LIBROS
Juan Ángel Juristo: «La imaginación, que es anhelo, cambia el mundo»
ENTREVISTA
El reconocido crítico literario vuelve a su labor creadora con un sugerente volumen doble, compuesto por 'Libros soñados' y 'Travesías de tinta'
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Iniciar sesiónVeterano crítico literario, colaborador de varios medios, Juan Ángel Juristo tiene también en su haber una atractiva labor de creación volcada en la novela y el ensayo. Entre otros títulos, en este último género, ha dado a la imprenta 'Lugares' y 'Mi Londres sentimental', ... y, en el primero, 'Detrás del sol ', 'Vidas fingidas' y 'Dar paso'. Ahora, nos regala una más que interesante propuesta, en un volumen doble, compuesto por 'Libros soñados' y 'Travesías de tinta' (Confluencias). Varios relatos, alguno con un cierto toque ensayístico, donde volvemos a encontrarnos con su personal y sugerente voz.
—¿Las dos partes se gestaron a la vez?
—Concebí 'Libros soñados' como una aproximación, que tenía mucho de onírico, a la remembranza personal sobre unas lecturas determinadas, pero no siempre las que más me han influido, en torno a la idea, que aparece en la 'Divina Comedia', de Dante, de que el Universo es un libro desencuadernado que es necesario encuadernar de nuevo, algo increíble en alguien formado antes de Gutenberg. Incidí en el descubrimiento de esas lecturas en un momento vital preciso. En cuanto a 'Travesías de tinta' se puede afirmar lo mismo, salvo que aquí se trata del encuentro con la lectura, no específicamente con el libro literario, a través de carteles y de la trascendencia de la traducción o del relato oral.
—Precisamente uno de los apartados de 'Libros soñados', 'La comedia del velatorio de Finnegans', es un original diálogo entre Joyce y Dante…
—Constituye la parte central. Lo pensé como una manera de resumir una estética presente en Occidente, esas afinidades entre Dante y Joyce con el cristianismo como telón de fondo.
—Aparte de estos dos nombres, en 'Libros soñados' emergen multitud de autores. ¿Los considera referentes suyos?
—Los autores que aparecen son mis referentes, pero no todos ni los más importantes: faltarían Homero, con la 'Ilíada y la 'Odisea', por ejemplo, también 'El Quijote', Proust, Flaubert, Tolstói... en fin, tantos otros.
—¿Podría elegir, y por qué, tres de ellos?
—¿Le parece Joyce, Dante y Kafka, y esto por orden de aparición? Joyce y Dante se explican y se conforman en el capítulo 'La comedia del velatorio de Finnegans', de paródica apariencia. Kafka está representado por 'América', que muchos dicen es el menos kafkiano de sus libros, algo en lo que disiento. El espíritu del Nuevo Mundo está definido ahí de manera justa y exquisita, con esa discreción y, a la vez, lucidez, de Kafka. Es un libro profético.
—¿En general, tiene usted escritores fetiche?
—No tengo escritores fetiches. Tengo escritores preferidos, como todo el mundo, imprescindibles, de esos que se dice te cambian la vida, que supongo querrá decir que después de su lectura el panorama con que uno contempla y vive la existencia se ha alterado. A estos del libro que ahora publico se podrían añadir muchos autores que han sido para mí esenciales. Pero lo cierto es que en una vida los referentes cambian y eso hay que tomarlo con cierto sentido del humor. Por ejemplo, Vladimir Nabokov que con veinte años leí con arrobo y profusión y que hoy día releo con mucha más distancia.
—En 'Corrillo', incluido en 'Travesías de tinta', leemos: «…y tú, que les estás inventando historias para que con la imaginación se dejen mecer en mundos soñados». Me ha recordado el contar 'aventis' de las novelas de Juan Marsé…
—Muy bien visto. Creo que este relato, muy vivido porque puse en él mucho de mi experiencia de niño que fascinaba a sus amigos contándoles películas de las que sabía solo el título, coincide con Marsé. Él, de niño, tuvo experiencias similares. No hay más que leer 'Teniente bravo'.
—¿A través de la imaginación escapamos de la gris realidad?
—Es un hecho. Para todos. No se entiende la Humanidad sin esta premisa. Y esto desde los homínidos, me atrevería a decir. La imaginación, que es anhelo, cambia el mundo.
«El cine impregna gran parte de la literatura del siglo XX. Yo, desde luego, no puedo escapar a esa influencia»
—El protagonista de 'El mundo es una letra' lee cuanto se encuentra a su paso —«desde el nombre de los establecimientos a los menús de los restaurantes»—. Y recalca: «…gracias a las letras y a poder leerlas en sus combinaciones se me otorgaban mundos con los que poder escapar del aburrimiento». ¿Podría haber dicho, como se señala en 'El Quijote', I, cap. IX: «Como yo soy aficionado a leer, aunque sean los papeles rotos de las calles».
—Le agradezco esa cita del 'Quijote'. Calca lo que he querido decir. Sí, en verdad, los carteles de cine y los precios y la publicidad de los alimentos que el chico lee mientras recorre el pueblo son «los papeles rotos de las calles».
—También el cine, igualmente como un camino hacia la fantasía, está muy presente en su libro…
—El cine impregna gran parte de la literatura del siglo XX. Yo, desde luego, no puedo escapar a esa influencia: hasta en el 'Ulises' se percibe. En cierta manera Leopold Bloom es una especie de Charles Chaplin.
—En un momento de la obra se recuerda la teoría del zorro y el erizo, explorada por Isaiah Berlin. ¿Prefiere usted, se identifica más, con el zorro o el erizo?
—Aunque ya me gustaría ser un zorro, como lo fueron Cervantes, Shakespeare, Tolstói, Dickens, o Galdós, nuestra época nos aboca a ser erizos, a profundizar en el restringido círculo de nuestra experiencia, a dar vueltas con el barreno de la imaginación a algo que nos conduce quizá a la nada. 'Nihil obstat'.
«La tarea del crítico debe ser la de la modestia frente a la obra de arte»
—Encabeza su libro con la siguiente cita de Lewis Carroll: «¿Y de qué sirve un libro —pensó Alicia— si no tiene ilustraciones ni diálogos?». ¿Cuál es la respuesta?
—Es una cita inquietante en tanto en cuanto mi libro carece de ilustraciones y casi de diálogos, excepto el relato central entre Joyce y Dante que es precisamente una larga conversación. La coloqué como una advertencia de la lúcida Alicia ante la estructura de mi libro.
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Juan Ángel Juristo
—¿Interfiere su labor como crítico en la de escritor?
—No lo sé, procuro que no sea así. Como escritor me permito una radicalidad que no me concedo en cuanto crítico, cuya tarea debe ser la de la modestia frente a la obra de arte.
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