que Mel Brooks «fue a saco», dice el director. «Él decía: ¿cómo puedo, de alguna manera, vencer a Hitler? Haciendo que todo el mundo se ría de él; que un teatro entero se ría de él. Su guerra la ganó con el humor».

Todavía hoy, ochenta años después de terminada la II Guerra Mundial, siguen impactando símbolos como las esvásticas, sigue Llácer. «De hecho, hice cambiar una escenografía porque las esvásticas eran muy grandes y me chocaba mucho; no quiero confundir al espectador, quiero que el espectador sepa que se tiene que reír».

La puesta en escena no ha requerido mucha adaptación, asegura Llàcer. «El humor de Mel Brooks va muy lejos, y casi se adapta solo». Sí ha modificado el papel de Ulla, la 'secretaria-barra-recepcionista sueca de los productores. «Es el prototipo de la chica guapa y tonta por quien todos pierden los papeles, y aquí la he hecho más una mujer alocada que hace lo que le da la gana y que es absolutamente libre a nivel mental, sexual... A todos los niveles. En la obra la veía como una mujer objeto, y aquí es ella la que lleva a todos los demás». También le ha quitado al protagonista, Max Bialystock, «esa asquerosidad como de viejo verde; lo único que le preocupa es el dinero, no tiene ningún interés sexual hacia nada ni nadie».